La Provincia - Diario de Las Palmas

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«En el barrio hay una crisis permanente»

Jonay Cuesta vive con su familia en Barrio Nuevo, donde persisten el abandono y las dificultades

Jonay Cuesta pasea junto a su hija Lucía por Barrio Nuevo. CARSTEN W. LAURITSEN

Barrio Nuevo se sitúa en Santa Cruz de Tenerife sobre una de las laderas del macizo de Anaga. En sus calles estrechas sus vecinos deben convivir con la falta de servicios y altos niveles de paro.

Los vecinos de Barrio Nuevo en Santa Cruz de Tenerife –que otra vez vuelve a ser una de las zonas de Canarias con un menor nivel de renta per cápita– no han notado de manera evidente la embestida de la nueva crisis económica, porque el barrio vive en una crisis permanente. Así lo cree Jonay Cuesta, un autónomo que reside en este punto de la ciudad desde hace 14 años y trabaja sin descanso para sacar adelante a su mujer y su hija de nueve años. «No me extraña que estemos en esta situación, en el barrio hay mucho desempleo, altos niveles de pobreza y un abandono por parte de las administraciones», sostiene.

Por eso, a Cuesta no le sorprende que la zona tenga de nuevo el dudoso honor de ser uno de los barrios con menor renta de las Islas. «Aquí las cosas han sido siempre de esta manera», afirma. Aún así, insiste en que él vive de manera muy cómoda en el barrio. «Solo puedo decir que es espectacular por la calidad humana de los vecinos», añade.

Entre los motivos que enumera para que Barrio Nuevo se encuentre entre los que tiene unos mayores índices de pobreza del Archipiélago apunta a la dejadez por parte de las administraciones y también a cierto conformismo entre sus vecinos. «Yo siempre he trabajado, en lo que sea, pintor, cargador, solo he cobrado el paro una vez en 17 años y nunca he tenido que recurrir a la asistencia social...pero mucha gente no tiene este empuje y viven de las ayudas», lamenta.

Tanto él como su mujer provienen «de familias humildes» y asegura que nunca vio parados a su madre y su padre. Cuenta que incluso su madre solo dejó de limpiar casas después de que sus hijos le dijeran que ya era el momento de descansar y que ellos le ayudarían económicamente si era necesario. Por eso, para él lo importante «es que mi hija pueda comer lo que le gusta y no depender de ninguna ONG».

Cuesta asegura que la zona tiene mucha carencias en servicios municipales y que criar a una niña allí es «complicado» por la falta de recursos. «No tenemos nada, solo una carretera, sin aparcamientos, y no hay ni siquiera un parque en el que puedan salir a jugar, van del colegio a casa y de casa al colegio», señala.

Así lo piensa también su hija Lucía a quien le gustaría tener un lugar en el que poder encontrarse con sus compañeros para compartir tardes de risas y juegos, aunque no duda en afirmar que está «orgullosa» de vivir donde vive.

Su padre es además un hombre comprometido con el barrio que no ha dudado en desplegar todo lo que está a su alcance para ayudar a sus vecinos. Hace cuatro años puso en marcha Furgo Solidaria, una iniciativa con la que trata de ofrecer a quienes viven en esta zona de Santa Cruz, pero también en otros barrios necesitados, una mano amiga cuando lo requiriesen. Una tarea en la que también ha involucrado a su hija Lucía con el objetivo de que la pequeña aprenda «cómo son las cosas y que hay gente necesitada».

Cuesta ayuda a sus vecinos con una Furgo Solidaria, una actividad en la que también involucra a su hija

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Junto a ella se han encargado de dar chocolate con churros a las personas sin hogar, repartir ropa y juguetes o organizar visitas de los pajes de los Reyes Magos para los niños que viven en los barrios más alejados y con más necesidades.

Cuesta también se queja de la situación de muchos mayores del barrio. «No hay ni siquiera un centro ciudadano en el que se puedan reunir», cuestiona y añade que su única actividad muchas veces es asomarse a la ventana «para que la gente les salude». Muchos de ellos tienen que hacer frente con sus bajas pensiones al sustento de otros miembros de su familia debido a los altos índices de desempleo. «Y luego no tienen ninguna contraprestación».

A lo vecinos mayores que llevan viviendo allí toda la vida se unen ahora también personas migrantes que han acabado en el barrio de una u otra manera. «Tenemos un montón de cubanos, muy buena gente y aunque hay problemas vecinales como en todos los barrios no llega la sangre al río», bromea.

Cuesta sostiene que aunque Barrio Nuevo sea uno de los enclaves con menor renta de Canarias, la situación de abandono se extiende también por otras zonas en las que la mayoría de sus vecinos atraviesa importantes problemas económicos. «Pero luego donde se invierte siempre es en el centro», se queja.

Bajo su punto de vista, las instituciones deberían desplegar planes específicos en estas zonas que no solo ofrecieran prestaciones por un tiempo determinado sino que estas mismas ayudas estuvieran vinculadas a un mayor compromiso por parte de los ciudadanos en formación o empleo vinculado a tareas dentro del barrio para incentivar a los propios vecinos. «Me da pena ver a las personas jóvenes sin nada que hacer día tras día», indica.

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