La falta de grandes industrias deja a Canarias sin ayudas para hidrógeno verde

Los 150 millones de euros de la primera convocatoria del IDAE pasan de largo por Canarias

Los recintos portuarios capitalinos están presentes en los proyectos canarios. En la imagen, el Puerto de La Luz.

Los recintos portuarios capitalinos están presentes en los proyectos canarios. En la imagen, el Puerto de La Luz. / ANDRÉS CRUZ

Julio Gutiérrez

Julio Gutiérrez

Primer reparto de fondos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR) para proyectos de hidrógeno verde. De los 150 millones de euros dispuestos para esta convocatoria, Canarias se anota un rotundo cero y no por la inexistencia de iniciativas. Tres se presentaron, pasaron al trámite final, y todos merecieron el calificativo de realistas, plausibles y con viabilidades que obtuvieron altas calificaciones en el proceso de concurrencia. Sin embargo, la inexistencia de un sector industrial intensivo impactó de modo negativo en la evaluación final.

Tan sencillo como pensar en un programa para eliminar las emisiones en los puertos del Archipiélago. El volumen de dióxido de carbono (CO2) que se ahorra a la atmósfera nunca podrá igualarse con el que emite la chimenea de una industria cerámica, por ejemplo, que está activa las 24 horas del día y sin descanso durante toda la semana. Si ese concepto es el más valorado, las Islas van a tener poco que decir.

El método de evaluación veta el acceso a los fondos europeos

Salvo que esta primera experiencia muestre, una vez más, que en el aspecto energético, como en otros muchos, Canarias cuenta con unas especificidades que la hacen merecedora de un trato diferenciado. De lo contrario, si las reglas del juego se mantienen como hasta ahora, la posibilidad de contar con fondos europeos para virar hacia el hidrógeno verde se antoja lejana.

Es cierto que junto a las iniciativas isleñas muchas otras se han quedado en el camino. En la resolución provisional firmada el 28 de noviembre por el director general del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), Joan Groizard, solo 22 obtuvieron subvenciones.

Hasta 15 millones de euros

Estas oscilan entre los 1,3 millones de euros que van a parar al «Desarrollo de una planta de producción de hidrógeno renovable como combustible alternativo al gas natural para su uso en hornos industriales de producción de aluminio secundario» –con 1,3 megavatios de potencia de electrólisis y situada en Castilla y León–, y los 15 millones para el «Despliegue de un hub de hidrógeno para usos en movilidad pesada, pionero en el eje transeuropeo» –20 megavatios– presentado por Cataluña.

Junto a los tres canarios, se quedan sin ayudas a fondo perdido otras 39 ideas que también concurrieron; 35 por agotarse los 150 millones de euros y cuatro más porque no alcanzaron la nota mínima requerida, que la convocatoria publicada en el Boletín Oficial del Estado (BOE) del día de Nochebuena del pasado año fijó en 50 puntos.

Tres proyectos de las Islas lograron pasar a la última fase de la selección, pero ahí cayeron

¿Qué diferencia a los aspirantes de las Islas de los 35 –excluidos los suspensos– que han corrido igual suerte? Su grado de madurez, la seducción que sus muchas papeletas para pasar de la teoría a la práctica ejerce sobre los evaluadores. Eso, a su favor; en contra, que se hunden estrepitosamente cuando se atiende a lo que la convocatoria denomina «viabilidad económica», pero que se definiría mejor como reducción de emisiones de CO2, y punto.

Esta «viabilidad económica» otorga un máximo de 25 puntos a cada expediente. Porcelanosa, por poner solo un ejemplo, que sí obtiene subvención, se anota un 23 en esta columna y, por mucho que su viabilidad global esté por debajo de la de los tres proyectos canarios, supera a estos ampliamente en la nota final.

Con ese contexto, la concurrencia se decanta sin discusión en favor de quienes producen más emisiones. Es más, existen mandatos específicos para que industrias como la de los fertilizantes o la del refino del petróleo se pasen al hidrógeno. Sus emisiones son muy elevadas y, además, en casos como estos, el hidrógeno se convierte en una materia prima más del proceso de producción.

La referida «viabilidad económica» que se sitúa como un claro hándicap para los proyectos gestados en el Archipiélago comienza por reconocer un trato prioritario para quienes «propongan un precio objetivo de comercialización del usuario final inferior o igual a 6 euros por kilogramo de hidrógeno renovable». Si ya es un brindis al sol fijar precio para una tecnología a la que aún restan algunos años para ser competitiva, hacerlo en una comunidad autónoma en la que no existe un mercado de la energía propiamente dicho, lo es más aún.

Dos indicadores de rentabilidad

Más alla de esto, se establecen dos indicadores para medir la rentabilidad o pertinencia de la ayuda en el aspecto económico. El primero de ellos relaciona la subvención concedida con el número de kilos de hidrógeno verde producidos. Evidentemente, quien más necesite, más generará y de nuevo la ausencia de grandes plantas industriales en Canarias supone una desventaja frente al resto.

El otro indicador es el «abatimiento de emisiones de gases de efecto invernadero». O, lo que es lo mismo, el volumen de gases nocivos que la subvención restará a la atmósfera. Quien más ensucie está por delante a la hora de obtener fondos del PRTR. Y esto, que en principio puede resultar lógico, significa que territorios en los que predominan actividades menos contaminantes, como el Archipiélago, nunca estarán alineados con el resto en el pistoletazo de salida.

Territorios o actividades menos contaminantes parten con puntos de desventaja

Los tres proyectos canarios tienen el transporte como escenario de actuación, bien inicial para luego extenderse a otras actividades, o bien definitivo. Esta actividad –terrestre y marítima, porque el hidrógeno para los aviones está aún lejos– es la mayor consumidora de energía en el Archipiélago.

Dos de las ideas las generó el clúster del hidrógeno, que integran una veintena de empresas privadas e instituciones públicas de las Islas. La restante la presentó la compañía Iberdrola.

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¿Qué es el hidrógeno verde?

El hidrógeno está llamado a ser uno de los principales vectores energéticos del futuro. Se obtiene mediante la ruptura de la molécula de agua (H2O) en un proceso llamado hidrólisis, que requiere de energía. Si esta se obtiene de fuentes limpias –mediante un parque eólico anejo a la central de generación, por ejemplo– el hidrógeno es verde.

¿Por qué se persigue su implementación?

Porque la fuente primaria, el agua, existe en abundancia. Además, algunas centrales incorporan la posibilidad del aprovechamiento del vapor que se libera en la hidrólisis para devolver parte de esa agua al medio natural del que se obtiene.

¿Por qué ahora?

Dada su importancia para la descarbonización –dejar de usar hidrocarburos como fuente de energía– el hidrógeno verde está en la rampa de lanzamiento que antaño ocuparon la eólica o la fotovoltaica. Está a pocos años de resultar competitivo frente a otros suministradores de energía. La Unión Europea (UE) apuesta decididamente por él y España aprovecha los fondos postpandemia que le llegan desde Bruselas para cumplir con el mandato de acelerar la transición ecológica.

¿Canarias está en desventaja?

El primer reparto de subvenciones que ha hecho el IDAE ha primado a quienes reducen más las emisiones. Esto, que puede tener lógica, coloca siempre a la cola a los territorios que menos contaminan, los que menos gases nocivos lanzan a la atmósfera. Es el caso de Canarias, que carece de grandes industrias que emiten de continuo CO2, entre otros.

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