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Adiós a un industrial que marcó una época

Muere el empresario Lizardo Martell

El hijo predilecto de la ciudad fallece a los 86 años en su domicilio de Las Canteras | Formó parte de grandes empresas del Archipiélago como Ahemon, Aperitivos Snack, Vidrieras Canarias y Cordial

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La vida de Lizardo Martell, en imágenes La Provincia

El empresario industrial Lizardo Martell Cárdenes falleció ayer a los 86 años de edad en su vivienda de Las Palmas de Gran Canaria después de una larga enfermedad. Su trayectoria profesional estuvo plagada de éxitos en importantes empresas del Archipiélago, como Ahemon, Aperitivos Snack, Vidrieras Canarias y, durante su última época en activo, en el grupo de empresarios canarios que constituyó la cadena hotelera Cordial. Amante de su tierra, Martell fue uno de los principales promotores de la creación de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC), de la que presidió su Consejo Social, o el Patronato de Turismo en el que defendió la participación de capital canario en el principal sector económico de las Islas. Su trayectoria profesional y social fue reconocida con diferentes condecoraciones como su nombramiento como Hijo Predilecto de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, el Roque Nublo de Plata del Cabildo, la medalla de la ULPGC o la medalla de Oro al Mérito en el Trabajo.

Nacido el 10 de octubre de 1935 en la capital grancanaria, el empresario vivió su infancia entre la calle León y Castillo y los municipios de Valsequillo y San Mateo, por parte de su padre Francisco Martel Muñoz, y Valleseco, por parte de su madre Emilia Cárdenes. Criado en el seno de una familia de comerciantes, entre sus pasajes rememoró los partidos al fútbol junto a sus amigos en la calle Doctor Waksman de Arenales o las proyecciones películas en el cine Royal. Por aquellos años, era seguidor del Marino Club de Fútbol y en el libro que recoge sus memorias con motivo de sus 80 años, Lizardo Martell, vivencias y recuerdos, destaca momentos de aquella joven como ver a un jovencísimo Luis Molowny patear la pelota en el estadio Pepe Gonçalvez o como con la fundación en 1949 de la UD Las Palmas fue uno de los primeros abonados del equipo amarillo.

Fundó el Círculo de Empresarios de Gran Canaria y se integró en el Patronato de Turismo del Cabildo

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El industrial estudió en el colegio de doña Enriqueta Yánez de la calle Obispo Rabadán y en el Corazón de María, donde permaneció hasta el cuarto año de bachiller. La falta de alimentos que hubo durante la posguerra marcó parte de su infancia al presenciar las necesidades que pasaban muchos de los vecinos, que hacía que su padre abriera su tienda los domingos por la tarde para que aquellos que habían recibido el jornal pudieran comer ese día. Otro hecho que marcó aquellos años y, probablemente, toda su vida fue la adquisición por parte de su padre de un barco con el que pretendía emigrar a Venezuela. Aquella idea no se llegó a fraguar, pero el dinero que su progenitor había recibido de los viajeros que no pudieron hacer aquella travesía hizo que tuvieran que hipotecar su casa. «Mi padre se arruinó y tuve que ponerme a trabajar», dijo en un artículo de este periódico. En 1952 entra a trabajar en la empresa que habían puesto en marcha su tío Pedro Cedro Cárdenes y su primo hermano Juan Dominguez Cárdenes: Ahemon, un término utilizado por los antiguos indígenas canarios que significa agua.

Martell, con al rector Manuel Lobo, en la imposición de la medalla de laULPGC. | | LP/DLP A. Castellano

Comenzó como oficial de segunda administrativo encargándose de cobrar las facturas. La compañía por aquel entonces tenía sus oficinas en Tomás Morales, desde donde distribuían el agua Droper (por el nombre su tío Pedro al revés) y los refrescos Baya-Baya. Pronto se fueron haciendo con importante cliente en la Isla, como el Hotel Santa Catalina y los supermercados Cruz Mayor, pero veían que si querían crecer tenían que buscar fuera de las islas porque era «imposible» luchar contra lo que ya entonces era una de las marcas más potentes del mundo. Ni más, ni menos que Coca-Cola. «Empezamos la ‘lucha’ por conseguir la franquicia de Pepsi-Cola», escribió en sus memorias Martell.

