El necesario aval de Bruselas a la reforma laboral del Gobierno de coalición para seguir recibiendo los fondos europeos y la convicción de que la Comisión Europea desea que esté también pactada con la patronal y no sólo con los sindicatos desencadenó la semana pasada la crisis entre el ala socialista y la vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, todavía abierta y una de las mayor enjundia de las muchas acumuladas en la legislatura

El temor a que la CEOE se descolgara de la negociación, como sucedió con la última subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), y a que avanzara sólo por el terreno de juego marcado por Díaz llevó a Nadia Calviño a intervenir, con el beneplácito del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, para tomar el control de estas conversaciones y implicar a otros Ministerios.

El aterrizaje de Sánchez y de la vicepresidenta va a ser de tal intensidad que, según fuentes gubernamentales, será la mesa de diálogo del Plan de Recuperación, que él mismo preside, o en su ausencia Calviño, quien dará la aprobación final al acuerdo que se alcance con los agentes sociales. La gran mesa social con Antonio Garamendi (CEOE), Unai Sordo (CCOO), Pepe Álvarez (UGT) y Gerardo Cuerva (CEPYME). De este modo Sánchez tendrá la última palabra de la reforma laboral.

Si el bloque socialista del Ejecutivo no se ha implicado antes, explican las mismas fuentes, es porque hasta que el Ministerio de Trabajo no envió el 14 de octubre a la patronal y los sindicatos el texto de 29 páginas, que ponía blanco sobre negro los acuerdos alcanzados y los flecos pendientes en la negociación sectorial, adelantado por EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, ni Moncloa ni Economía fueron conscientes de lo lejos que había llegado Díaz. Algo inexplicable, tratándose de un asunto capital, que debe aprobarse antes del 31 de diciembre y contar con el respaldo de la UE, ya que es una de las reformas comprometidas para recibir los fondos europeos. Pero que atribuyen al impulso en solitario que le ha dado Trabajo, a pesar de que es un "cambio estructural" para el país y que afecta a otros Ministerios como Economía, Seguridad Social, Hacienda y Educación.

La intención de Calviño ahora es informar a las mesas de diálogo que todos estos departamentos tienen abiertos con los agentes sociales del alcance de la reforma laboral y propiciar su participación. "El Gobierno ha de tener una única voz, por eso es necesario que haya coordinación y consenso entre todos los ministerios afectados por la reforma laboral. Necesitamos una posición común, que en las decisiones que se tomen estén representados los cinco ministerios. Primero una posición consensuada, una coordinación interna y luego buscar el acuerdo con los agentes sociales", apuntan fuentes del Ejecutivo, sobre el proceso que ahora se pretende seguir y que tendrá como colofón la mesa de diálogo social que preside Sánchez.

Todos estos pasos buscan asegurar el apoyo final de Bruselas. La influencia de la UE en el alcance de la reforma es algo que el propio presidente asume con total normalidad. Este lunes sostuvo que "una legislación así, con vocación de perdurar, se hará en España como se hace en Europa: con diálogo social y con vocación de consenso". Por un lado, la forma de trabajar en la UE y, por otra, la implicación de los empresarios para que el cambio de la ley laboral tenga "perdurabilidad".

Desde el Gobierno se esgrime además que es Calviño y no Díaz la "interlocutora" con Bruselas del Plan de Recuperación -dinero a cambio de reformas para superar el daño económico de la pandemia -cuya gestión "recae" en la vicepresidencia primera que es además la "encargada de coordinar los asuntos económicos". Es la ministra que se sienta en el Eurogrupo y el Ecofin, ha sido directora general de presupuestos de la Comisión Europea y en una institución como la CE, recuerdan otras fuentes, "siempre hay menos desconfianza hacia gente que conoces que hacia la que no conocen". "Ella sabe qué va a aceptar la UE y que no". La prueba, añaden, de la preferencia de la UE por la vicepresidenta primera es que, en la larga de lista de reuniones que el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, tuvo este lunes en Madrid, sólo hubo comparecencia con la vicepresidenta primera.

Calviño es "carne de la carne" de Bruselas, destacan, donde partidos como Podemos se observan con más prevención. La Comisión "no quieren derogar la reforma laboral (como plantea la vicepresidenta segunda) sino que quieren otra reforma laboral", señalan. El propio Sánchez apuntaba este lunes a una "modernización de la legislación laboral" para "extirpar" la precariedad, impulsar la competitividad de la economía y restablecer el equilibrio en la negociación entre empresarios y trabajadores.

Para Unidas Podemos, en cambio, el argumento de que hay que adaptarse a lo que quiere Bruselas y el propósito de sumar sí o sí a los empresarios al acuerdo final de la reforma es sólo el interés de Calviño de "meter cuchara como brazo armado de los grandes poderes" de este país. En resumen, según fuentes de esta formación, que "no han querido que se les fuera de las manos".