La Provincia - Diario de Las Palmas

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La luz asfixia al comercio canario

La subida de la factura eléctrica supone un incremento de más de 400 euros mensuales para una panadería o 200 en una tintorería

Pedro Torón prepara un café en su cagetería La casita del jamón. | | JUAN CASTRO

Para poder hacer frente a la subida de la factura de la luz, una tintorería debe de planchar 80 camisas más, una panadería vender 1.600 panes más y un local de restauración servir 150 cafés más cada mes. La escalada de precios en la tarifa eléctrica ahoga aún más a las pequeñas empresas canarias, que han visto cómo en un año se ha duplicado el coste de la energía y en el último mes se han encadenado récords históricos casi cada día en el precio del megavatio hora, hasta alcanzar el pasado viernes los 153,59 euros. Y esto llega cuando las ventas y la actividad comercial no se ha recuperado del golpe recibido por la crisis económica derivada de la pandemia de la covid-19. «Este mes hemos pagado cerca de 400 euros más en la factura de la luz», lamenta Antonio Mendoza, gerente de las panaderías Mendoza, quien apunta que la suma del gasto eléctrico de sus cuatro establecimientos ronda los 2.800 euros, cuando el verano pasado era de, aproximadamente, la mitad. «La luz ha ido subiendo de una manera brutal», sostiene Mendoza.

Una trabajadora de las tintorerías Brisamar plancha una camiseta . | | JUAN CASTRO

La solución para compensar estos sobrecostes conlleva aumentar las ventas, pero la coyuntura social y económica no ayuda a los comercios a alcanzar ese objetivo. En este escenario, las empresas se plantean el dilema de incrementar el precio de sus productos o tratar de reducir la factura eléctrica restando calidad. «Utilizar los hornos a su máxima capacidad durante las primeras horas del día, para reducir el consumo de luz, implicaría no poder ofrecer al cliente un pan recién hecho a lo largo de la jornada, con lo que le menguamos la calidad de nuestro producto», explica Mendoza y reconoce que la empresa tiene que replantearse la manera de compensar el gasto energético.

Una empleada de las panaderías Mendoza atiende a dos clientas. | | JUAN CASTRO

Las tintorerías Brisamar tienen las lavadoras, secadoras y planchas en funcionamiento más de ocho horas al día para poder atender puntualmente los pedidos de sus clientes. «No podemos hacer nada para reducir la factura pues no podemos cambiar el ritmo de trabajo si queremos entregar la ropa a tiempo», explica la propietaria de la empresa, Lourdes Cabrera. Quien subraya que solo pueden permitirse apagar las planchas unas horas, mientras acumulan más trabajo. A pesar de esos pequeños ajustes en los protocolos del negocio, el recibo de la luz ha incrementado sus gastos cerca de 200 euros en el último mes.

El sector de la hostelería es uno de los más castigados por las restricciones impuestas para tratar de contener la pandemia, con el hándicap de la reducción de aforos, horarios o el cierre de los interiores, que ha dificultado la recuperación de los restaurantes y las cafeterías de las Islas. A esta delicada situación se añade ahora el incesante incremento de la tarifa eléctrica. «Todavía no me ha llegado la última factura, pero sé que voy a tener una subida muy importante, abro el buzón y ya estoy temblando», reconoce Pedro Torón, propietario de la cafetería La casita del jamón. Actualmente este negocio desembolsa cada dos meses entre 650 y 700 euros para abonar la factura de la electricidad, mientras que hace un año el importe oscilaba entre los 450 y los 500 euros. «Hay que servir muchos cafés y muchos menús para compensar la subida de la luz, pero no se venden porque la actividad ha disminuido por la pandemia, el teletrabajo y los protocolos sanitarios», detalla Torón.

Según los cálculos de Ana Mateos, agente del Operador del Mercado Ibérico de Energía (Omie) del Grupo Comercial Consulting, el coste energético se incrementó en julio en un 45% respecto al mismo mes de 2020 y el aumento alcanzará en agosto hasta el 60%. «Todos los sectores se han visto afectados, habrá un efecto dominó que terminará por reflejarse en una subida de precios a los clientes si quieren equilibrar las cuentas», apunta Mateos. Quien lamenta que el cambio tarifario haya «machacado» a la poca industria que existe en las Islas.

De momento, Cabrera, que mantiene seis puestos de trabajo en sus tres tintorerías, no se ha propuesto encarecer sus servicios porque ha logrado mantener el mismo nivel de actividad que antes de la pandemia y confía en que el aumento del coste de la luz responda a una situación puntual. Aunque apunta que si el importe sigue elevándose no tendrá más opción que repercutirlo en sus precios.

Por su parte, Torón reconoce que sí se lo ha planteado. «Además de la luz han aumentado los costes de productos básicos como el aceite o la leche, así que sí he llegado a pensar en repercutir esos incrementos en los productos que servimos, pero no lo hago por temor a que los clientes dejen de venir o consuman con menos frecuencia», sostiene Torón. Asegura que las características de su negocio hacen imposible un cambio de rutinas para tratar de reducir los costes del recibo eléctrico, ya que «no podemos hacer todos hornos de pan antes de las ocho de la mañana, la cocina se tiene que encender en el horario que toca y la cafetera no se puede tener apagada», expone el hostelero, quien cuenta con tres empleados en plantilla.

Mendoza también explica que la mayoría de las materias primas que precisa para fabricar el pan y los dulces han visto incrementado su precio en el último año, debido a diferentes factores como el encarecimiento del transporte. “La harina es cinco céntimos más cara por kilo, pero no lo estamos repercutiendo en nuestros productos porque sabemos que la situación de nuestros clientes tampoco es la mejor”, asegura Mendoza, quien mantiene una veintena de puestos de trabajo en cuatro panaderías.

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