En esa lucha jugó un papel fundamental sus conocimientos de francés adquiridos en las clases que recibió en la Alianza Francesa. El delegado de la marca estadounidense era belga y durante su visita a las empresas que pujaban con hacerse con la marca le hizo de traductor. El delegado se decantó por Ahemon, aunque las expectativas de que aquel raro sabor a cola triunfara entre los canarios eran escasas para Lizardo Martell. «Si mi tío cree que va a hacer dinero con esto, va listo», aseguró que pensó cuando lo probó por primera vez.

Con la llegada del servicio militar, que tuvo una corta duración al tener una importante falta de visita que le hizo entrar en los servicios auxiliares, pasó una temporada fuera de la empresa familiar. Decide dedicarse a la que consideraba que era su vocación, telegrafista para Transradio. En ese impasse conoce a una de las personas más importantes de su vida. Corría 1959 y se enamora de una joven que trabajaba en una tienda de confección de Triana. Ketty le marcó de por vida. «Además de su belleza me atrajo su personalidad, que era muy complementaria a la mía, era alegre y muy imaginativa. Tres años después se casan en la iglesia de San Pablo y forman una familia con sus cinco hijos: Carlos, Lydia, Elena, Octavio, Alicia y Eduardo. La muerte de esta última con tan sólo 11 años de edad a causa de una leucemia generó un inteno dolor. «Nada ha vuelto a ser lo mismo», admitió en el libro. «Con el apoyo mutuo, Ketty y yo hemos aprendido a seguir adelante y a estar más unidos si cabe».

Luchó por la creación de la Universidad, de la que presidió su Consejo Social

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Su vida laboral continúa y en 1962 regresa a Ahemon como director gerente cobrando el doble del sueldo de Transradio. «Acepté sin dudarlo». Es en esa época cuando empieza a dar formar a su figura como gran empresaroi. Una de sus principales decisiones es llevar a cabo una importante promoción de la marca Pepsi-Cola con el patrocinio de actividades deportivas y culturales. Entre aquellas campañas cita el bote de vela latina, las carreras de caballo o las galas musicales, entre las que destaca la actuación de Raphael en el cierre de una ellas. «Un auténtico ídolo de masas en el momento» cuyo «éxito desbordó cualquier previsión». También cerró el franquiciado de las marcas Schweppes y Frito-Lay.

«Durante esta etapa hubo un hecho que destacó sobre todos los demás, por la trascendencia que tuvo en mi vida profesional y porque me enseñó la importancia de las primeras impresiones». Aquel hecho fue la visita del presidente de Pepsi-Cola, «Mr. Kendall», quien había aceptado una invitación para que conociera el archipiélago canario. Pero aquel tour no tenía Gran Canaria como parada, sino que sólo estaría en Tenerife. Lizardo Martell no cesó en su empeño en que pasara unas horas en la Isla para enseñarle donde estaba «la primera fábrica per capita de Europa». Y lo consiguió. «Cuando llega a las once de la mañana al aeropuerto pregunta por el responsable del programa de su visita. Me presento y me dice que tuviera claro que a las cuatro de la tarde tenía que estar volando otra vez». Al final despegó a las ocho. No sin antes decirle al presidente de Pepsi-Cola en España: «No sé cuánto vale este hombre [refiriéndose a Martell], pero fíchelo».

Martel y su esposa Ketty el día de su boda. | | LP/DLP

Y, aunque Madrid no estaba dentro de sus planes, después de un tiempo algo convulso en la empresa, decide aceptar una oferta que llegó desde la central nacional de la marca de refrescos para ser mano derecha del presidente y director de operaciones. Aquello «constituía un gran reto», apuntó Martell, «porque suponía estar a un nivel muy superior al que estaba acostumbrado». Permaneció dos años en la capital de España y cuando ya toda su familia tenía programado mudarse a la Península llegó la oportunidad de iniciar su tercera etapa en Ahemon dentro del equipo directivo.

