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Industria

La nueva directiva de contaminación de la UE mete más presión a la siderurgia

La patronal Eurofer alerta de que la normativa, que se suma al recorte de CO2, pone en peligro inversiones como las previstas en Asturias

Hornos altos de Arcelor en Veriña.

La siderurgia, de la que dependen 5.000 empleos directos en Asturias, abre un nuevo frente para evitar que la normativa ambiental europea erosione su actividad. Cuando aún no se ha superado el debate sobre el comercio de derechos de emisión de CO2, se abre ahora el de la nueva directiva de emisiones industriales, que trata de endurecer la lucha contra la contaminación. Según las empresas siderúrgicas, la propuesta de la Comisión Europea puede tener un “efecto contrario” al deseado al poner en riesgo los planes de descarbonización previstos, entre los que se incluyen los anunciados para las plantas de ArcelorMittal en Gijón y Avilés.

La Comisión Europea, en línea con los objetivos del Pacto Verde Europeo ('Green Deal'), ha propuesto una revisión de la directiva sobre emisiones industriales (conocida con el acrónimo inglés IED) que tendrá implicaciones para 50.000 grandes infraestructuras industriales y explotaciones ganaderas intensivas de la UE. La bautizada como IED 2.0 endurece las medidas para reducir la emisión de partículas contaminantes en un momento en el que sectores industriales como la siderurgia están preparando fuertes inversiones para la descarbonización.

“La transición de la industria, y en particular del sector siderúrgico, tendrá lugar por etapas: se construirán nuevas plantas, se introducirán nuevos procesos y las plantas existentes seguirán funcionando hasta que las nuevas plantas y procesos puedan reemplazarlas por completo”, señalan fuentes de la patronal europea del acero Eurofer, que apuntan que esa cadena podría romperse si a las plantas existentes, y que dentro de unos años serán sustituidas, se les exige acometer inversiones para poder seguir funcionando. A juicio de Eurofer, la actual directiva sobre emisiones industriales ya está siendo “una herramienta muy eficaz” para reducir las emisiones industriales y, con las revisiones que ya se efectuaron en los últimos años, es adecuada “para abordar los desafíos ambientales actuales y futuros”.

Arcelor ya aprovecha el hidrógeno de los gases de baterías de coque para reducir emisiones y se estudia la utilización de nuevos combustibles para rebajar aún más cantidad de CO2 o incluso su captura y reaprovechamiento.

A punto de concluir su vida útil, Arcelor no contempla una reforma en profundidad. Será sustituido por un horno eléctrico alimentado por chatarra y renovables o por un sistema de reducción directa de mineral de hierro con hidrógeno y acería de arco eléctrico.

Para la patronal que agrupa a las industrias siderúrgicas europeas, a la que pertenece ArcelorMittal, la nueva propuesta de la Comisión Europea “preocupa enormemente y, si no se elimina o se modifica significativamente, tendrá el efecto contrario” puesto que pondrá en riesgo las inversiones de descarbonización. Por ello, Eurofer propone que en la IED 2.0 se incluyan “disposiciones específicas para sectores en profunda transformación como el del acero para evitar grandes inversiones en activos existentes que se planean reemplazar, ya que la transformación será extremadamente intensiva en capital”.

Es lo que ocurre con la siderurgia asturiana. ArcelorMittal, con el respaldo de los gobiernos de España y de Asturias y de los fondos europeos, prevé una inversión de mil millones de euros para sustituir el horno alto A de carbón de Gijón, cuya vida útil finaliza en 2024, por una planta de reducción directa de minero de hierro (DRI) con hidrógeno verde y un horno híbrido de arco eléctrico alimentado con energías renovables a instalar en la acería de Gijón. Con esa inversión se reducirán al 50% las emisiones de gases de efecto invernadero de ArcelorMittal en España y también la contaminación, puesto que junto con el cierre del horno alto también se clausuraría uno de los dos sinter. Seguirá en funcionamiento el otro sinter y el otro horno alto de Gijón, el B, para alimentar de arrabio a la acería de Avilés. Esas instalaciones estarán activas mientras que la producción con ellas sea rentable pero no más allá de 2032, cuando finaliza la vida útil del horno alto. Durante ese periodo, cualquier obligación de inversión para adaptar las instalaciones a nuevas normativas medioambientales pondría en peligro su continuidad porque no daría tiempo a amortizarlas.

Inversión en Avilés

Además, una interrupción de la actividad también podría echar abajo los planes de reemplazo de esas instalaciones. ArcelorMittal y el Gobierno de España han comenzado a estudiar la posibilidad de sustituir el horno alto B por un horno híbrido de arco eléctrico a instalar en la acería de Avilés.

Según la patronal del acero Eurofer, la propuesta de la Comisión Europea para la revisión de la Directiva de Emisiones Industriales podría “ralentizar la transición ecológica” y “obstaculizar la innovación” en el sector de la siderurgia al tener que concentrar inversión en instalaciones existentes en vez de las nuevas.

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