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Los camellos se quedan en paro

La falta de cabalgatas de Reyes deja a los camelleros sin un ingreso esencial | “Con los actos navideños pagábamos la paja de todo el año”, se lamentan los empresarios

Juan Ramírez y Norberto Pérez, empresarios camelleros.

Los camellos se quedarán sin Reyes este año. Y viceversa. Aunque en muchas cabalgatas ocupan desde hace tiempo un segundo plano como meros acompañantes –para aliviarles parte del estrés que les supone recorrer calles con música, luces y demasiada gente pendiente de ellos–, lo cierto es que sigue resultando difícil imaginar a Melchor, Gaspar y Baltasar sin estos mamíferos que durante siglos fueron empleados como animal de carga en el campo canario. Pero ahora, con la amenaza de una tercera ola de contagios de Covid como espada de Damocles tras las fiestas navideñas, las cabalgatas han desaparecido para evitar aglomeraciones y estos ejemplares de gran joroba se han quedado sin trabajo.

Con este panorama y después de un año sin apenas actividad, los camelleros no saben qué hacer. Los actos navideños suponían una fuerte inyección económica que también se ha esfumado, como los turistas. Juan Ramírez, propietario de Camel Safari Park, continúa con el negocio que sus padres abrieron en 1987 con apenas diez camellos. Ahora cuenta con 40 ejemplares –además de burros, gallinas, patos y pavos reales– y tres trabajadores en Expediente de Regulación de Empleo Temporal (ERTE) y dos en activo, entre ellos el propio Ramírez. “Hemos hecho cabalgatas por toda la Isla, desde el sur hasta el norte, desde Gáldar hasta Vecindario, Arucas, Telde, Moya o Firgas”, enumera recordando tiempos mejores. “Con este dinero, comprábamos la paja y maíz para todo el año”, se lamenta Ramírez.

Días gratuitos para residentes

No hay cabalgatas ni turistas, pero sí camellos. Al mes, el mantenimiento de estos animales puede suponer unos 3.500 euros, entre los gastos que conlleva su alimentación, el agua, la luz y la limpieza de las instalaciones, así como los cuidados veterinarios que requieren. El dueño del Safari Camel Park se plantea incluso venderlos fuera del Archipiélago ante la falta de perspectivas. Para evitar tomar esta decisión, esta empresa organizará unas jornadas de puertas abiertas para los residentes canarios. El objetivo es que acudan de manera gratuita los días 7, 8 y 9 de enero a esta zona de Fataga y así conozcan a los camellos, les den de comer y se animen a volver otro día con la familia o lo recomienden a amigos y conocidos.

Una manera de promocionar un espacio que ya no recibe la visita de británicos, ni alemanes ni peninsulares. Y que tampoco recibe ningún tipo de ayuda, como denuncia Norberto Pérez, copropietario de Camel Park. “Las perspectivas son negativas. Te ves entre la espada y la pared, no sabes qué hacer con los animales, no puedes cerrar porque tienen que ser cuidados y necesitas tener trabajadores para ello”, explica. Los amagos de recuperación que se han dado a lo largo del año con un turismo que iba y venía se han desinflado y los meses de pérdidas se acumulan. “Hasta el verano no vemos que vaya a mejorar la situación y todavía queda medio año. Esto es difícil porque hay animales y familias en juego. Si esto se alarga y nadie nos ayuda, ¿qué hacemos con los camellos, los mandamos al matadero?”, se pregunta Pérez.

Primer plano de uno de los camellos de Camel Park, empresa situada en Arteara.

La falta de apoyo solivianta a estos empresarios. “Hemos pedido ayuda a todas las instituciones, pero no hemos recibido nada. Se subvenciona al cochino negro o la cabra majorera, pero para el camello no hay nada, parece que somos millonarios porque trabajamos para los turistas, pero es que ahora no hay turistas”, recuerda Ramírez. El director general de Industria y Comercio del Cabildo de Gran Canaria, Juan Manuel Gabella, explica que estos empresarios pueden acogerse a los 12 millones de euros que se aprobaron para todos los autónomos y pymes de la Isla. “No podemos sacar ayudas específicas para cada sector”, asegura Gabella.

Mejor suerte en cuanto a las ayudas tienen en Lanzarote, donde en lo más duro de la pandemia se aprobó pagar parte de la alimentación de los camellos durante tres meses, a razón de tres euros diarios por ejemplar censado. Sin embargo y a pesar de que este dinero está aprobado y consignado en los presupuestos, todavía no lo han cobrado. Marcial Viñoly pasea a turistas por el bello paisaje del Parque Nacional de Timanfaya en sus 21 camellos, algunos de los cuales también se trasladan a la cabalgata de Reyes de la capital grancanaria cada año. Nacida hace más de medio siglo, esta empresa familiar sobrevive ahora en mitad de la pandemia. “Estamos aguantando el tipo y con mucho sufrimiento, como todo el mundo, sobre todo en Lanzarote, donde el 99% de los negocios depende del turismo”, reconoce Viñoly.

Este empresario, que asegura que se ha acogido a todas las ayudas disponibles, tiene la suerte de que el único empleado que tenía se jubiló. Son los hermanos Viñoly quienes mantienen ahora este negocio que también participaba en las cabalgatas de Puerto del Carmen y Tías, y San Bartolomé y Playa Honda, así como en actos navideños en hoteles. Con esos trabajos compraban la comida para tres o cuatro meses, una pérdida que se suma a la falta de turistas que se ha producido desde marzo, por lo que la actividad se encuentra por debajo del 20% de un año normal. Para evitar que la crisis vaya a más, “este año hemos parado la reproducción para que no nazcan más crías porque no sabemos qué va a pasar”, explica.

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Camellos que este año se han quedado sin cabalgatas Juan Carlos Castro

La precaución es comprensible después de que el motor económico de Canarias pareciera que iba a arrancar en varias ocasiones para luego calarse. “Hoy no ha llegado ningún turista y hay turoperadores que todavía deben dinero”, asegura el copropietario de Camel Park. Que no vaya a haber cabalgatas –en 2020 participaron en tres– tras un año en el que tampoco ha habido clientes es un nuevo palo para esta empresa que cuenta con 33 camellos y cinco empleados, dos en activo y tres en ERTE. “Eso siempre suponía una importante inyección económica que nos ayudaba muchísimo, sobre todo para compensar la temporada baja, y ahora nos ayudaría mucho más porque estamos sacando dinero de donde no hay”. En agosto se produjo un ligero repunte, pero luego las restricciones regresaron y todo el sector volvió a caer. Ahora esperan a Semana Santa y, sobre todo, al verano para empezar a remontar.

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