Las organizaciones agrarias -Asaja, COAG y UPA, Cooperativas Agroalimentarias- y las asociaciones empresariales FIAB, Aecoc, ACES, Anged, Asedas, Cedecarne, Fedepesca, Hostelería de España y Marcas de Restauración, representantes de los sectores agroalimentario español y de la hostelería, han alertado de que la cadena agroalimentaria no podrá soportar un nuevo paro del sector del transporte por carretera, según han informado en un comunicado conjunto.

En concreto, la cadena agroalimentaria ha mostrado su "máxima preocupación" ante la posibilidad de que se reproduzcan los incidentes que provocaron problemas en la cadena de abastecimiento de productos básicos de alimentación en marzo por las "graves consecuencias" que un nuevo paro del transporte podría tener sobre las empresas y sobre los consumidores.

Así, han reiterado que un nuevo paro supondría la entrada en pérdidas de muchos operadores del sector, que están soportando a duras penas una coyuntura económica y geopolítica sin precedentes.

De esta forma, las organizaciones han reclamado al sector del transporte que no sometan a la sociedad a una nueva amenaza y que tengan en consideración la difícil situación en la que está este sector esencial que trabaja para garantizar en todo momento el abastecimiento de alimentos y de productos esenciales a toda la sociedad.

Así, han recordado que prestan un "servicio esencial" para abastecer de productos de alimentación a la población, un carácter que ya se reconoció durante la pandemia y que supone garantizar el derecho de los ciudadanos a acceder, en todo momento, a este servicio público y de los operadores a prestarlo bajo cualquier circunstancia.

La cadena agroalimentaria ha subrayado que el sector agrario se encuentra en plena campaña de fruta de verano y gran parte de su producción va a mercados internacionales, por lo que un posible paro provocará el no responder a la demanda internacional, además de una pérdida de prestigio para el sector que puede redundar en la pérdida de destinos de exportación.

El sector ha recalcado que este hecho es "especialmente grave" en momentos de inicio de campaña con riesgo de que se tire gran parte de la producción anual de alimentos perecederos, como la fruta, con los importantes perjuicios que esto supondría.

Por otro lado, han subrayado que la eficiencia de la cadena hace que los productos frescos lleguen del campo a la mesa en 24 horas o menos, por lo que apenas existe capacidad de almacenamiento y, al tratarse de productos perecederos, la imposibilidad de transportarlos produciría enormes pérdidas de producto, incrementándose, de este modo, el desperdicio alimentario.

También han alertado de que estos paros podrían provocar que la industria alimentaria sufriera, como ocurrió en marzo, paros en su actividad si los productos básicos no llegan a las fábricas e, igualmente, experimentar enormes costes derivados de la conservación de los alimentos o de su pérdida. La recuperación de la actividad normal puede extenderse durante varias semanas, prolongando los problemas de desabastecimiento a la población.

Daña la imagen de España en plena campaña turística de verano

Por su parte, la distribución alimentaria se verá obligada a hacer un sobreesfuerzo de redistribución de alimentos a los puntos de venta y de reorganización del surtido disponible para no dejar desabastecida a la población. El cierre eventual de tiendas, la presión sobre los trabajadores y la dificultad para recuperar con rapidez la normalidad de suministro son otros de los efectos sobre el comercio.

Mientras que advierten que otros sectores que se verían seriamente afectados en plena campaña de verano sería la hostelería, la restauración y el turismo, que verían "nuevamente amenazado" su abastecimiento y repercutiría a la imagen de España como destino turístico nacional e internacional.

Por último, aun cuando el producto no pueda salir de las cooperativas y el funcionamiento de los negocios no pueda garantizarse, almacenistas de origen, lonjas, de las industrias o de las plataformas logísticas y todos los operadores de la cadena deben hacer frente al pago de salarios, cotizaciones, impuestos, 'inputs' agrícolas y ganaderos, mantenimiento de sistemas de frío, etc., con pérdidas económicas millonarias.

De esta forma, la cadena agroalimentaria ha recordado que junto al conjunto de la sociedad soporta una "situación muy difícil" por el escenario inflacionista y que está haciendo un "gran esfuerzo" para tratar de repercutir lo menos posible al consumidor el alza de los precios de la energía, del coste del combustible y sus derivados como los fertilizantes, del precio y la dificultad de acceso a las materias primas, de la presión fiscal y el coste regulatorio que sufre el sector, así como de los efectos del anterior paro del transporte del que algunas cadenas de suministro no han podido aún recuperarse.