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José Antonio Younis Catedrático de Psicología Social de la ULPGC

José Antonio Younis: «La precariedad, sin paliativos, es lo que define hoy en día a los jóvenes»

«La precariedad, sin paliativos, es lo que define hoy en día a los jóvenes»

El estudio ‘El futuro es ahora’ analiza la realidad de los jóvenes de entre 16 y 34 años, en un escenario pandémico con desalentadoras perspectivas de futuro. El catedrático de E.U. de Psicología Social de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, José Antonio Younis desgrana las claves de esta generación que se enfrenta a un ranking de preocupaciones encabezado por el empleo, la vivienda, la jubilación o el medio ambiente.

Los botellones en plena pandemia de coronavirus, incumplimiento de cuarentena... ¿Cree que este comportamiento define a la juventud actual?

Ni mucho menos. La hipocresía de fondo es muy contingente a cómo se trata a los jóvenes, especialmente por la gestión política de hacer estudios para nada. La versión culpabilizante (los jóvenes son el problema) achaca a los más jóvenes su irresponsabilidad por hacer botellones, ir de fiesta... Ha sido una constante mediática representar al colectivo juvenil como que son el problema de que pueda haber repuntes de la pandemia y se acelere la cadena de contagios. Esta versión pone el acento en cuestiones de orden social y es la versión más representada y que más ha calado en la población. En el extremo contrario, la versión de que los jóvenes tienen problemas ha ofrecido menos enjundia noticiosa a los medios y ha calado menos en el imaginario colectivo: solo de vez en cuando se ha informado de las graves dificultades de emancipación juvenil y de desarrollo en todos los sentidos -académico, desigualdad educativa, laboral, emancipación del hogar familiar-, ya de por sí bastante precaria, sobre todo a partir de la actual pandemia. El Informe Juventud en España 2020, elaborado por el Instituto de la Juventud de España (Injuve), resalta todas las dificultades que asolarán a nuestra juventud debido a la pandemia. Igualmente, en el informe Juventud en riesgo. Análisis de las consecuencias socioeconómicas de la Covid-19 sobre la población joven en España del Consejo de la Juventud de España (CJE) y el Instituto de la Juventud (Injuve) se analiza el impacto desigual de la crisis económica en las condiciones laborales de la población joven, confirmándose la hipótesis de los efectos más lesivos sobre quienes ya previamente se encontraban en posiciones de mayor vulnerabilidad, muchas de ellas jóvenes. La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en Los jóvenes y la COVID-19: efectos en los empleos, la educación los derechos y el bienestar mental, afirma, por otro lado, que «el impacto de la pandemia en los jóvenes es sistemático, profundo y desproporcionado».

¿Qué peligro tienen estos estereotipos de jóvenes irresponsables?

La mirada culpabilizante es una proyección de los temores de nuestro instalado y autocomplaciente mundo adulto. Los jóvenes, o son el diablo o son unos ángeles. Versiones según nos vaya en los espejos de feria que les pongamos delante. Si el espejo los hace lindos y estirados, son voluntarios en ONGs y ecologistas, feministas...; y, si son escandalosos, hacen botellones, malcriados, libertinos, violentos y un largo etcétera, el espejo los hace deformados y mofletudos. Ninguna versión explica que los jóvenes no son tan diferentes, y que desde Sócrates y sacerdotes del Mundo Antiguo se les critica porque, claro, toda generación que desembarca viene a ocupar tu puesto, viene a cuestionar lo que has hecho…. Por otro lado, está la otra hipocresía, si el ocio que les dejamos tener es un ocio propio del consumo y la cultura comercial de bares, discotecas y centros comerciales, si los espacios son espacios donde siempre deben pagar por consumir hasta el aire, viviendo como viven en la precariedad manifiesta, sin grandes horizontes futuros o poco claros, uniendo estas edades por la que todas y todos hemos pasado y hemos sentido la necesidad de sociabilizarnos mediante el gozo del cuerpo y del espíritu, es lógico que escojan las alternativas que tienen a mano para superar estos «contratiempos del tiempo» que les ha tocado vivir.

«Ser adictos en un mundo de soledades, es un comportamiento del que apenas son conscientes cuando han apostado en poner todas sus transferencias emocionales en las redes»

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¿Qué cree que define a la actual generación de 18 a 30 años?

