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La gran oportunidad de la geotermia

La obligación de reducir emisiones de gases nocivos y el cambio de modelo de las multinacionales energéticas despejan un camino que Canarias recorría con timidez

La Montaña de Fuego en el Parque Nacional de Timanfaya es un ejemplo de la energía calórica que guarda el subsuelo del Archipiélago.

Son varios los lugares del mundo en los que se aprovecha el calor del interior de la tierra para la generación de electricidad, con Azores como ejemplo más cercano. En Canarias, a pesar de su origen volcánico, nunca se ha pasado de la fase de estudio preliminar. Sin embargo, el contexto ha cambiado por el compromiso de reducir las emisiones de gases nocivos y la necesidad de reinventarse que tienen las multinacionales energéticas.

El aprovechamiento del calor del interior de la corteza terrestre para la generación de energía eléctrica en las Islas nunca ha pasado de la fase de estudio primaria. Ninguno de esos trabajos descarta que la geotermia de alta entalpía –temperaturas a partir de 150 grados centígrados– pueda incorporarse, junto a la energía eólica y fotovoltaica, al mix de generación eléctrica canario y ayudar a hacerlo más limpio. Hasta la fecha, sin embargo, la voluntad política y privada no han estado a la altura de este reto.

Mucho ha cambiado el contexto en los últimos años. Las administraciones están abocadas al cumplimiento de unos severos compromisos de descarbonización. En paralelo, ha aparecido la iniciativa privada, en este caso en Gran Canaria y de la mano de Repsol. Las multinacionales del sector de la energía también están obligadas a cambiar el modelo de negocio; o lo hacen, o la lucha que se libra contra el cambio climático las sacará del tablero a empujones.

Si merece la pena insistir hasta llegar a una conclusión definitiva, y el origen volcánico del Archipiélago anima a pensar que positiva, es porque aunque en Canarias aún no haya sido posible aprovechar la energía calórica del subsuelo –totalmente limpia y estable– sí existen ejemplos suficientes de éxito en todo el mundo.

La central más antigua se construyó en la localidad italiana de Larderello en el año 1913

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Sin salir de la Macaronesia, en la isla de San Miguel (Azores) saben cómo hacerlo desde 1981. Los estudios comenzaron diez años antes, cuando la crisis del petróleo trajo la innovación a primer plano. Dos centrales de esta tecnología renovable suman hoy 23 megavatios de potencia y surten el 44% de la demanda eléctrica. Otra central, en la isla Terceira, aspira a atender las necesidades de igual porcentaje de población.

Si en lugar de a la proximidad geográfica se atiende a la cronología, resulta que en Larderello (Italia) están sacando rendimiento al calor del interior de la tierra desde hace 108 años. Allí se construyó en 1913 la primera planta de energía geotérmica del mundo. Aquel ingenio al que se miraba con escepticismo empezó con una modesta potencia de 125 kilovatios, hoy suma ya 770 megavatios.

Los ejemplos se suceden por todos aquellos lugares del mundo en los que se pisa sobre volcanes o existen grandes fallas entre placas tectónicas. Por ejemplo, en el estado de California, que cuenta con una potencia instalada de 1.520 megavatios. Islandia, Filipinas, Indonesia o México poseen plantas geotérmicas de entre 225 y 460 megavatios, dependiendo de las condiciones de calor y presión que aporte el subsuelo.

Lo que Repsol se ha propuesto es analizar 466 kilómetros cuadrados de Gran Canaria para determinar el potencial que tiene la Isla. No es la primera vez que se realiza una labor de este tipo. La más reciente, concluida en marzo de 2019 y con el Cabildo de Gran Canaria y el Involcan (Instituto Volcanológico de Canarias) al frente, concluyó que las mayores posibilidades de explotación se concentran en el sur y sureste.

La australiana Petratherm se propuso desarrollar esta tecnología en las Islas, pero desistió en 2014

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Tampoco el de Repsol es el primer intento de la iniciativa privada por llegar hasta el final. En 2006, la empresa australiana Petratherm se propuso desarrollar la geotermia en la Península y Canarias. Entre 2007 y 2014 se invirtieron en las Islas 4,1 millones de euros y la citada compañía aportó el 60% de ellos. El resto corrió a cargo del Cabildo de Tenerife y los gobiernos canario y central.

«Cuando llegó el momento de comenzar la fase de sondeos de reconocimiento a 1.500-2.000 metros para validar el modelo conceptual (...), comenzaron los problemas de financiación. El dinero necesario nunca se pudo conseguir y, ante la falta de apoyos administrativos y financieros, Petratherm renunció a sus proyectos», constata el Manual de Geotermia de Canarias, publicado en el año 2018.

Desde entonces se han redoblado los esfuerzos por reducir las emisiones de gases nocivos a la atmósfera. Con el empuje de ese motor, la geotermia está llamada a filas en la batalla mundial contra el cambio climático.

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