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Adiós a un gran empresario

Amigos y familiares despiden a Ángel Ferrera en la catedral de Las Palmas

El obispo auxiliar de Canarias, Cristóbal Déniz, destaca el deseo de «paz» del empresario

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Funeral de Ángel Ferrera José Carlos Guerra

Más de un centenar de familiares y amigos despidieron ayer al empresario Ángel Ferrera en el funeral que su viuda, María Tavío, abatida durante el acto, organizó en la catedral de Las Palmas. En una sentida ceremonia, el obispo auxiliar de la Diócesis de Canarias, Cristóbal Déniz, dio por cumplida la voluntad del fallecido de «marcharse en paz y que todo estuviese en paz». Ocho días después del óbito, el cuerpo permanece en el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses de Las Palmas a la espera de poder ser incinerado tal y como Ferrera dejó ordenado en su testamento vital.

Amigos y familiares despiden a Ángel Ferrera en la catedral de Las Palmas

El obispo Déniz explicó durante su homilía que fue «un buen amigo común» quien le conectó con el expresidente de la Confederación Canaria de Empresarios (CCE) y de la Cámara de Comercio, entre otros muchos cargos. «Sin conocerlo mucho», matizó, «su forma de vivir y morir no se improvisa», expuso para describir «la calma y lucidez que mantuvo hasta el último día a pesar de los dolores» que le provocaba el cáncer que le devastó durante los siete años finales de su vida.

Amigos y familiares despiden a Ángel Ferrera en la catedral de Las Palmas

Maruchi Ferrera, hermana del difunto, tomó el micrófono terminado el acto para agradecer los «tantos momentos entrañables» que le propiciaron el empresario y su «mujer, María. Con ella compartiste tus años más difíciles», señaló. Recordando los numerosos reconocimientos obtenidos en vida por el que fuera presidente de Toyota Canarias durante 40 años, su hermana los tildó de merecidos y fruto «de una vida plena».

Amigos y empresarios

Los aplausos que siguieron a su intervención pusieron fin al acto en el que estuvieron presentes, entre otros, el presidente de la Cámara de Comercio de Gran Canaria, Luis Padrón; los empresarios, Alberto Cabré, gran amigo del fallecido o Mario Rodríguez; el CEO de Toyota Canarias, Ismael Alemán; su homólogo en la cadena hotelera THE, Carlos Gimeno, o la concejal popular de Las Palmas de Gran Canaria, Pepa Luzardo.

El obispo auxiliar de la Diócesis de Canarias dató su último encuentro con Ángel Ferrera «trece días antes de su fallecimiento». En aquella ocasión, recordó el clérigo valsequillense, la cita terminó «rezando a la Santina, la virgen de Covadonga» de la que el Medalla de Oro de Canarias, e Hijo Adoptivo de Gran Canaria y Las Palmas de Gran Canaria, entre otras muchas distinciones, era devoto. A pesar de llegar al Archipiélago en la niñez, mantuvo siempre presentes sus raíces asturianas.

La despedida a un compañero y amigo fue el objeto del encuentro, en el que no obstante abundaron los corrillos en los que, con discreción, se comentaban las circunstancias que han seguido a la muerte de Ferrera. La viuda, de luto riguroso, escondía unos ojos hinchados de llorar tras unas grandes gafas oscuras. «Esto es muy difícil, no quiere comer», comentaba uno de sus hermanos.

El cuerpo del empresario permanece en el Instituto de Medicina Legal a la espera de que una resolución judicial permita su incineración y el reposo de las cenizas en el panteón que la familia Ferrera posee en el cementerio de San Lázaro de la capital grancanaria tal y como había dejado ordenado Ángel Ferrera. Una denuncia por presunto envenenamiento presentada en el juzgado de guardia paralizó el cumplimiento de esas últimas voluntades.

Tras la realización de la autopsia y coincidir esta con la causa de fallecimiento expuesta en el certificado de defunción por el médico habitual –la metástasis en que derivó el cáncer de pulmón–, el juez requirió más pruebas toxicológicas a un laboratorio de Tenerife. Desde entonces, nada se sabe de los trámites judiciales.

Tampoco tiene más datos el abogado del matrimonio Ferrera-Tavío, Marcos García Latorre. «Tras tener conocimiento de la existencia de esa actuación, me personé en sede judicial y hasta el día de hoy [por ayer] ni siquiera me han hecho llegar el auto», lamentó. En sus muchas llamadas al juzgado solo ha obtenido como información que está «pendiente de que lo firme el secretario judicial. Sé que estamos en agosto, pero si hubo rapidez para adoptar las medidas que impidieron la incineración, también podría haberlas para estampar una firma», explicó el letrado.

Ni siquiera tienen constancia de que la denuncia partiera de las hijas que Ferrera tuvo con Margarita Alonso, fallecida en 2007. No obstante, estas no han negado ser las promotoras de la acción judicial y solo han pedido discreción ante unas diligencias penales, «por tanto, secretas», que siguen a una investigación desarrollada durante los últimos «meses».

La relación estaba rota desde hacía años. Nadie quería quebrar ayer el recogimiento, pero algunos advirtieron de que la tensión entre las partes llevó incluso a Ferrera a actuar judicialmente contra alguna de sus hijas.

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