Canarias se enfrenta a un reto crucial de cara a los próximos años. Un reto del que dependerá nuestro futuro como sociedad. El objetivo no es otro que el rediseño de nuestro principal motor económico: el turismo. Debemos transformar la industria turística para hacerla verdaderamente competitiva y sostenible para las próximas generaciones.

En una economía digital, esta transformación pasa ineludiblemente por la capacidad de explotar las capacidades que hoy la tecnología pone a nuestro alcance, sobre todo y en primer lugar, para atraer al turista a nuestro destino y a partir de ahí para mejorar toda su experiencia. 

La revolución digital ha convertido cualquier sector en una industria de base tecnológica, lo que ha permitido que las empresas que más influyen en el turismo de hoy no sean productoras de experiencia turística alguna. Google, Facebook, Amazon, Booking, Airbnb o Tripadvisor han sabido entender las necesidades del mercado y le dan respuesta desde el ámbito digital, tomando así una posición de dominio que ninguna empresa turística del mundo puede ni quiere cuestionar.

 

¿Cemento o digitalización?

En los últimos meses no paro de escuchar propuestas para invertir los fondos Next Generation que llegan de Europa, y tristemente todas van en la línea de seguir invirtiendo en infraestructuras. Ante este escenario Canarias debe elegir. ¿Más cemento o más digitalización? ¿Más hoteles o más economía digital? Nunca antes nos habíamos enfrentado a una colisión dentro de la industria turística como la que se está produciendo en la actualidad. El antiguo modelo basado en construir y llenar habitaciones se enfrenta al surgimiento de un nuevo modelo en el que la digitalización sustituye al cemento como fórmula de progreso y competitividad. 

Si queremos tener un modelo sostenible y que genere riqueza para las nuevas generaciones, debemos aceptar que un turismo basado principalmente en la venta de habitaciones alberga el peligro de quedarse obsoleto. Y quien no lo vea así podría hacerse la siguiente pregunta: ¿qué clase de turista querría hospedarse en un hotel cuyo impacto no atiende a una sostenibilidad de triple balance? ¿A qué ciudadano no le preocupa la sostenibilidad económica, social y ambiental del territorio en el que habita?

 

La transformación digital es el camino hacia el futuro que queremos

Y esto solo puede lograrse a través de estrategias donde la innovación, el talento digital y la colaboración privada-privada y público-privada nos permitan dar respuestas realmente transformadoras que nos doten de competitividad y autonomía en el diseño del futuro que queremos como industria y como sociedad.

Canarias tiene el potencial de transformar el actual modelo turístico y la digitalización tiene que ser la base de un nuevo modelo que impulse la creación de riqueza y el crecimiento económico. La tarea de reinventar el negocio es una obligación que tenemos con las nuevas generaciones y una urgencia de cara a ser competitivos en el actual entorno digital. Y es aquí donde las administraciones públicas juegan un papel fundamental. Su capacidad democratizadora debe ser el camino para hacer llegar la innovación a una industria turística que está pidiendo a gritos la implementación de herramientas digitales que contribuyan a la integración de todos sus actores y a la creación de más y mejores puestos de trabajo.  

También el sector privado tiene mucho que aportar a este cambio de paradigma. La capacidad de liderazgo de muchas empresas turísticas de Canarias debe ser la antorcha que guíe esta transición hacia el futuro que no todos ven, pero que todos necesitamos. 

 

La unión hace la fuerza. El papel del destino

Está claro que el talento y la capacidad de innovación de las empresas privadas deben impulsar la marcha hacia la digitalización del turismo en Canarias, pero no podemos pasar por alto que sólo a través de la colaboración entre empresas y con las entidades públicas se puede encontrar el verdadero camino de la transformación de un sector hacia un nuevo modelo turístico más digital, sostenible e integrador.  

A este respecto, una de las principales líneas de actuación dentro de la colaboración público-privada pasa por unir recursos en el territorio de la generación de demanda directa, aquella que repercute directamente en las empresas que crean las experiencias turísticas que convierten un territorio en un destino atractivo en el siglo XXI; y no en las grandes plataformas internacionales. Las instituciones públicas y las empresas privadas deben cooperar para desarrollar campañas de prospección conjuntas que sean más eficaces y que estén centradas en la conversión. El quid de la cuestión es que el dinero que invierte un destino en promoción turística se traduzca en un aumento de venta directa que impacte en el tejido turístico de las islas, en lugar de proporcionar tráfico a las grandes OTAS.  

Canarias tiene en sus manos la oportunidad de convertirse en un auténtico hub de innovación turística, pero para que esto ocurra se debe hacer un esfuerzo colectivo por parte de instituciones públicas y privadas. De lo contrario corremos el riesgo de perder atractivo tanto para los futuros visitantes del archipiélago como para los trabajadores de nuestra industria turística.

Raúl Domínguez, CEO de Maarlab