La prolongación de la crisis económica y el desolador panorama del desempleo han provocado que España y Canarias se fijen en el modelo laboral de Alemania para frenar la destrucción de puestos de trabajo. El llamado contrato alemán (kurzarbeit en germano) está de moda, aunque está por ver qué efecto causaría su aplicación definitiva sobre la tasa de paro de las Islas, que no se mueve del 28 % pese a los incentivos puestos en marcha por el Gobierno para que las empre- sas contraten trabajadores. Recientemente 100 trabajadoras del sector de la limpieza se salvaron de ser despedidas aplicando este contrato y durante la crisis turística del pasado año otros 4.000 trabajadores pudieron conservar su puesto de trabajo gracias a esta modalidad.

Una de los aspectos incluidos en el Acuerdo por la Economía y el Empleo firmado por el Ejecutivo regional es el de incentivar la flexibilidad del horario de trabajo para empresas en crisis, de forma que se reduzca la jornada laboral a cambio de no despedir trabajadores. El presidente Paulino Rivero ha estado especialmente empeñado en aplicar el contrato alemán denominándolo "contrato canario".

El kurzarbeit ha permitido que en las épocas de baja actividad no se despidiera a los trabajadores, sino que se les redujera la jornada. Las empresas pueden reducir la jornada de sus trabajadores durante un periodo máximo de 24 meses, en los cuales el trabajador percibe el 60 % de sus salario neto por las horas no trabajadas, o el 67 % en el caso de que tenga hijos a su cargo. En estos casos, la empresa únicamente retribuye al trabajador por las horas trabajadas, mientras que las no trabajadas son retribuidas por el Estado (Agencia Federal de Empleo, en el caso alemán). Se trata de una solución transitoria a la caída de la demanda, lo que ha salvado miles de puestos de trabajo en el mercado germano.

Flexibilidad

El término que define al mercado laboral del país centroeuropeo es la flexibilidad frente a la rigidez del español. Además del contrato alemán, otra figura contractual que se incentiva en aquel país es el contrato a tiem-po parcial. De esta forma, los ocupados a tiempo parcial en España se sitúan en torno al 12 %, mientras que en Alemania la proporción es más del doble, alcanzando un 26 %.

La flexibilidad también llega a los ajustes salariales. Existen los convenios colectivos sectoriales pero, en la práctica, sólo afectan a la mitad de los trabajadores germanos, el resto negocia directamente sus condiciones con la empresa. En última instancia existen también los convenios válidos sólo en una compañía. También forman parte de las retribuciones los ajustes salariales en función de la productividad, al margen de la inflación. Este sistema data de la Segunda Guerra Mundial, lo que lleva a una flexibilidad extrema de tal manera que tiene sus ventajas (alta competitividad) pero también sus inconvenientes, ya que la locomotora europea es uno de los pocos países sin salario mínimo interprofesional, además de las desigualdades salariales existentes entre el Oeste (con mejores sueldos) y el Este.

Después de más de dos años de crisis económica, el Gobierno español pasó del inmovilismo a reformar el mercado laboral ante el clamor por parte de los empresarios, los mercados financieros y la Unión Europea. El modelo alemán fue la referencia escogida en un primer momento; sin embargo, las modificaciones no han gustado ni a los sindicatos ni a los empresarios.