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Maite Menéndez Economista

Maite Menéndez: «Es difícil que vuelva a ocurrir lo de las preferentes, ahora hay más controles»

Maite Menéndez Menéndez. | | IRMA COLLÍN

Maite Menéndez Menéndez es la responsable de control de la gestión de la actividad bancaria del banco francés Crédit Mutuel. Estudió Económicas y su carrera profesional está ligada a la banca. 

¿Cómo fueron sus primeros pasos en el Banco Popular?

En aquella época te mandaban a sucursales, a mi me tocó Humanes en Madrid, que está muy cerca de Fuenlabrada. Pasaban las ovejas por el centro del pueblo y pagábamos cheques de 50 céntimos a los pastores. Era una sucursal curiosa. Y de ahí me mandan a la dirección general, a inversiones. Pasé de estar seis meses entre ovejas a la calle Goya esquina con Velázquez de Madrid. Trabajábamos un piso por debajo del consejero delegado.

Y de ahí a Francia.

Por aquella época, el Popular empieza a ver que su filial en Francia no tiene mucho futuro. Era una filial que el banco había creado para los inmigrantes españoles y que vivía del cambio entre la peseta y el franco. Cuando entra el euro ese negocio se va al garete. Y deciden hacer banca clásica. Inversiones, créditos… Y me mandan a crear el departamento de inversiones en Francia en 2003. Fue una experiencia dura, pero impresionante. Me sorprendió que dos países vecinos sean tan diferentes.

¿Por ejemplo?

Los franceses son mucho más reivindicativos que los españoles, tienen más claros sus derechos y que no los pueden perder.

¿No había tanta facilidad para dar créditos como en España?

No. Allí incluso se han endurecido más las condiciones para la concesión de créditos. Siempre hubo reglas que iban en función del sueldo de la persona para que le quedase lo que ellos llaman una parte para vivir, por lo que alguien que pedía el préstamo no podía endeudarse más de un 30% de lo que ganaba. Y allí la financiación de la promoción inmobiliaria protege mucho más al comprador.

¿El colapso financiero de 2008 le pilla en Francia?

Si, y en aquella época, en 2008, el Popular vende su filial francesa al banco en que estoy ahora, el Crédit Mutuel, donde entro en el departamento de inversiones, en París. Haciendo trabajo de analista.

¿Cómo es esa entidad?

Nació en Alsacia. Su origen está en el pueblo, fueron los habitantes los que se pusieron de acuerdo para crear su propio banco y gestionar el dinero. Los que tenían dinero daban préstamos a quien no lo tenía.

¿Es un concepto similar al de las cajas rurales españolas, no?

Sí. Pero la particularidad es que allí se conservó el concepto original. Este es un banco que pertenece a sus clientes. Cada uno de ellos tiene una participación en la entidad y también participa en las decisiones. Otra diferencia con España, es que allí la banca colabora con el cliente.

Por aquella época comienza la fusión de entidades que aún continúa, ¿por qué el sector va hacia esa mayor concentración?

El problema que tenemos las entidades bancarias es el de la reglamentación, que cada vez es más dura y nos oprime. Que esa reglamentación tiene una base es cierto, pero hemos llegado a un punto en el que hay cosas innecesarias.

¿Se endureció esa reglamentación con la pandemia?

Todos los días a las cuatro de la tarde teníamos una una conferencia virtual con el Banco Central Europeo, para el análisis de liquidez. Ese organismo temía que hubiera una crisis de liquidez, que la gente empezara a sacar dinero de forma masiva de los bancos.

Pero no ocurrió ni ocurre.

No sé lo que está pasando en España, pero en Francia la tasa de ahorro está en niveles que no se conocían desde hace años, lo cuál supone un problema para los bancos también, por el precio del dinero.

¿Qué supone eso?

Nosotros tenemos muchas sucursales fronterizas con Suiza y allí empiezan a cobrar por depósitos de más de 5.000 euros, por lo que estamos teniendo migraciones de suizos. Si sigues la lógica económica tiene sentido porque ahora el precio del dinero es negativo.

¿Y lo de cobrar por tener el dinero depositado en el banco se puede extender a España?

Solo lo han hecho Dinamarca y Suiza. No creo, haces eso en Francia y tienes otra revolución. De hecho, allí sigue habiendo depósitos remunerados, cosa que en España ya no hay desde hace años. Para los economistas todo esto va en contra de lo previsto. Las previsiones que teníamos eran que los tipos de interés iban a ir subiendo poco a poco, pero llegó esta crisis...

¿En la crisis de 2008 hubo retirada de depósitos en masa y se llegó a hablar de un corralito?

No. Eso no se llegó a notar. La crisis fue de impagos, de deuda. Las subprimes suponían que lo que tú habías financiado no tenía ya valor. Te encontrabas con que un señor te dejaba de pagar y tenías un piso en Vallecas que valía más bien poco. Uno de los problemas de los bancos españoles eran los embargos, por eso crearon filiales para hacerse cargo de ellos. Los bancos se encuentran en aquella época con una serie de inmuebles que han perdido el valor, hasta en un 60 o un 70% y que tenían que mantener.