La precariedad, sin paliativos es lo que define hoy en día a los jóvenes. La integración social pasa por la integración económica en las sociedades fuertemente estratificadas como así lo es la nuestra. Ahora cada uno debe ser empresario de sí mismo y con mucha resiliencia. Pero la integración social no es solo dejar que cada uno o una elija su sexo, que se pueda contraer matrimonio con otra persona de su mismo sexo, etc. Es decir, todas las políticas de diversidad que quieras. No se trata solo de integración cultural, de las diferencias, sino de integración a través de la cooperación y la ayuda mutua, de integración de todos iguales ante la ley -ellas y ellos ven cómo ser rey o rico te permite hacerla sin pagarla-, de integración en el cuidado de la vida, que se ha dejado prácticamente en manos de las mujeres, de integración para un desarrollo humano sostenible que deje algo para las próximas generaciones. ¿Cuántos panfletos políticos o programas electorales hablan de una integración ficticia, de postureo oportunista? Concluyendo, se definen por su integración en el ocio y el consumo, sin integración social plena, por lo que se les representa cada vez más como consumidores en un mercado de bienes que compran con empleos precarios e inestables (que dé para consumir) y no como ciudadanos y ciudadanas con derechos y deberes.

¿Cuál es la situación a la que se enfrentan?

Yo ampliaría la pregunta diciéndolo en plural: ¿a qué situación nos enfrentamos todos? Porque este mundo individualista y de gladiadores aislados es en lo que nos han hecho creer a todos y todas. Es mentira: si los jóvenes no tienen futuro, tampoco nadie lo tendrá; si tienen dificultades para construirse una biografía más estable, el resto de la sociedad también lo tendrá. Hay mucho totorota que piensa que la suerte de uno es la desgracia del otro, cuando en realidad mi suerte es tu suerte y tu desgracia es mi desgracia. Todavía estamos con la lógica clasificatoria de Aristóteles del sí o no, cuando la lógica social nos está mostrando que solo cambiaremos cuando dejemos ser a los que vienen detrás de nosotros y, para eso, debemos darnos cuenta, no ya qué somos los seres humanos, sino si realmente sabemos qué queremos ser.

Estamos ante la generación mejor preparada y sin embargo con peor expectativas, de hecho, sus principales reivindicaciones son empleo y vivienda y jubilación. ¿Cómo se explica esto?

La mejor preparada depende de para qué. Si lo que se me pregunta es que estar más preparados es tener mejor futuro laboral y vivienda, pues no y sí a la vez. Hay que quitarse la idea de la cabeza de que todos los jóvenes pertenecen a una misma categoría social por ser jóvenes, porque en la práctica los menos formados y los pertenecientes a las clases bajas son los que están siendo desplazados por los que tienen mejor capital de formación. El fracaso escolar es mayor entre los desempleados menores de 25 años, que son, precisamente, los que menos trabajo tienen, mientras que los muy formados tienen empleo precario, de modo que tienen un capital cognoscitivo que les sirve para trabajar donde diga el mercado y sin más desarrollo que el que marque la naturaleza de las relaciones de producción del momento histórico. Aparte de que es un problema estructural del sistema productivo español, tan del ladrillo y la bandeja para servir a los turistas, hay un problema que nos dice que no es exclusivamente un problema de formación el desempleo o el empleo sobrecualificado, sino de otros aspectos que tienen que ver con la propia inmigración y la limitada capacidad del sistema español para absorber a los jóvenes cualificados y más talentosos. Por otra parte, ¿quiénes han sobrecualificado a los jóvenes para determinados empleos y después les han dicho que no los necesitan? Que se pregunten por qué beneficia al mercado la sobrecualificación.

¿Qué hay detrás del aumento de actitudes homófobas entre los jóvenes, de los discursos de odio?

Los conflictos intergrupales tienen raíces en la bomba de relojería de las identidades que aspiran a ser algo más de lo que son en estos momentos. Y los jóvenes, por ciclo de vida, aspiran a realizarse en la vida, pero tienen las consabidas dificultades que ya sabemos. La privación relativa de los blancos que perdieron poder económico y medios de vida, durante las crisis económicas de Estados Unidos en los años treinta, dieron lugar a más linchamientos de las personas afroamericanas con la escasez del algodón. Y hoy, con un panorama de malestar social, de que aquello que se nos prometía y a lo que aspirábamos como buena vida nos dejó sin postre, la ira a discreción crece y dispara en todas las direcciones, alentada por la derecha populista que tanto crece en Europa y que tiene en sus filas a muchos jóvenes descontentos ¿Acaso no saben que hombre y joven comparativamente con otros partidos es el que más vota a Vox? Los jóvenes de las muchas encuestas que he realizado sobre su personalidad social creen todavía en que con sus esfuerzos llegarás más lejos y serán recompensados, pero esa idea va perdiendo aire. Aunque todavía estamos en un proceso naciente de hacia dónde nos llevará la soledad democrática en la que han quedado los más jóvenes, podemos intuir que no parece ser todo lo bueno que nos gustaría si atendemos qué ecos nos llegan del pasado.

