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Invierno caliente

Los sindicatos alientan una escalada de huelgas para mejoras salariales

El sector industrial lidera una incipiente ola de paros, que se extienden por todo el país e implican también al sector servicios y a los empleados públicos, para redistribuir mejor los beneficios de la recuperación

Protestas de los trabajadores de Alcoa.

Las calles de Cádiz hace una semana que han dejado de oler a humo y ceniza de barricada. Los obreros del metal de la 'Tacita de plata' han protagonizado una de las huelgas más intensas de los últimos años, que se ha zanjado con una subida salarial del 2% en el nuevo convenio. Pese a que los focos estaban en Cádiz, los conflictos laborales se reproducen en la industria de A Mariña, en la limpieza de Castellón, frente a las sedes de Unicaja o en el tranvía de Zaragoza; entre otros. Y aunque la chispa de estas huelgas ha prendido de manera desorganizada, los sindicatos se disponen a alimentar dicha llama y amenazan con un invierno e incluso una primavera caliente. Dispuestos a disputar los beneficios de la incipiente recuperación económica, ante un IPC disparado y unos salarios que no le siguen la pista. CCOO y UGT preparan movilizaciones y el próximo 12 de diciembre en Barcelona está programada una movilización conjunta con entidades sociales. Aunque las protestas van más allá de los sindicatos mayoritarios, y otros como USO, CGT o la IAC también promueven acciones.

Los trabajadores de la industria están liderando la ruptura de la paz social que ha imperado desde que estalló el covid. "Una forzosa paz social", apunta el secretario de Treball de la Generalitat de Cataluña, Enric Vinaixa; responsable de las mediaciones laborales en suelo catalán. La estadística muestra que los conflictos comienzan a salir de sus cuarteles de invierno tras los primeros 20 meses de pandemia; aunque las cifras de huelgas y paros todavía están a niveles muy por debajo de los de antes de la Covid. Según el último informe de la patronal CEOE sobre ‘Mercado laboral y negociación colectiva’, en lo que va de año se han registrado un total de 517 huelgas, con 260.142 trabajadores implicados y 9 millones de horas perdidas; el 40% más que las registradas en el mismo periodo del 2020, cuando se perdieron 6,4 millones de horas. Aunque un número todavía mucho menor en comparación con la conflictividad laboral que existía antes de la llegada del covid, cuando en 2019 se perdían 26,1 millones de horas de trabajo; según los registros elaborados por CEOE. Ahí se mezclan conflictos a la ofensiva, por mejoras salariales, con otros a la defensiva, para evitar cierres y deslocalizaciones.

“Hay una sensación generalizada de incertidumbre, con los suministros, las nuevas variantes del virus, sobre la efectividad de los fondos europeos, sobre cómo se cerrará la reforma laboral... que puede precipitar algunos conflictos”, opina el catedrático de derecho del trabajo y Seguridad Social de la UB, Jordi García Viña. Es decir, los trabajadores no saben qué pasará mañana, recelan de las promesas a futuro que pueda ofrecerles la empresa y recurren a las movilizaciones para atar mejoras ahora, coincidiendo con el encarecimiento de precios generalizado alimentado por la subida de la electricidad.

En la mayoría de casos se alcanzará un acuerdo antes incluso de llegar a la huelga, porque al final las dos partes tienen interés en pactar. Lo que no quita, en situaciones en las que ahora mismo los trabajadores están dudando entre ir a la huelga o no, conflictos como el de Cádiz puedan generar un cierto efecto contagio y decantar la decisión hacia huelga. Hasta que esta situación de incertidumbre generalizada no se despeja, técnicamente es muy real la posibilidad de que surjan conflictos”, añade Viña. En Cádiz, en Pilkington o en el sector cárnico, por ejemplo, ha habido acuerdo; mientras en la limpieza de Castellón el conflicto sigue, pese a que CCOO y UGT se han desentendido del mismo. 

La patronal no ha querido negociar salarios hasta ahora y ahora no quiere pagar la subida del IPC. Y cuando un conflicto explota puede ser muy difícil de controlar. O nos ponemos las pilas y negociamos o tendremos un invierno y una primavera caliente. Muy caliente”, avisa el Vicesecretario General de Política Sindical de UGT, Mariano Hoya. “Un nuevo AENC [Acuerdo de Empleo y Negociación Colectiva] ayudaría”, coincide su homóloga de CCOO, Mari Cruz Vicente. El AENC es una especie de convenio de convenios que marca las pautas de negociación colectiva para sectores y empresas. Y, entre otros, incorpora las horquillas salariales recomendadas para los próximos años. El último lo firmaron CCOO y UGT con CEOE e incluía una subida de sueldo de entre el 2 y el 3% para el periodo 2018-2020.

De momento los agentes sociales han sido incapaces de renovar este pacto y desde la patronal reiteran su negativa este 2021 de reabrir este cajón. "Estamos en una situación delicada, también a nivel mundial, y hay que tener mucha prudencia", reclamó este pasado lunes el presidente de CEOE, Antonio Garamendi, en un acto en Madrid. Pocos días antes, su 'número 2', Íñigo Fernández de Mesa, insistía desde las jornadas de S'Agaró en que los salarios ya han recuperado el nivel prepandemia mientras que los beneficios empresariales aún se encuentran un 10% por debajo. 

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