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Muere un referente del empresariado canario

Adiós a un tenaz ‘self made man’

Felix Santiago Melián en su finca guiense de Matas Blancas, junto a una antigua máquina agrícola del inglés David J. Leacock en 2017 PACO LUIS MATEOS

Perdió la vida ayer a pocos metros del mar y de la playa (Sardina del Norte) en la que durante muchos años se sumergía y nadaba con intensidad y frecuencia para mantener la forma física que le exigía emprender nuevas aventuras empresariales en la agricultura, la construcción y la industria. La súbita muerte de Félix Santiago Melián (Gáldar, 1934) el mayor productor-exportador europeo de plátanos, ha dejado en estado de shock a gran parte de la sociedad grancanaria por inesperada, pese a haber trascendido sus achaques de salud en los últimos meses, y por su incuestionable proyección en casi toda la isla.

Aunque había delegado ya gran parte de las principales decisiones del grupo FSM, su tenacidad en el trabajo y la iniciativa emprendedora todavía seguían latentes, y las ponía de manifiesto en ocasiones.

Con su adiós tan repentino como traumático, desaparece un estilo empresarial peculiar, con más luces que sombras. Absolutamente meritorio. Forjador de un imperio económico desde unos orígenes humildes en las medianías de Gáldar. Algunos coetáneos suyos le recuerdan todavía en sus inicios cabalgando cada día una modesta moto desde su lugar de residencia galdense a la zona turística de Puerto Rico para impulsar la construcción de los primeros bloques de apartamentos.

Hizo de la terquedad una virtud para alcanzar sus objetivos. También de su vehemencia para superar obstáculos artificiales o no. Concedía tanto valor a la palabra dada como al documento firmado. Conocedor de sus limitaciones acertó a rodearse en su entorno de confianza con profesionales y personas que le compensaban sus déficits en formación académica. Pero esta circunstancia, que en otros podría determinar una debilidad o complejo, a Félix Santiago le crecía ante los reveses o adversidad de la brega empresarial. Debió pensar que la universidad de la vida, su escuela de aprendizaje permanente desde la infancia, no tenía nada que envidiar a la universidad convencional.

Fue listo en hacer caso omiso a los cantos de sirena de oportunistas y vendedores de humo que pretendieron aprovecharse y compartir su ventajosa situación cuando ya había consolidado su imperio, tras mucho sacrificio personal y familiar. Y demostró sagacidad para arriesgar y triunfar en inversiones, frente a la miopía de otros competidores que habían calculado erróneamente sólo quiebra y ruina.

La clase política de su época, ideologías al margen, fue la primera en valorar el dinamismo de Félix Santiago Melián como agente social y económico. La marca del empresario norteño se disparó tanto con Jerónimo Saavedra como con José Manuel Soria, cuando ambos estuvieron al frente de instituciones públicas. FSM pujó y obtuvo entonces importantes inversiones en materia de viviendas, plazas y centros educativos. Precisamente una de sus recientes y mayores satisfacciones había sido la adjudicación de las obras del Instituto Saulo Torón en Gáldar a su empresa.

En honor a la verdad, su fair play con los políticos iba y venía, según la coyuntura. Félix era directo y sin recovecos o circunloquios, a diferencia de algunos políticos. Comprensible que las situaciones de tirantez negociadora surgieran más con gobernantes municipales, celosos éstos especialmente en sus decisiones sobre el uso del suelo público. Sin embargo, la sangre nunca llegó al río y las situaciones lograrían reconducirse en beneficio de ambas partes, sobre todo del interés comunitario.

La vida, con sus caídas y vuelta a empezar, curtió a Félix Santiago y le tornaría más precavido y hasta desconfiado. Así se explica aquella expresión tan canaria de la que tiró para dudar sobre su participación, junto a otros empresarios, en el rescate de una Unión Deportiva Las Palmas al borde de su desaparición, hace unos años. «Antes de poner mi dinero para salvar al club, yo quiero ver lo que hay en el fondo del caldero», dijo a modo de advertencia en su afán de conocer la auténtica realidad de la deuda acumulada para evitar sorpresas futuras que pudieran salpicarle.

Hace menos de un mes, Félix y yo nos saludamos en La Bodega de Guía, donde el Cortijo de Pavón vende sus mejores quesos de flor. Otro amigo y yo compartíamos un café aquella mañana. FSM entró raudo al mostrador para adquirir varios quesos. Nos saludamos y estrechamos la mano. Sin dejar de ser afable y atento, constaté un cambio en su semblante y carácter. Una parquedad expresiva inusual en él y la sensación de que no me había reconocido. La percepción de que su salud se había resentido era inevitable.

Muy distinto al Félix Santiago que nos concedió una entrevista hace cinco años en su finca de Matas Blancas guiense para el periódico LA PROVINCIA-Diario de Las Palmas y se explayó con frases memorables: «No pienso en la jubilación», «Canarias lidera el paro con Andalucía, y Tenerife el reparto de dinero público», afirmaba con agudeza incisiva y retranca.

No concedía importancia a las sospechas de sus detractores que especulaban con sus vinculaciones políticas. Justificaba convincentemente la relación: «Mi amistad con dirigentes de partidos ha servido para resolver importantes problemas de la agricultura canaria», respondía. En ese contexto cabe encuadrar su audacia de colocar a su amigo y alcalde Demetrio Suárez al volante de su coche para él ocupar su lugar en el asiento trasero, junto al ministro Pedro Solbes y «leerle la cartilla de la agricultura canaria de la A hasta la Z» en ruta por el norte grancanario. Este era el verdadero Félix Santiago, genio y figura, al que no arredraban las dificultades, ni los poderosos.

Así llegó a la cima, sumando un millar de trabajadores en nómina en el mejor momento de su esplendor empresarial.

Descanse en paz.

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