Una patente tecnológica desarrollada en Aragón aspira a revolucionar la desalinización de agua de mar gracias a que reduce notablemente el consumo energético, lo que haría mas rentable la producción hídrica con este tipo de instalaciones. La empresa zaragozana Tempero 2000 y Aguas de Valencia (propiedad de Global Omnium) han ganado una licitación de compra pública precomercial para el desarrollo de soluciones innovadoras en dicho ámbito, una convocatoria abierta por el Ministerio de Ciencia –a través del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI)– con el que está en vías de adjudicarse un contrato de 4,5 millones de euros.
El objetivo del concurso es desarrollar y probar un nuevo prototipo de desaladora más eficiente y barata para el Cabildo de Gran Canaria.
La iniciativa está cofinanciada por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (Feder) en el marco del Programa Operativo Plurirregional de España 2014-2020.
La propuesta ganadora parte de Tempero 2000, una firma con sede en La Puebla de Alfindén, en Zaragoza, una provincia sin costa, que en 2015 patentó internacionalmente un sistema innovador para procesos de desalación. El autor es Manuel Lahuerta, un ingeniero industrial de 75 años y natural de la pequeña población de Ricla, que es el director técnico de la compañía, conocida comercialmente como Ades y especializada en soluciones que fomenten el uso racional y eficiente de las energías.
La unión temporal de empresas (UTE) formada al 50% entre aragoneses y valencianos plantea un sistema desalinización basado en el proceso de ósmosis inversa en profundidad (a unos 400 metros), que aprovecha la presión natural en el fondo marino como motor para el procedimiento de purificación. El coste energético se reduce notablemente respecto a las plantas desaladoras convencionales, con un consumo de energía por debajo de los 1,7 kilovatios hora (kWh) por metro cúbico.
A la primera fase del concurso público, que consistía en el diseño de la solución innovadora, se presentaron tres proyectos y fueron seleccionados dos, el de Tempero-Aguas de Valencia y otro Tedagua. Esta etapa inicial solo ha sido superada con éxito por la primera propuesta, que ha pasado a la segunda fase, consistente en la preingeniería y pruebas de concepto.
Como parte del proyecto, el 26 de julio se llevará a cabo en Ricla una prueba –en este caso de desalobración en lugar de desalinización– aprovechando un sondeo de la acequia principal de la comunidad de regantes del municipio zaragozano. La demostración se hará con una planta piloto con capacidad para 50 metros cúbicos por día. El acto contará con representantes del Cabildo de Gran Canaria y del CDTI, así como de las empresas promotoras del proyecto.
«En Ricla se está fraguando el futuro de la desalación sostenible en el planeta. Si el proyecto es exitoso, va resolver muchos problemas no solo de España», asegura Lahuerta, quien estima que esta tecnología da solución al alto coste del agua de planta de desaladoras hasta el punto de que sería más económica que la de un trasvase, lo que sería revolucionario para la agricultura.
Posteriormente, ya se en septiembre, se llevará a cabo el ensayo en la Plataforma Oceánica de Canarias (Plocan), situada en la bahía de Taliarte. Si las demostraciones son exitosas, la propuesta pasaría a la tercera fase, lo que supondría el desarrollo del prototipo, traslado, instalación y verificación preoperacional. En este caso, la planta piloto sería de una mayor escala (1.000 metros cúbicos por día) y se alimentaría con energía solar, principalmente. La ubicación elegida es la costa de Agüimes.
Por el momento, la UTE de Tempero-Aguas de Valencia se ha adjudicado 1,3 millones de euros en las dos primeras fases del concurso público del CDTI, una cifra que ascenderá a 4,5 millones si logra pasar a la tercera y última fase.
