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La cochinilla mexicana coloniza las Islas sin que se le ponga freno

La plaga amenaza la supervivencia de las tuneras de La Palma, Tenerfe y Lanzarote - El Ejecutivo opta no controlar al parásito

Agrupación de tuneras afectadas por la cochinilla mexicana. David Perestelo

Las tuneras asilvestradas de las Islas están abocadas a desaparecer. Su supervivencia está en serio peligro por culpa de la expansión sin control de una plaga de cochinilla mexicana (Dactilopyus opuntaie), también conocida como cochinilla basta del carmín o silvestre. Este parásito, que se detectó en el Archipiélago por primera vez en 2010, está echando a perder las plantaciones en La Palma, Tenerife y Lanzarote. Cada vez son más comunes los paisajes protagonizados por agrupaciones de tuneras ennegrecidas que tras servir de hospedaje para este insecto han quedado sin vida. Ante esta situación, el Gobierno canario ha decidido, por el momento, no mover ficha y dejar que la naturaleza siga su curso y que el parásito acabe por extinguir a la tunera, una especie exótica invasora –no autóctona– adaptada a las condiciones edafoclimáticas insulares y poco exigente en agua y manejo.

Pero la plaga no solo afecta a la tunera asilvestrada, la cochinilla mexicana también está dañando a los cultivos privados, algo que lleva años denunciando la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Canarias (Asaga Canarias Asaja). «Se ha tomado la decisión de no hacer nada y para ahorrarse la poda están dejando que la plaga se expanda sin control», critica el secretario general de Asaga, Theo Hernando.

Al sector le preocupa que la extinción de las tuneras suponga también despedirse de otro tipo de cochinilla, la Dactilopyus coccus, un parásito que convive con su hospedador pero no lo mata y que ha servido históricamente para la producción de tinte natural, que cuenta con la Denominación de Origen Protegida (DOP). En el siglo XVI los españoles la introdujeron en Canarias, donde su cultivo se convirtió en un importante recurso económico para las Islas. Yogures y refrescos de fresa, helados, incluso vino, también productos cosméticos, pinturas y ropa, presentan vivos colores gracias al carmín extraído de estos insectos. «Un producto tan canario como el Clipper utiliza este sistema de coloración», recuerda Hernando.

Adiós al higo

Y esto no es lo único que se perderá con la extinción de las tuneras, también desaparecerá su fruto, el higo pico, que se sigue consumiendo en las Islas. Se trata de una especie de la que se puede aprovechar casi la totalidad de la planta. Las palas o pencas todavía hoy se emplean como alimento para el ganado o incluso para el ahumado de los quesos. El mucílago (fibra), se utiliza en la fabricación de cremas, bioplásticos o biopolímeros y de las semillas se puede extraer aceite de uso cosmetológico. Además, desde el punto de vista medioambiental, se convierte en una aliada frente al calentamiento global dada su capacidad para captar CO2. «No solo se trata de acabar con un cultivo, es también una cuestión cultural canaria», insiste el secretario general de Asaga.

Para Hernando el aprovechamiento de la tunera podría convertirse en una actividad atractiva para diversificar el sector agrícola dado el «potencial de los diferentes productos que se obtienen e incluso la transformación de sus frutos en cuarta gama como se está investigando».

Según el Instituto de Estadística de Canarias (Istac), hay registradas un total de 154 hectáreas de tunera en las Islas, de las que 37,38 se encuentran en Tenerife, cerca de nueve menos que en 2015. El municipio de Buenavista, con 12,38 hectáreas, registra la mayor concentración de tuneras de la isla. En La Palma, la superficie controlada se sitúa en 12,5 hectáreas y en Lanzarote, en 13,8 hectáreas. Gran Canaria cuenta con 50 hectáreas y Fuerteventura con 27,3 hectáreas.

Antes de morir y adquirir un tono más oscuro las plantas infectadas presentan una densa secreción algodonosa. David Perestelo, ingeniero agrícola experto en cochinilla mexicana, explica que «no existen productos fitosanitarios» registrados para controlar la plaga lo que complica la situación. «Las únicas prácticas permitidas son la aplicación de agua a presión y el raspado de las pencas para su limpieza, el uso de jabón potásico y el aceite de parafina», aclara Hernando.

Precisamente se desconoce el tiempo que le queda de existencia a las tuneras porque la lluvia las limpia de manera natural. Las plantas ubicadas en la zona norte, más húmeda, tiene más posibilidades de salvarse que las que se encuentran en zonas más secas.

Otro método que ha puesto en práctica Perestelo a través de un trabajo de investigación es la suelta de enemigos naturales que acaben con la cochinilla mexicana. «Probamos a utilizar un tipo de mariquita para que acabara con el bicho y los primeros resultados nos dieron un 24,14% de eficacia», aclara Perestelo, quien afirma que las condiciones climáticas de las Islas son idóneas para el «ciclo de vida» de estos parásitos.

Los métodos utilizados por los agricultores han logrado salvar algunas plantas, pero no frenar el avance de este parasitoide que el viento favorece su dispersión. Se propaga a gran velocidad y es muy prolífera. Aun así, al margen de esta especie perteneciente a la familia de los cactus, no consta que la cochinilla mexicana pueda afectar ni a la flora autóctona ni a otros cultivos. «No hay peligro con otros cultivos porque es como la polilla guatemalteca que solo afecta a la papa», explica el ingeniero agrícola.

Ante la pasividad de la administración canaria para controlar la plaga, el secretario general de Asaga, reclama que, al menos, los agricultores dispongan de información y formación para saber cómo actuar para poder controlar la expansión de este insecto. «No es fácil diferenciar los tipos de cochinilla, ni siquiera para un técnico especializado, por lo que es esencial que los agricultores aprendan a distinguirla y erradicarla de sus cultivos», apunta.

El tema se ha extendido tanto que algunos parlamentarios canarios como Oswaldo Betancort ya se ha dirigido al Gobierno autonómico para demandar acciones que permitan combatir la plaga de cochinilla mexicana. «En menos de seis meses ha aniquilado muchas fincas abandonadas y ha causado graves estragos», sostiene el también alcalde de Teguise. El consejero popular del Cabildo de Tenerife, Valentín González Évora, también reclamó el pasado mes de julio acciones conjuntas de las instituciones canarias para hacer frente a la situación. «La plaga preocupa a los vecinos porque no solo mata las tuneras, sino que además provoca situaciones de insalubridad en los lugares donde se localiza, con fuertes olores y la presencia de gran cantidad de insectos», apunta el consejero. 

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