¿Se cambió la forma de analizar los riesgos?

Se empiezan a poner otras normas. Ya no hay un acceso tan fácil al crédito. Hubo momentos en España en que se financiaba la totalidad del piso más los gastos de los muebles… se financiaba todo y por mucho tiempo. Hasta 40 o 45 años, lo que es una aberración económica. Después de un tiempo en Francia volví a España, a la filial de Crédit Mutuel, a Tardobank, y allí me pilló la etapa de las cláusulas suelo.

¿Y cómo actuó el banco ante aquel problema?

Devolviendo el dinero a la gente. Era imposible que un cliente entendiera las cláusulas. Los notarios también tenían una cierta responsabilidad, porque se supone que vas allí a que te expliquen lo que estas firmando. Ahora tenemos mucha más reglamentación para proteger al cliente.

¿Puede volver a ocurrir eso?

Ahora es muy difícil. Hay más protección para el cliente, que está más blindado. El mecanismo de resolución única (un sistema de protección creado por la Unión Europea) protege al contribuyente.

¿Y ha mejorado algo la cultura financiera?

El problema que tenemos con la cultura financiera es el mismo que con cualquier tipo de cultura, las redes e internet. La gente tiene mucha información, pero no siempre es la correcta ni la fuente es la adecuada. Ahora hay leyes para proteger al inversor, para que una persona que va a invertir en productos complejos sea consciente de lo que va a firmar. La ley es un rollo, pero te está protegiendo. Es un test, un filtro, con el que se define el perfil como inversor y si eres consciente del riesgo que vas a tomar.

¿Qué opina usted de las criptomonedas?

Creo que puede ser la próxima burbuja. La ventaja que han traído es la del blockchain que es un sistema informático que se puede aprovechar para otras cosas. Pero en la economía tradicional cuando tienes una moneda, es el banco central el que te asegura esa moneda. Sin embargo, cuando inviertes en bitcoins tu seguro es el blockchain, el hecho de que haya unos ordenadores conectados en cadena. Cuando estaba en el Popular tenía como cliente a Forum Filatélico y ya en aquella época me acuerdo de poner esas inversiones en duda.

¿Cómo vivió el escándalo del francés Jérôme Kerviel (un bróker de la Société Générale que, apostando a la baja, provocó unas pérdidas millonarias)?

Ese caso provocó qué ahora haya todo tipo de controles para ese tipo de movimientos. Fue un tsunami. Un operador de mercado, por muy alto que sea, tiene que tener un jefe, y ese jefe otro superior por encima. La cuestión es cómo pudo pasar eso en un banco, cómo pudieron saltarse los controles.

¿Cómo va la transformación digital de la banca?

Lo que se está intentando es hacer un mix y decirle a la gente que detrás de la máquina siempre va a haber una persona que te va a escuchar si tiene un problema. Se está intentando trabajar en esa imagen. En Francia cada cliente tiene su propio asesor, con un número de teléfono. Se está invirtiendo también mucho en inteligencia artificial que se está usando para cuestiones que sean fáciles de resolver y que se puedan dar un valor añadido. Por ejemplo, un cliente que pierde una tarjeta necesita una respuesta muy rápida y muy efectiva y de esa forma, con inteligencia artificial, se evitan pasos intermedios y se acelera el proceso.

¿Y cómo integrar en esa nueva banca a las personas mayores?

Hay problemas de integración. El hecho de que se cierren sucursales está dejando a muchas personas que viven en zonas rurales sin acceso a cajeros. Durante la pandemia, en Francia se hicieron muchos cierres perimetrales, pero muy cortos, con lo que hubo personas que no podían ir a recoger su pensión. Hay personas que ni siquiera han entrado en la tarjeta, así que ¿cómo vamos a pretender que esa gente entre ahora en la banca digital?

¿Ha mejorado la imagen de la banca desde la Gran Recesión?

Creo que no. La gente sigue teniendo bastantes reticencias y es mucho más desconfiada cuando va al banco. Parte de la base de que le van a engañar. Es necesario para la banca que vehiculemos valores.

¿Cómo es la relación de la banca con los jóvenes?

Muy complicada. Es muy complicado competir con las nuevas plataformas digitales. Los jóvenes tienen otra visión totalmente distinta, y no quieren pagar por nada. La mayor parte de ellos solo están en bancos digitales, muchos que están alojados en Alemania y ahí entra el choque de legislaciones, y la falta de unión financiera real que hay en la Unión Europea. Por eso los jóvenes son un colectivo superdifícil, no tienen problema en abrirse una cuenta en un banco que no saben ni dónde está.

¿Y qué están haciendo para intentar atraerles a su terreno?

Integrando a la familia, diciéndoles esté es el banco de tus padres. Luego, por ejemplo, durante la pandemia se han hecho préstamos al 0% de interés para que se pudieran equipar. Son gestos. Darles facilidades y entrar en el lado humano, qué es lo que yo como banco puedo aportarte para mejorarte la vida.

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