El presidente de la Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo (FEHT), José María Mañaricúa, reconoció ayer que las ayudas del Gobierno de Canarias —cifradas en 400 millones de euros entre subvenciones a fondo perdido y aplazamientos de impuestos— no serán suficientes por sí solas para evitar nuevos cierres de empresas, ni siquiera aun cuando se ponga en práctica el demandado plan de alivio fiscal. No obstante, puntualizó el empresario, las rebajas del IGIC y del IBI sí ayudarían a reducir el número de quiebras. Sea como sea, lo cierto es que las malas noticias siguen sucediéndose en el sector hotelero y no solo en el estrictamente hotelero. Tan es así, que también el negocio del time-sharing, a medio camino entre la industria turística y la actividad inmobiliaria, está contando bajas con el paso de los días. La última víctima es el conocido Club La Costa, que en 2013 cambió su nombre por el de CLC World.

Club La Costa es la filial española de la multinacional británica CLC World Resorts & Hotels. La firma explota hasta 14 establecimientos en el país, ocho de ellos en la malacitana Costa del Sol y los restantes seis en Canarias, en concreto en Tenerife. La empresa se ha visto obligada a declararse en concurso de acreedores —concurso voluntario— para tratar de evitar la quiebra. CLC World es todo un emblema en el negocio del time-sharing —multipropiedad— orientado hacia el mercado británico, que es el principal caladero de visitantes para el sector turístico tinerfeño, de ahí que la multinacional inglesa haya centrado en la isla del Teide su actividad en el Archipiélago. En concreto, la compañía ha pedido el concurso de acreedores para siete de sus filiales. En Tenerife, la firma tiene los resorts Monterey, Monterey Royale, Monterey Royale Signature, Paradise, Sunningdale Village y Sunningdale Signature, ubicados en los municipios de Adeje y de San Miguel de Abona.