Las condolencias no han cesado desde que el pasado lunes falleció Ángel Ferrera, un empresario que puso como prioridad el desarrollo y la modernización de las Islas. El elogio ha sido unánime. Sus hijas celebrarán el funeral mañana jueves en la parroquia de Santa Catalina (Salesianos), a las 18.30 horas de la tarde. Dos expresidentes de Canarias, Lorenzo Olarte y Jerónimo Saavedra, recuerdan su amistad con él.

Olarte sostiene que mantuvo unas relaciones magníficas con Ferrera. «Estuvo conmigo en el nacimiento del partido que formé en las postrimerías del franquismo, pero él optó por seguir la vía empresarial y se convirtió en un líder del empresariado canario», evoca. «Yo lo quería mucho, era una gran persona y siempre mantuvo conmigo una deferencia y un respeto que eran recíprocos», sostiene. «Sentí una gran admiración por su trabajo porque era un auténtico líder del empresariado canario», afirma.

A su juicio, Ferrera destacó en todas sus actividades «tanto en el asociacionismo empresarial como al frente de empresas punteras como Toyota y Unelco con un liderazgo contrastado de muchos años». El fallecimiento del empresario le ha causado un gran pesar al expresidente del Gobierno canario. «Me he llevado un gran disgusto porque a mi edad se sufre mucho cuando un amigo querido se va para no volver».

Para Jerónimo Saavedra, Ferrera fue uno de los empresarios más importantes en la transición democrática y en la consolidación de la democracia, «porque tenía una visión moderna del papel de la empresa y una visión internacional que no ha sido tan abundante en el empresariado canario».

Todo ello ha contribuido a que en la fase de la recuperación democrática y también cuando se discutió el modelo de integración de Canarias en la UE, Ferrera fuera uno de «los mejores colaboradores en la defensa del Protocolo 2, que suponía el mantenimiento de la manera de funcionar de la economía canaria y el reconocimiento de nuestra condición europea», explica el también exministro.

«De hecho, un sector del empresariado no lo comprendió, sobre todo los del sector agrícola, lo que provocó manifestaciones y críticas, y que yo dimitiera en 1985 al no aceptarse por el Parlamento de Canarias el proyecto de Protocolo 2 que había firmado el Gobierno de España», recuerda.

Todo esto hizo que «la amistad con Ángel Ferrera fuera permanente y constante» incluso cuando dejó el Gobierno regional, recalca.