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Recuperación económica | El oasis estival de Fuerteventura

El verano insufla aliento al turismo y al comercio majorero

Los establecimientos ligados al sector turístico viven con recelo la entrada del otoño y temen que vuelva a reducirse la actividad

El verano insufla aliento al turismo y al comercio majorero

El verano ha servido de balón de oxigeno para el sector turístico de Fuerteventura, que ha visto en los meses de julio y agosto un oasis tras la sequía desencadenada por el estallido de la pandemia de la covid-19. Después del batacazo del cero turístico, el corazón de la economía majorera recupera el pulso gracias a la llegada de los visitantes, sobre todo, nacionales, que vuelven a llenar las playas, los hoteles y los restaurantes de la isla. No obstante, los comerciantes y hosteleros viven los meses estivales como un espejismo y temen que con la entrada del otoño la recuperación económica retroceda a los niveles previos al verano. «Hay días y horas a las que tenemos colas para comer. Nuestra actividad se ha incrementado entre un 10 y un 20% con respecto al año pasado, pero todavía nos queda camino para llegar al ritmo de antes de la pandemia», apunta el propietario del restaurante La Cofradía, en Corralejo, Ramón Álvarez. Quien reconoce que espera la llegada de septiembre «con miedo» y está expectante ante la posible evolución de la crisis sanitaria y las restricciones que puedan imponer al sector.

El verano insufla aliento al turismo y al comercio majorero I. Durán

Las sombrillas, toallas y tablas de surf tiñen de color la costa de la isla. La imagen de las playas se va asemejando cada vez más a la que había antes de la pandemia y los turistas vuelven a disfrutar de los grandes atractivos de Fuerteventura. «En agosto hemos tenido un nivel de ocupación muy bueno, exceptuando la zona de El Castillo, que depende más del turismo británico», señala Antonio Hormiga, presidente de la patronal turística de Fuerteventura (Asofuer). Según el portavoz de los hoteleros majoreros, la zona norte de la isla ha tenido algo más de actividad, porque «va más turismo nacional y personas de todos los niveles adquisitivos». Debido a la situación sanitaria, muchas personas han optado por el alojamiento vacacional por segundo año consecutivo, en aras de evitar el contacto con otros viajeros. «Hay establecimientos en overbooking y otros están con una ocupación de entre el 60 y el 70%, mientras que el verano pasado rondaba 50% en los meses de verano», sostiene Hormiga, quien asegura que los tres núcleos turísticos del norte de la isla –Corralejo, El Cotillo y Los Lajares– están al máximo de su capacidad. El turismo nacional ha salvado la temporada en Canarias y, en concreto, Hormiga valora el turismo insular, porque «siempre salva a Fuerteventura, ya que es una isla muy querida».

Cuando cae la tarde, la avenida Nuestra Señora del Carmen, arteria principal de Corralejo, se llena de visitantes que pasean después de una intensa jornada de playa. Recorren los establecimientos de la zona comercial y buscan actividades que realizar durante el resto de sus vacaciones. A lo largo de toda la calle hay varios negocios que promocionan todo tipo de excursiones y atractivos turísticos de la isla. Daniel Catania está al frente de Safari Hut, una pequeña agencia que ofrece más de 70 actividades de recreo. «Este año casi hemos doblado nuestra carga de trabajo con respecto al año anterior y estamos casi como en el agosto de 2018, porque antes de la aparición de la covid-19 hubo un par de veranos bastante malos debido a diferentes motivos entre los que se encuentra la caída de Thomas Cook», explica Catania, quien es de origen italiano, pero lleva 14 años trabajando en el sector turístico de Fuerteventura. Según detalla, el turismo que atiende es «muy variado» y la mayoría llega desde países europeos como Alemania, Suiza, Italia, Holanda, Portugal o Polonia. Con respecto a las actividades más demandadas por los turistas destaca el alquiler de buggies y motos de agua y las excursiones para conocer Fuerteventura, así como Isla de Lobos o Lanzarote.

Pero si hay actividades que son motor económico de la isla y, además, son capaces de atraer a miles de turistas cada año, son todas las relacionadas con los deportes acuáticos y el viento. «Ya hemos recuperado el mismo trabajo que antes de la pandemia, no hemos notado bajón, ni siquiera en invierno», explica la responsable de la escuela de surf Free Surfers School, Ruth Pardo. Quien reconoce que están atendiendo a más clientes que en marzo de 2019, porque «hay mucha gente que antes elegía destinos más lejanos para irse de vacaciones y ahora optan por Canarias, porque dentro de las opciones nacionales lo ven como lo más exótico».

Esta escuela de surf, que imparte sus cursos en las playas del norte de la Isla, trabaja especialmente con turistas nacionales. Por esto, subraya Pardo, han tenido menos dificultades para retomar y mantener su actividad. «Hay escuelas que están centradas en el turismo extranjero y lo han pasado peor, incluso algunas han tenido que cerrar y vender su material», relata.

