El presidente estadounidense, Barack Obama, volvió hoy a salir al estrado para advertir que de no alcanzar un acuerdo para aumentar el techo de la deuda, el país se arriesga a caer en una "profunda" crisis económica y recurrió a los ciudadanos para que presionen al Congreso en pos del esperado pacto.

A una semana de que la deuda estadounidense entre en mora y después de días de intensas conversaciones, Obama se dirigió a la nación en un discurso desde la sala Este de la Casa Blanca, en un intento desesperado por desatascar las conversaciones.

"Si desean un enfoque equilibrado para reducir el déficit, que su miembro del Congreso lo sepa", dijo Obama, "Si cree que podemos resolver este problema a través del compromiso, envíe ese mensaje".

La cuenta atrás se ha convertido en una espada de Damocles para Obama ya que una vez que alcancen un acuerdo -si es que lo hay- tendrá que ser aprobado por la Cámara de Representantes, el Senado y finalmente ratificado por él. Todo ello en menos de una semana.

Caer en mora sería "imprudente" e "irresponsable" dijo Obama, que reiteró que una solución para aumentar la deuda hasta finales de año, como proponen los republicanos, no resuelve el problema y no sería suficiente para evitar una rebaja de la duda de EEUU.

El presidente advirtió que si EEUU cae en mora no habrá dinero para pagar la seguridad social, los beneficios de los veteranos, ni los contratos firmados con miles de empresas.

Además, por primera vez en la historia su crédito podría perder la calificación triple A, "dejando a los inversores del mundo preguntándose si EEUU es todavía una buena apuesta". No obstante, tras advertir de todas las consecuencias que tendría esa situación, se mostró confiado en que "todavía" se puede alcanzar el acuerdo.

El Departamento del Tesoro ha fijado el 2 de agosto como la fecha tope en la que el gobierno federal deberá declararse en suspensión parcial de pagos, por lo que el aumento de la deuda de 14,29 billones de dólares se hace cada vez más acuciante.

Los demócratas han presentado un nuevo plan de recorte del gasto público, de 2,7 billones de dólares en una década, además no incluiría un aumento de impuestos, uno de los puntos más polémicos de las conversaciones.

La propuesta republicana, por su parte, tiene como meta recortar el gasto público en 3 billones de dólares. Diseñada en dos tramos, permitiría aumentar el techo de deuda sólo hasta final de año y exigirían que en enero de 2012 se sometiera a votación en el Congreso un nuevo aumento del techo de endeudamiento, en plena campaña electoral.