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Josep Piqué: “Los fondos que vienen de la UE no son para gastar, son para invertir”

“Lo más deseable sería que por lo menos en las líneas generales todos estuviéramos más o menos de acuerdo”, señala el empresario y exministro

Josep Piqué

Josep Piqué Camps (Vilanova y la Geltrú, 1955) fue ministro de Industria y Energía, de Asuntos Exteriores, y de Ciencia y Tecnología en los gobiernos de Aznar. Presidió Vueling y fue consejero delegado de OHL. Actualmente es presidente del fabricante de motores aeronáuticos ITP Aero y de Pasiphae Consultora Internacional, y consejero de Seat, Abengoa y Amadeus. Su experiencia le acredita para opinar sobre la gestión de la crisis derivada de la pandemia y el contexto político que vivimos. “La recuperación exige máximo consenso político, no confrontación”, sostiene.

¿Estamos ante un cambio de escenario disruptivo?

Hay gente que considera que sí y que por tanto el mundo va a ser totalmente diferente, entre ellos Henry Kissinger, y hay otra escuela que considera que están cambiando cosas pero que las grandes macrotendencias que vivíamos antes de la pandemia en términos geopolíticos, tecnológicos y de relaciones económicas van a seguir.

¿Por cual se inclina usted?

Por la segunda posición. Hay algunos cambios. El primero es el que se deriva del hecho de que los occidentales llevábamos cien años sin sufrir una pandemia y pensábamos que si nos afectaba, los sistemas de salud iban a ser capaces de gestionarla. Hemos descubierto que no y que el riesgo de colapso del sistema nos obliga a repensarlo. La solución aplicada es del siglo V antes de Cristo, cuando Pericles implantó la cuarentena ante una pandemia en Atenas. Ahí no hemos cambiado.

Pero todo el contexto sí.

Claro. Una cuarentena con nuestro sistema productivo global y con cadenas de valor repartidas por todo el mundo lo que hace es paralizar la producción y estamos sufriendo un shock de oferta que provoca otro de demanda porque esa parada de producción genera caída de las rentas. Esa combinación es novedosa y ha llevado a todos los gobiernos a gastar masivamente para mantener el tejido empresarial y los niveles de renta.

¿Hasta cuándo?

Se pensaba que esto iba a ser relativamente corto y que por tanto la recuperación podría ser rápida, en ‘V’, y lo que estamos viendo es que esto está siendo más largo y más incierto, y que la disponibilidad de recursos es limitada. En algún momento habrá que hacer frente a los déficits públicos y volver a una senda de estabilidad. Pero la otra novedad es que está Europa, con la actuación del BCE –que está inyectando dinero masivamente y manteniendo los tipos de interés y las primas de riesgo bajo control– y los llamados fondos europeos que tenemos que saber aprovechar.

Pedro Sánchez, en la presentación del plan de recuperación, comparaba la situación actual con la reconstrucción económica que se inició en España en 1978. ¿Es acertada la analogía?

Tenemos la obligación de aprovechar las consecuencias de esta crisis, que son gravísimas en términos sociales y económicos, para hacer nuestra economía más competitiva y más capaz de generar riqueza y empleo. Eso implica reformas estructurales, rigor en el gasto y, sobre todo, tener claro que los recursos que vienen de la UE son fondos que no son para gastar, son para invertir. No es un dinero del que podamos disponer en función de criterios estrictamente políticos. Son recursos que hay que invertir para modernizar nuestra economía, por ejemplo digitalizándola o haciendo frente a los retos del cambio medioambiental.

La crisis del Covid genera mucha incertidumbre. ¿Los dirigentes políticos españoles tratan de aplacarla o la atizan?

Ante una crisis grave lo más importante es establecer un buen diagnóstico para luego aplicar un tratamiento. Pero es muy difícil establecerlo porque el paciente da señales confusas y porque estamos ante una situación novedosa y hay que ir aprendiendo. Eso genera mucha incertidumbre y cuando la hay las decisiones de los agentes económicos se paralizan. La certidumbre sólo puede venir de una actuación coordinada de todos los poderes públicos buscando el máximo consenso político. Lo peor que podemos hacerle a la sociedad es transmitirle mensajes contradictorios. La ‘V’ ya está descartada y por lo tanto en los próximos años, en los que veremos alternancias políticas, lo más deseable sería que por lo menos en las líneas generales todos estuviéramos más o menos de acuerdo. Hay que lamentar, y lo digo con profundo pesar, que eso no se está viendo.

¿Qué ve usted?

Que prima la división, la confrontación y los intentos de aprovechar estas circunstancias para obtener réditos políticos. Hay que exigirles que además de pensar en las próximas elecciones piensen en la próxima generación.

¿Gobierno y la oposición no están a la altura?

La situación es novedosa y las reacciones han sido improvisadas. Pero no hay que perder tiempo en criticar lo hecho, hay que exigir que lo que se haga a partir de ahora se haga bien y con máximo consenso posible.

La pandemia ha demostrado la importancia de la autonomía industrial. ¿Se ha descuidado al sector?

Cuando era ministro de Industria el sector estaba en el 20% del PIB. Hoy está en el 14%. No es un proceso distinto al de otros países. No obstante, habría que devolverla al lugar que le corresponde: genera valor añadido, empleo de calidad, dota de autonomía y los países en los que tiene más peso afrontan mejor la crisis. Hay que hacer una política industrial moderna con los fondos europeos.

Se necesitarán proyectos.

Claro, y deberán surgir de las empresas, que son las que de verdad saben lo que necesitamos para ser más competitivos. El diálogo permanente entre el sector público y privado es más imprescindible que nunca.

Rato absuelto en el ‘caso Bankia’. ¿Se alegra?

Fue compañero en el Gobierno y es amigo. La resolución ha sido positiva para él y yo me alegro.

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