Cuando volvieron a abrir las puertas de la escuela tras el confinamiento Pardo percibió que los hábitos para contratar los servicios habían cambiado. «Ahora los clientes quieren reservar con poca antelación y, además, hay muchas más cancelaciones. Para nosotros es un doble trabajo, pero al final te acostumbras, porque llevamos más de un año así», señala la responsable de la escuela. Aunque los precios de los cursos son siempre los mismos, en los últimos meses han detectado que los clientes esperan que se les haga paquetes especiales u ofertas, porque «creen que hay poca demanda y cuando llegan a la isla se sorprenden». En los meses de verano, apunta Pardo, los clientes son más jóvenes, de entre 20 y 35 años, y hay muchas familias, mientras que en el resto de los meses la media de edad sube hasta los 45 años. «Cuando entran los swells de invierno mejoran las olas y vienen turistas con un nivel de surf más experimentado», concluye la responsable de la escuela.

La pandemia obligó a muchas empresas de alquiler de vehículos a deshacerse de parte de su flota para poder sobrevivir. Si a esto se suma el desplome que experimenta la fabricación de vehículos, el resultado es que el stock de las compañías se ha visto reducido al mínimo y les es casi imposible cubrir la demanda de vehículos. «Este verano ha sido un disparate. En todos los años que llevamos aquí nunca habíamos visto esto», asegura Yeray Alonso, responsable de Autos Alonso, una empresa familiar de alquiler de vehículos situada en la avenida principal de Corralejo. «Nosotros quitamos casi la mitad de nuestra flota, pero ni con todos los coches que teníamos antes hubiéramos podido hacer frente a la demanda que ha habido en julio y agosto, que ha llegado casi al 300% de la que tuvimos el año pasado.», destaca.

Alonso declara que uno de los factores que han influido en el incremento de la demanda es que muchos turistas prefieren conducir su propio vehículo para evitar compartir el transporte público o las guaguas de excursiones para no compartir espacios cerrados con otros viajeros. Con el aumento de la demanda se ha registrado un incremento de las tarifas. «No me parece correcto que se atraque a los clientes, porque eso supone que el año que viene no repitan», alega Alonso. Quien añade que si los turistas se quedan con la idea de que Canarias es un destino caro no volverán y eso es «pan para hoy y hambre para el próximo verano».

El sector del taxi se ha beneficiado ligeramente de la carencia de coches de alquiler. Carmelo Figueroa, uno de los 57 taxistas que trabajan en el municipio de La Oliva, afirma que en julio y agosto han tenido más trabajo porque «al no poder alquilar su propio vehículo, los turistas han optado por los taxis como alternativa». Sin embargo, asegura, al sector le queda más de un 25% de actividad por recuperar para llegar al nivel de facturación previo a la pandemia. «Nuestros principales viajes son ida y vuelta a las playas y alguna carrera al aeropuerto», manifiesta el taxista. Quien defiende que todavía hay muy poco viajero alemán e inglés, que «son la principal fuerza turística de la isla». Figueroa comparte con los empresarios del municipio el temor por la llegada del otoño. «Durante la pandemia nos organizamos para trabajar hasta en cuatro turnos, porque no había tarea para todos. Es probable que en septiembre tengamos que volver a reducir el número de taxis que salen cada día», concluye.

Luchar hasta la extenuación

La perfumería Edelweiss ocupa un lugar privilegiado en la avenida central de Corralejo. Sin embargo, una de sus propietarias, María de León, lamenta que el verano no haya sido todo lo bueno que esperaban. «En julio hubo mucho surfista y mucha gente joven y eso para los restaurantes fue maravilloso, porque son de ir a la playa todo el día y después salir a cenar, pero para los comercios como nosotros no ha sido tan positivo», explica. Si bien, en agosto «se ha visto algo más de movimiento gracias al turismo nacional», afirma y subraya que han notado «algo de mejoría con respecto al año pasado, pero no es para tirar cohetes».

Tras la pandemia este negocio familiar, formado por ocho perfumerías de la misma cadena, ha visto como sus ventas se han reducido cerca de un 70% con respecto a las que tenían antes de la pandemia. «Ha sido mortal, hemos sacado de donde no hay para poder pagar», confiesa De León. Quien reconoce que «es un agobio continuo», que le ha generado «una ansiedad terrible». «Llega un momento en el que no sabes cómo afrontar la situación, porque es una bola que cada vez es más grande», lamenta.

Además, la responsable de este establecimiento muestra su preocupación por la situación sanitaria, ya que hay turistas que visitan el municipio y no respetan las restricciones. «Este año hemos salido más en las noticias que nunca, pero por los botellones que se hacen en las playas», asevera De León. Quien no oculta su malestar ante estos comportamientos, porque hay muchos empresarios como ella que «luchan cada día para sacar sus negocios adelante» y saltarse las normas sanitarias no ayuda a la recuperación económica.

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