Aquella epoca, en la que estuvo muy ligado a Arturo Escuder, la calificó de «muy bonita». El equipo que ambos hicieron llevó a Ahemon a adquirir la cervecera de Tenerife Cervesa, que modernizaron para dar un impulso a la marca Mas con la que luchó con Tropical y CCC; y a hacerse con la franquicia de Libbys, la empresa de zumos con sede en Chicago.

Su trayectoria le convertía en uno de los referentes del empresariado canario y en el año 1978 decidió poner en marcha otro de sus proyectos: Vidrieras Canarias. Con el objetivo de tener una fábrica de envases en el Archipiélago, para así evitar los retrasos de los envíos de este material desde península que dejaban sin atender a las empresas de la Isla, dirige aquella industria con el apoyo de Tropical, Agua de Firgas y E. I. Archipiélago, esta última de Ahemon. Aunque la sociedad se creó en 1972, la fábrica no se inauguró hasta 1978 con unos primeros años difíciles, donde la producción era superior a la demanda y surgían problemas laborales. Con el tiempo, Vidrieras Canarias se fue afianzando hasta convertirse hoy en día en una de las empresas más importantes de las Islas y en la que Lizardo Martell permaneció 42 años como consejero delegado.

Durante esas más de cuatro décadas también luchó por el avance social de Gran Canaria. Así, Martell fue uno de los máximos defensores de la creación de la ULPGC. Y lo hacía porque, reconoció, «no haber tenido título universitario marcó algunas decisiones a lo largo» de su carrera. Y por ello se propuso que «ningún joven de Gran Canaria, o por extensión, ningún joven de Gran Canaria» sintiera las limitaciones de pensamientos que él tuvo «por el hecho de no poder asumir los gastos de estudiar en otras islas». Aquella lucha se ganó con la participación de toda la sociedad de la Isla, y tuvo su reconocimiento con su nombramiento como presidente del Consejo Social en 1994 y con la medalla de la ULPGC en 2009. En este último acto, donde estaban presentes sus hijos y nietos, algunos de los cuales estudiaron en la universidad; recalcó que había visto cumplida su «motivación principal» por el que 30 años antes se había embarcado en aquella «maravillosa aventura».

Asimismo, el industrial decidió dar un paso más e integrarse en el sector turístico, primero dentro del Patronato de Turismo del Cabildo de Gran Canaria, en el que luchó por afianzar el nombre de la isla en detrimento de Las Palmas, como era conocida popularmente hasta entonces; y a partir de 2004 en la entrada del accionario de la cadena de hoteles Cordial junto a otros empresarios canario. Apuntó en sus memorias que si bien en aquellos momentos el Gobierno de Canarias sugería invertir en Agadir (Marruecos) y Centro América, se opuso a esa idea porque entendía que si los turistas nacionales y extranjeros venían a las islas, «cómo era posible que nosotros fuéramos a hacerlo al exterior». De aquel proyecto que comenzó con un hotel en Mogán y que en la actualidad es una cadena con 18 establecimientos hoteleros dijo que guardaba una «profunda satisfacción».

Lizardo Martell también partició en el lobby Círculo de Empresarios de Gran Canaria, con el que apoyaron la creación de la Circunvalación o la proyección de la tercera pista del aeropuerto, y fue miembro del que se denominó El Sanedrín, un grupo de empresarios del sector de la industria formado por José Sánchez Rodríguez, Antonio Vega, Gabriel Mejías, Delfín Suárez, Octavio Juan Goméz y Juan Selgas que se reunía una vez al mes para hacer contrapeso de los empresarios tinerfeños dentro de la Asociación Industrial de Canarias (Asinca).

En octubre de 2014 se le detectó la enfermedad Parkinson con la que admitió que perdió «la moral». Aunque con el apoyo que recibió de familiares y amigos, con los paseos diarios por la arena playa de Las Canteras junto a su mujer Ketty y a las sesiones de gimnasio, pudo convivir. Ayer falleció en su casa, como él había deseado, y acompañado por los suyos.

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