Más de medio millón de parados espera desde hace ya meses el subsidio extraordinario anunciado por el Gobierno para aquellos que han agotado su prestación durante la pandemia. Y es que el mazazo que ha supuesto el coronavirus sobre el mercado de trabajo agrava las dificultades para encontrar un nuevo empleo, y las facturas a final de mes siguen llegando. La crisis, pese a la incipiente recuperación, avanza y los ingresos entre estos colectivos menguan día a día. Hasta el punto de que uno de cada tres desempleados reconoce que acumula retrasos en el pago de sus facturas, según revela un reciente informe de Eurofound.

A finales de agosto trascendió que el Ministerio de Trabajo y los agentes sociales ultimaban un nuevo subsidio extraordinario para 550.000 desempleados en todo el país. Una ayuda de emergencia de 430 euros por persona a percibir durante un periodo de tres meses, según los detalles del último borrador. 

La medida fue debatida desde finales de julio con sindicatos y empresarios

Una vez cerradas las conversaciones -con consenso- para la cuarta prórroga de los ERTE, el Ministerio de Trabajo se propone desatascar este nuevo subsidio. Las previsiones del equipo de Yolanda Díaz es poder reanudar las conversaciones antes de acabar el mes de octubre. El coste del mismo para el erario público ha sido uno de los principales obstáculos hasta ahora, pues en el fondo de la cuestión no hay grandes disensos entre Ejecutivo, patronal y sindicatos. Este coste rondaría los 900 millones de euros, según fuentes presentes en las conversaciones. Dicha medida vendría a ser una nueva escama del escudo social, dispuesta para cubrir el hueco entre la prestación que han dejado de cobrar y el nuevo ingreso mínimo vital, que arrastra un significativo atasco de gestión.

Mercado parado

Miguel Ángel Martínez cumplió hace apenas dos semanas dos años sin trabajo, y este final de mes el Sepe no le ingresará ninguna prestación. Llegó a la pandemia sin empleo y durante la misma agotó su prestación. El último trabajo de este barcelonés de 44 años era en una ludoteca y antes venía de varios empleos en el sector sociocultural y recreativo. Una depresión lo obligó a dejar su empleo y la caída de ingresos lo forzó a dejar su piso y volver a vivir con su madre. 

“Toda ayuda viene bien, pero si a mí durante tres meses me pagan 430 euros y luego se acaba, esa ayuda no me arregla nada. Yo lo que quiero es trabajar. Sentirme útil”, afirma. “¿Han necesitado siete, ocho meses simplemente para estos 430 euros durante tres meses? ¿Por tres meses se están comiendo la cabeza? Esto ya lo tendrían que haber arreglado hace tiempo”, añade.

“¿Por tres meses se están comiendo la cabeza? Esto tendría que estar ya”, dice Martínez

La prestación de paro se le ha agotado, no así la actitud y las ganas de trabajar. Lleva más de un año intentando reengancharse al mercado y la crisis económica que ha venido con el virus le ha puesto más difícil las cosas. Que gran parte de los procesos sean ahora exclusivamente virtuales no le ayuda. “Antes ibas a los sitios, veían si tenías actitud y al menos si te decían que no, lo tenían que hacer a la cara. Ahora no abren ni el mail con tu currículum”, cuenta. Miguel Ángel compagina la búsqueda de empleo con cursos de formación. “Todas las puertas que me pueda abrir… De trabajo ya agarro lo que caiga”, explica.

Hogares sin ingresos 

En España, un total de 670.900 familias se encuentran con todos sus miembros en paro y sin ingresos, según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa del INE referentes al segundo trimestre. Una cifra que ha crecido el 23% en el último año. Esa falta de ingresos se traduce en malabarismos cotidianos con los suministros, que no siempre son posibles. Uno de cada tres parados en Europa afirma que está atrasado con el pago de las facturas de los suministros, según un estudio de Eurofound publicado este mes sobre los efectos de la pandemia sobre el mercado laboral.

Sayah Djilali no cobra prestación. No porque la haya agotado (tiene 22 meses cotizados), sino porque no tiene acceso a la misma. Hace dos años tuvo que dejar su empleo para irse a Francia a cuidar de su madre enferma. Falleció, le salió una oportunidad laboral en Bélgica y se marchó para allá. Ahora, ya de vuelta en España, vive de los ahorros que consiguió hacer allí. Para este hombre de 61 años, la pandemia ha sido lluvia sobre mojado. La edad es la principal losa que le pesa. “Si te enseño todos los correos en los que me dicen que me han descartado, ganó un récord Guiness”, cuenta con sorna Djilali. 

“Con el Covid es más difícil lograr trabajo. Ven la edad y ya me descartan», señala Sayah Djilali

“Te ven la edad y ya te descartan. Ni te llaman para la entrevista y te lo dicen a la cara”, añade. Ha trabajado en el negocio de la exportación desde los años 80, principalmente bisutería, y habla árabe, francés, inglés y castellano. “Yo lo que quiero es trabajar, de lo que sea. Lo mío es el negocio, montar otra empresa, pero en este momento no dispongo de dinero... y tampoco acompaña el Covid”, afirma.

Ahorros mermados 

“Dos meses más aguanto, luego...”, calcula J.B., sin ingresos desde julio. Camarero en un hotel y con contrato de fijo discontinuo, este veterano de la restauración ya vio venir las vacas flacas en febrero. En marzo se quedó fuera del ERTE que realizó el hotel donde trabaja habitualmente, pasó a cobrar el paro y consumió de sus cotizaciones hasta julio, cuando la empresa lo volvió a llamar para trabajar tres días.

Desde entonces no ha vuelto a cobrar el paro y está a la espera de que el Sepe vuelva a reactivarle el pago por el que tiene cotizado. “Por suerte mi mujer trabaja y la hipoteca no es muy alta”, se resigna. J.B. reconoce que este septiembre trabajó dando servicio en un par de bodas en negro, por miedo a que esa nueva alta transitoria le supusiera un nuevo problema con el cobro de la prestación. “Te vas quitando de cosas, no fumo, no bebo, casi no salgo de casa… es frustrante”, dice.

Las centrales sindicales responsabilizan del bloqueo de los fondos a Hacienda

La idea del Ministerio de Trabajo es retomar la medida en el punto en que quedó en agosto, antes del parón estival, tras haberse discutido ya desde finales de julio con CCOO, UGT y CEOE. La titular de Trabajo adelantó ya el 11 de junio, durante su intervención en la Comisión de Reconstrucción en el Congreso, su intención de crear una “protección extraordinaria de carácter inmediato” para colectivos en paro que se hubieran quedado sin ingresos. Pero más de tres meses después, la iniciativa sigue sin ver la luz.

Desde los sindicatos deslizan que el subsidio se ha visto frenado por las reticencias de Hacienda y urgen a la ministra responsable del ramo, María Jesús Montero, a desbloquear los fondos necesarios para ponerlo en marcha cuanto antes. La patronal, si bien ve con buenos ojos esta iniciativa, insiste en la necesidad de mirar con lupa la disponibilidad presupuestaria. Y es que los números ya fueron motivo de choque durante las negociaciones para los ERTE.