La guerra de Vladímir Putin contra Ucrania lanzada el pasado 24 de febrero ha puesto de manifiesto la elevada dependencia y vulnerabilidad energética de la Unión Europea respecto a los combustibles fósiles procedentes de Rusia, de donde importa el 40% del gas que consume, el 28% del petróleo y el 46% del carbón. Para acelerar al máximo la reducción y librarse cuanto antes de los hidrocarburos rusos, la Comisión Europea ha presentado este miércoles su nueva estrategia, bautizada con el nombre de RepowerEU, que pivotará sobre tres ejes: más energías renovables, más eficiencia energética y diversificación de las importaciones de gas. Hacer realidad este plan, según las estimaciones de Bruselas, requerirá de 210.000 millones de euros en inversiones hasta 2027.

"La guerra de Putin está desestabilizando el mercado energético mundial. Muestra hasta qué punto somos dependientes de los combustibles fósiles importados. Y lo vulnerables que somos al depender de Rusia para importar nuestros combustibles fósiles. Ahora debemos reducir lo más rápidamente posible nuestra dependencia energética de Rusia. Podemos hacerlo", ha dicho la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras la adopción del nuevo paquete de propuestas con el que bascular hacia una independencia energética de Rusia que hasta hace unos pocos meses nadie salvo Polonia o los países bálticos se planteaban. La "brutal" guerra contra Ucrania lo ha cambiado todo. En primer lugar, porque seguir dependiendo y pagando por el gas y el petróleo ruso -unos 800 millones de euros diarios- supone seguir financiando indirectamente al Kremlin y su guerra.

De momento, los Veintisiete ya han decidido librarse del carbón, sujeto a las sanciones europeas, pero batallan todavía por adoptar un embargo contra el petróleo aunque de momento el gas sigue sin estar sobre la mesa. Tras la decisión de Moscú de cortar el suministro a Bulgaria y Polonia, Bruselas es consciente de que puede ser cuestión de tiempo que el régimen de Vladímir Putin cierre totalmente el grifo. Para anticiparse a una situación así, la estrategia plantea diversificar la importación de petróleo, gas e hidrógeno y crear una plataforma voluntaria para la compra conjunta que mejore la capacidad de negociación de los Veintisiete y les permita lograr precios más baratos. "De este modo podremos asegurar las importaciones de energía que necesitamos sin competencia entre nuestros Estados miembros", sostiene Von der Leyen, cuyo Ejecutivo lleva meses negociando con países como Estados Unidos, con quien cerró un acuerdo en marzo pasado, Noruega, Qatar o Egipto.

Esta apuesta requerirá, no obstante, inversiones multimillonarias y reformas masivas. "Movilizamos cerca de 300 000 millones de euros. Aproximadamente 72 000 millones de euros en subvenciones y 225 000 millones en préstamos", ha cuantificado la presidenta de la Comisión. Este montante incluirá hasta 10.000 millones para colmar las lagunas en materia de gas y gas natural licuado y que ningún Estado miembro se quede al margen. Además, otros 2.000 millones se destinarán a financiar infraestructuras petrolíferas para detener el envío de petróleo ruso. El resto de la financiación se destinará a acelerar y ampliar la transición energética limpia.

Más eficiencia y renovables

El segundo gran pilar del plan para reducir la dependencia se centra en aumentar el ahorro de energía mucho más rápidamente de lo previsto inicialmente porque es la forma más rápida y barata de afrontar la crisis energética. Para ello, el objetivo de eficiencia energética de la UE para 2030 no será del 9% sino del 13% mientras que el objetivo de energía renovable pasará del 40% al 45%. Bruselas propone ampliar y acelerar la transición a la energía limpia a través de distintas acciones con las que calcula podría lograr una reducción del 5% de la demanda de gas y petróleo.

Para lograrlo plantean acelerar los largos procedimientos de concesión de permisos para las energías renovables que habitualmente, según ha explicado la alemana, requieren entre 6 y 9 años en el caso de los proyectos eólicos, instaurar la obligación de instalar energía solar en los tejados de los edificios comerciales y públicos para 2025 así como en los nuevos edificios residenciales para 2029 por medio de una estrategia solar que permita duplicar la capacidad para 2025 e instalar 600 GW para 2030, acelerar la implantación de hidrógeno verde y facilitar la importación de 10 millones de toneladas vía mediterráneo, un nuevo plan de biometano así como más infraestructuras de LNG. "Es ambicioso pero realista", ha asegurado.