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Conflicto ruso-ucraniano

El caos en Ucrania, el ‘granero de Europa’, encarece las papas fritas de los canarios

La invasión de Ucrania amenaza con disparar aún más los precios del aceite de girasol

Una familia ucraniana abandona en Kiev su localidad entre los destrozos de la invasión rusa. Efe

Las familias canarias van a poder seguir friendo papas con aceite de girasol pese a la invasión rusa de Ucrania, que es el principal suministrador a España de este tipo de grasa. Al menos a corto plazo, ya que los súper cuentan en las Islas con existencias de sobra para que el cliente minorista, es decir, el consumidor final, no se quede sin su botella para las frituras, que por su sabor neutro es el principal uso doméstico del aceite de girasol. Pero eso sí, su precio va a subir, o mejor dicho: su precio va a seguir subiendo. Si el coste de los aceites, en general, ya se disparó el año pasado en la Comunidad Autónoma alrededor de un 30%, ahora la guerra en Ucrania amenaza con convertir la subida –de por sí extraordinaria– en carestía.

Tanto los supermercados como las grandes firmas de la distribución minorista de la región tienen stock más que suficiente para que los isleños no se vean obligados a cambiar de aceite para las frituras pese al caos en Ucrania. «El riesgo de desabastecimiento de aceite de girasol es mínimo», explicó este viernes el secretario general de la Asociación Canaria de Medianas y Grandes Empresas de Distribución (Asodiscan), Alfredo Medina. «En estos momentos hay cero problemas con el aceite de girasol», corroboró su homólogo en la Asociación de Supermercados de las Islas Canarias (Asuican), Alonso Fernández. ¿Por qué no hay problemas en las firmas minoristas de la Comunidad Autónoma? Porque cuentan con un gran «stock de seguridad», o lo que es lo mismo: porque tienen miles y miles de palés y botellas de este tipo de aceite en sus almacenes. De hecho, se da la circunstancia de que el gran problema de la economía canaria, su lejanía respecto de la Europa continental, es una ventaja en caso de amenaza de desabastecimiento global. La razón de esta aparente paradoja es que las empresas canarias disponen de existencias en sus naves y almacenes incluso por encima de lo que podría parecer razonable para una misma firma de la Península. Una práctica habitual con la que las empresas isleñas se curan en salud por si el buque en que sus proveedores envían los productos y mercancías sufre un retraso por mal tiempo o una simple avería.

Otra cosa es lo que ya está ocurriendo en la distribución mayorista, en esas firmas de la cadena alimentaria que venden a, por ejemplo, la tienda de ultramarinos de la esquina. Son estas empresas las que en algunos de sus centros se han visto obligadas a poner límites a la venta de aceite de girasol, pero no tanto por un problema de desabastecimiento como por el riesgo de que sean los acaparadores quienes las arrastren a quedarse sin existencias. El miedo cunde, las pequeñas tiendas, bares o restaurantes se apresuran a comprar seis palés de aceite de girasol en lugar de los dos que compran habitualmente y los distribuidores mayoristas se ven así en un problema y no tienen más remedio que limitar las compras. Ahora bien, en los súper y las grandes superficies del Archipiélago hay botellas más que suficientes para que nadie se quede sin su litro de aceite de girasol. Así pues, el problema a corto plazo no es que falte el producto, sino que se va a encarecer desde ya.

No en vano, y tal como expone el representante de Asodiscan, los precios están «muy inflados», pero lo están desde mucho antes que Vladímir Putin ordenara la invasión del granero de Europa. No hay que olvidar que las economías regional, nacional y continental están sumidas en una histórica ola inflacionista. Y los aceites y grasas, en general, no han escapado de sus efectos. Tan es así, que los precios subieron el año pasado en la Comunidad Autónoma en torno al 30%, con lo que una nueva subida supondría directamente la carestía de los aceites. Una subida sobre otra subida que ya se da por descontada y que sufrirán no tanto las familias, donde el consumo de aceite de girasol es por lo general limitado y sustituible, como actividades como la hostelería.

Son precisamente la hostelería y la restauración –bares, restaurantes y demás– los negocios que más han sufrido el extraordinario encarecimiento de los aceites y grasas en el último año. Y serán los que más sufrirán el nuevo repunte. Eso sí, hay que puntualizar que no toda la hostelería ni toda la restauración, entre otras cosas porque no todos los hoteles y los restaurantes, ni mucho menos, usan el aceite de girasol como materia prima. De hecho en muchos restaurantes se ha generalizado el aceite de oliva como grasa principal y los fritos son cada vez más residuales en su oferta. No obstante, esos bares o cafeterías donde se pide el bocadillo de pollo o las papas locas usan por lo general aceite de girasol, y a estos no les quedará más remedio que asumir una subida de costes o cambiar de grasa para la fritura.

Atún en lata

Otra consecuencia para los bolsillos de las familias y empresas canarias será el encarecimiento de las conservas en aceite de girasol, sin ir más lejos el atún, que es otro producto muy consumido en la restauración y en los hogares del Archipiélago. Las conserveras españolas ya avisaron este viernes que su situación puede complicarse sobremanera si la guerra se prolonga o incluso si desemboca en la anexión rusa de Ucrania, ya que el país pasaría a sufrir las consecuencias de las sanciones contra el régimen de Putin como parte del territorio bajo el control de Moscú.

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