El milagro de la luz

«Yo sueño con las energías renovables»

Juan José Laforet posando en Las Palmas de Gran Canaria.

Juan José Laforet posando en Las Palmas de Gran Canaria. / la provincia

Cómo ciudadano qué impresión le merece el término tan acuñado hoy en día a todos los niveles ‘Transición Ecológica’?

Una transición puede ser “un cambio repentino de tono o expresión”, pero en el ámbito es una transformación, o quizá evolución, que conlleva muchas expectativas. Ese cambio exige un cierto reposo, un cierto ritmo, una calma adecuada a las expectativas que se generan. Creo que, tratándose de un término de acuñación actual, sin embargo, responde a un hecho constante en el devenir del planeta, donde tanto la naturaleza, como las personas y los pueblos que se acomodan a ella, o la transforman, siempre han dado un paso de un modo de entender y utilizar su entorno a otro, y así sucesivamente. Quizá ahora, lo que ocurre es que tratamos de entender mejor, y buscar las adecuaciones necesarias, las bondades y los perjuicios que conllevan esos cambios constantes y progresivos.

¿Está usted preocupado por todos esos estudios con resultados evidente que hablan del desastre al que está sometiendo el hombre a la Tierra?

Indudablemente; hondamente preocupado, pero sobre todo por el nivel tanto de inconsciencia, como de actitudes irracionalmente egoístas, con que por amplios sectores de la población mundial se contempla o afronta –o incluso se elude y se desconoce- esta situación que, en alguna medida, es ya irreversible. La ocupación y aprovechamiento de un territorio siempre conllevó un determinado nivel de degradación medioambiental. Los seres humanos, guiados de una inteligencia constructiva, creativa, se fueron despegando progresivamente de unas pautas de relación con su entorno, en la búsqueda de su sustento, que le señalaba la propia naturaleza. La búsqueda del progreso, de la necesidad de atender una población cada vez mayor, que progresivamente aumentaba gracias a las capacidades que le daba un mayor aprovechamiento de los recursos naturales, siempre implicó una incidencia en el medio natural. Una y otra vez a través de la historia, distintas civilizaciones aplicaron medidas correctoras que permitían una mayor sostenibilidad de ese medio que se explotaba. Así, a medida que aumentaba la población y la necesidad de recursos aumentaba, se daban cambios que de un lado conllevaban lo que se ha entendido como “progreso”, pero de otro también acontecía una mayor degradación de esos recursos, lo que exigía una nueva transición a otro modelo de explotación, que conllevara una cierta protección de las riquezas naturales. Mi preocupación hoy se centra, sobre todo, en el grado de irreversibilidad que ya han alcanzado esas transiciones constantes. En el no saber si seremos capaces de transitar a un modelo mucho más exigente y restrictivo, con el que, al menos, frenar la degradación actual de muchos entornos naturales y urbanos. En el saber que no se trata sólo de dictar normas, leyes, sino que se trata de crear una nueva cultura, asumida por la amplia mayoría de la población mundial.

Se requiere un profundo cambio de mentalidades para que esas medidas sean efectivas

El Ministerio para la Transición Ecológica, con competencias en esta materia, sigue sin autorizar a quemar un combustible menos contaminante en las centrales eléctricas de las islas. ¿Cree que este es un paso urgente?

Hoy todo es, por desgracia, dado el punto y el nivel en que se encuentra la humanidad, urgente. Sin embargo, insisto, pese a todo hay que dar pasos sin pausas, pero sin prisas, pues las prisas son malas consejeras en un mundo que requiere un profundo cambio de mentalidades para que esas medidas sean efectivas. Y por ello entiendo que sean entendidas, asumidas y avaladas por el conjunto de la población. No sólo se trata de que, por los técnicos y los científicos, se propugnen soluciones, que luego se apliquen por los estamentos políticos. Se trata que la población entienda y asuma la necesidad de cambios estructurales en su modelo de vida cotidiana. Como medida a corto plazo, indudablemente que cualquier cambio que conlleve la utilización de combustibles cada vez menos contaminantes es imprescindible.

¿Como cronista oficial de LPGC cómo diseñaría su ciudad verde?

Es complicado este sueño, máximo en una urbe que ha crecido tanto y tan rápidamente. No se trata de soñar con meros árboles y setos por calles, plazas y cualquier rincón (lo que personalmente siempre me ha gustado). Yo sueño con un plan estructural que lleve a recuperar un encuentro con la auténtica naturaleza sobre la que se asentó esta población, a partir de 1478. Nuestra naturaleza era costera, de playas que, a lo largo de los dos últimos siglos, han desaparecido en su gran mayoría. La de unas laderas que rebozaban de una flora y una fauna que la identificaban. La de unos barrancos y barranquillos que, a modo de arterias vitales, comunicaban el entorno costero con el interior insular, por los que discurría el agua y se prodigaba una flora espectacular. Junto a ello, una presencia adecuada de árboles y planta, un reverdecer de las laderas, una recuperación (donde se pueda) de la flora costera, sería imprescindible ya.

El Gobierno de Canarias marca 2040 como fecha límite para la descarbonización en las Islas. ¿Cree usted que será posible cumplir ese plazo o que habrá que apretar a fondo el acelerador de las energías renovables?

Toda transición, máximo en un mundo tan complejo como el actual, es difícil realizarla apretando el acelerador (aunque sea imprescindible dada la situación que ya atraviesa el planeta), pues si queremos que los cambios arraiguen y sean eficaces deben darse con la solidez y la determinación necesaria, sobre todo necesaria para que el conjunto de la población las asimile, las defienda y las tenga presentes en su vida cotidiana. Yo sueño con las energías renovables, me gustaría vivir ya en un mundo en el que toda la energía que, en realidad requiero de verdad, y no como un uso superfluo, provenga de medios alternativos y renovables. Pero también soy consciente que no es fácil, por su complejidad técnica, y por los demasiados intereses que hay en este entorno a nivel mundial. Por ello los pasos deben ser sin pausas, pero sin prisas.

Cree posible compatibilizar en un territorio como Canarias: paisaje, turismo y renovables…

Creo que requerimos, necesitamos, hacerlo compatible, pues hay que compatibilizar, como ha ocurrido en todos los territorios y ámbitos a través de la historia, la protección, la preservación del medio natural, del que depende nuestra misma subsistencia a largo plazo, con la exigencia de atender las posibilidades de vida y desarrollo en este territorio, con una estructura económica que, precisamente, se nutra de los valores de unos paisajes únicos y de una energía renovables que adecue el uso del territorio para un uso turístico, pero un “turismo” que se deberá adecuar a ello y entender de otra manera.

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