«La versión culpabilizante de la juventud en la pandemia es la más representada y la que más ha calado en la población, sus dificultades han tenido menos enjundia»

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Pros y contras de internet y las redes sociales.

Parece ser que los grupos virtuales son el único medio donde más se sienten aceptados, pues los medios clásicos de socialización de la familia, los medios de comunicación, la escuela, las organizaciones que emplean a personas, etc., no se sienten tan pertenecientes y aceptados como con sus grupos de iguales. Es el gran drama, aunque se desarrolle en las redes virtuales, pues la cosa no es ser incluido sino no ser rechazados. La necesidad de pertenencia es el más grande motivo social de los humanos. El drama es que es el medio donde se valoran a sí mismos y a los demás, donde ocurren las cosas más crueles y felices. Compiten por la autoestima en las redes, pero por el contrario pueden no tener tantos amigos en la realidad no virtual. Ser adictos, en un mundo de soledades, y no exageramos, es un comportamiento del que apenas son conscientes cuando han apostado en poner todas sus transferencias emocionales en las redes.

Los jóvenes reivindican ser escuchado, sin embargo, cada vez hay menos asociacionismo juvenil en las universidades, por ejemplo. ¿A qué cree que es debido?

Esa es la paradoja. Creen que, por las redes, por internet, con las pertenencias virtuales de las que antes hablábamos es suficiente, porque da la impresión de «llenado» y de «máxima llegada», en un medio efímero y de pensamientos volátiles y poco elaborados. En una sociedad donde se ha mermado la cultura de la solidaridad, ¿qué esperábamos? La incorporación de la tecnología a la vida diaria ha supuesto la reconfiguración de muchos conceptos debido a la nueva situación que plantea la red. Como el ocio, que ya no es el que era de antes de la red internet, de la misma que eso ha cambiado la idea de asociacionismo o las formas de participar en la política. Algunos estudios sugieren la gran transformación que ha supuesto el voluntariado digital, mientras otro tipo de asociacionismo parecen ir a menos o ser menos minoritarias. Campañas, votos, etc., formarán parte de la red y es ahí donde se decidirá el asociacionismo del futuro, con sus congresos y reuniones mundiales.

¿Cree necesario un cambio generacional en la política?

No creo que valga el buenismo de, ay, que vengan los jóvenes. Mira, aquí, o hacemos las cosas todos juntos, aprendiendo a entendernos o nos vamos todos a la porra. Si entendemos que el cambio vendrá de mano de alguna categoría social aislada, salvífica y redentora, vamos mal. Pero si he de ser sincero, caigo en el mismo pecado que aquí critico, porque, de verdad, que la categoría que me planteo es la de género. Un cambio de género haría más que un cambio etario o generacional. A lo mejor mujeres jóvenes. ¿Y por qué he dicho mujeres? Pues mujeres con hombres gobernando, pero no con la paridad engañosa de ahora. ¿Ha tenido España presidentas de gobierno? Pocos lugares del mundo y, no siempre con buenos resultados, pero también tienen derecho a meter la pata como los hombres nos hemos equivocado tanto a lo largo y ancho de la existencia de la política como forma de entendimiento para poder vivir en sociedad.

¿Qué tiene que cambiar para que se sientan parte de la solución y no del problema?

¿Cambiar? Es algo imponderable. Uno diría que tiene que cambiar la política, pero la política la hacemos los hombres y algunas mujeres. No creo que, por otro lado, se sientan parte de ningún problema, porque el problema se lo hemos creado nosotros a los jóvenes, no ellos a nosotros. Si hay solución no lo sé, porque son procesos históricos imprevisibles y de largo alcance. Es fácil decir que haciendo esto y aquello volveremos a la feliz arcadia de la armonía social. Sin embargo, si tengo clara una cosa que me ha enseñado la ciencia que practico: la psicología social tiene un principio importante en sus explicaciones de la conducta humana, el situacionismo. Cuando los comportamientos de las personas se explican más por las circunstancias que las rodean y menos por sus características de personalidad, hablamos de situacionismo: el poder de la situación es ciertamente inmenso. Pero me interesa dejar muy claro que inmenso no significa definitivo: en el ser humano no hay nada determinista. Y si la situación tiene tanto poder sobre nosotros es precisamente, y sobre todo, porque desconocemos la fuerza de tal poder. Me gustaría que nuestra entrevista fuera de alguna ayuda, por poca que fuera, para hacemos más racionales, más solidarios y más libres frente a las fuerzas del ambiente, tanto del ambiente físico como especialmente del ambiente social, así que no le echemos la culpa de todo al virus.

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