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Más de 8.000 jóvenes canarios logran independizarse a pesar de la pandemia

El Archipiélago es una de las pocas comunidades donde la emancipación juvenil se ha incrementado este año | A otros la crisis les ha obligado a volver a casa de sus padres

Un joven hace la colada en una lavandería Carsten W. Lauritsen

Canarias es una de las comunidades en las que la población joven más está sufriendo los efectos de la crisis económica derivada del coronavirus debido a que buena parte de la juventud del Archipiélago ocupaba puestos de trabajo temporales que dependían del sector turístico. Sin embargo, a diferencia de lo que ha ocurrido en la mayor parte del territorio nacional, el porcentaje de población joven que se ha emancipado en el primer semestre de este año se ha incrementado respecto a la del año pasado. Lo que se traduce en que más de 8.000 jóvenes de las Islas han abandonado la casa familiar en 2020 a pesar de las dificultades de la pandemia.

Esto es lo que refleja el balance del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España que detalla que en el segundo trimestre de 2020 un 18% de la población entre los 16 y los 29 años ya se había emancipado. Lo que supone un incremento de 2,6 puntos respecto al porcentaje que existía a finales del año pasado.

Aunque el dato puede parecer contrario a la situación económica y laboral actual, el informe explica que este aumento es consecuencia del incremento de la población joven procedente de países extranjeros, que suelen presentar unas mayores tasas de emancipación respecto a los canarios.

Una de las jóvenes del Archipiélago que ha tomado la decisión de comprar una vivienda este año a pesar de la crisis económica es Brenda Frenquel, quien tras poner en una balanza el precio que tendría que abonar por un alquiler y el que debería afrontar tras firmar una hipoteca decidió apostar por esta segunda opción al comprobar que le salía más rentable.

De esta manera, hace ahora tres meses recibió las llaves de su nuevo piso en el municipio tinerfeño de Santa Úrsula. Aun así, reconoce que sintió “algo de miedo” al tomar esta decisión, ya que a pesar de que tiene un trabajo estable con unos ingresos que le permiten afrontar esta inversión, no ha desterrado por completo la idea de que “pueda quedarme sin trabajo en el futuro y tener que volver a casa de mis padres”.

Incertidumbre

Frenquel lamenta que actualmente los jóvenes siempre tengan que lidiar con esta inestabilidad e incertidumbre de no saber si podrán seguir desarrollando su vida de forma independiente. “Fue mi madre la que me animó a dar el paso y tengo la seguridad de poder volver a casa con mi familia y alquilar mi piso para poder seguir pagando la hipoteca en el caso de quedarme sin ingresos”, expone.

Esta joven apunta que pudo acceder a los fondos necesarios para comprar esta vivienda porque su entidad bancaria le facilitó el 100% de la financiación al tratarse de un inmueble propiedad del banco, ya que reconoce que ella no contaba con el ahorro suficiente para aportar una entrada para la compra del piso.

Sin embargo, la mayor parte de los jóvenes canarios no pueden acceder a la compra de una vivienda en propiedad debido a los requisitos que se exigen para obtener un préstamo hipotecario. El Observatorio de Emancipación asegura en su informe que debido a las condiciones laborales de esta generación es difícil que cuenten con un ahorro previo y una solvencia económica a medio y largo plazo.

Según este balance, una persona joven asalariada en Canarias tendría que destinar algo más del 60% de su salario para hacer frente al importe de la hipoteca.

El pago de una hipoteca supone el 60% de su sueldo y el de un alquiler, más de un 90%

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Por otro lado, el alza del coste del alquiler en el Archipiélago hace que este tampoco sea una alternativa para la población juvenil que quiera independizarse. De hecho, para arrendar una vivienda de un precio medio, un joven debería destinar más del 90% de su sueldo neto al pago mensual del alquiler, según este informe.

Además, la necesidad de acreditar una sólida capacidad adquisitiva es cada vez más habitual en los procesos de constitución de un contrato de alquiler, algo que perjudica a este colectivo.

Pero la debilidad de las personas jóvenes en el mercado inmobiliario no se encuentra solo en el momento de acceder por primera vez a una vivienda, ya que una vez han logrado establecerse por su cuenta tienen un mayor riesgo de experimentar una inestabilidad en los ingresos que en muchas ocasiones les lleva de vuelta a la casa familiar. Una circunstancia que la crisis provocada por la pandemia del coronavirus ha agudizado y que ha acabado con muchos jóvenes canarios retornando a casa de sus padres.

La emancipación de Jerimot Pérez fue un camino de ida y vuelta. Si en enero de 2018 había hecho las maletas para marcharse a Barcelona a trabajar en el sector inmobiliario, tras perder el trabajo hace unas semanas, tuvo que volver a empaquetar sus cosas para regresar a su antigua habitación en la casa de su padre, en el municipio grancanario de Gáldar. “En Barcelona vivía en un piso compartido y tomé la decisión de volver a Gran Canaria con mi familia”, sostiene.

Asegura que retornar al hogar familiar ha supuesto para él como “un parón en mi vida”, ya que ha pasado de tener una independencia y libertad financiera a “tener que convivir con la familia”. Aunque apunta que está muy agradecido de “tener un lugar al que poder volver” afirma sentir que “no puedo seguir avanzando en mi vida”. Por eso, su intención es volver a marcharse cuando las circunstancias de la crisis sanitaria se lo permitan.

Sarai Cruz había regresado a Tenerife a finales del año pasado después de estar más de cinco años trabajando en el extranjero. La pandemia truncó sus planes de pasar unos meses en casa de sus padres hasta poder establecerse por su cuenta. “Conseguí trabajó en febrero y empecé a mirar pisos pero nada más declararse el estado de alarma me despidieron y ya no hubo tiempo de concretar nada”, comenta.

Ahora reconoce que no tiene perspectivas de encontrar un nuevo empleo, pero espera que la situación sanitaria mejore para poder tener alguna oportunidad laboral hacia mediados del año que viene. “No quiero estar otro año parada”, evidencia. Cruz mantiene que le costó adaptarse a volver a vivir con su familia. “Lo peor es que no sabes hasta cuándo será, porque no es solo encontrar trabajo sino cuánto durará ese contrato, la inestabilidad laboral es lo que me da más miedo”, reconoce.

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