Análisis

Ámsterdam y París, herederas de Londres tras el Brexit

La capital holandesa gana peso tras el anuncio de traslado de sede de Ferrovial

El presidente de Ferrovial, Rafael del Pino.

El presidente de Ferrovial, Rafael del Pino.

Eduardo López Alonso

El Brexit está animando los movimientos empresariales en Europa. El adiós de Reino Unido al proyecto europeo ha abierto nuevas oportunidades para otras grandes urbes europeas. Mientras Barcelona gana peso como ciudad tecnológica y turística en el viejo continente, de la mano de ferias de referencia como el Mobile, por ejemplo, París se dibuja como la capital política europea y Ámsterdam-Holanda como centro neurálgico del comercio internacional y plataforma de internacionalización.

Barcelona está ganando atractivo como polo de atracción de inversiones y de talento de firmas tecnológicas. Y se calcula que cada empresa invierte una media de seis millones de euros, cifra que se traduce en un volumen de inversión acumulada global en cinco años de más de 600 millones de euros en este tipos de centros, aseguraba recientemente el consejero delegado de la Mobile World Capital Barcelona, Francesc Fajula. Los europeos quieren venir a trabajar y a estudiar a Barcelona (lo que impacta en los precios de la vivienda). Pero las grandes empresas están mirando a Ámsterdam y París para abaratar costes y mejorar su capacidad de internacionalización.

Hasta que un marco legal no defina con claridad unas reglas del juego económico homogéneas en el Viejo Continente será difícil evitar una competencia interna. Es lo que opina la misma presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, que ha señalado hoy, dos días después de conocerse el anuncio de salida de España de Ferrovial hacia Holanda, que uno de sus objetivos es promover "una armonización que convierta a la región comunitaria en un mercado real y más eficiente". Existe en su opinión, una clara "necesidad de luchar por una unión del mercado de capitales". Un simple tránsito fronterizo entre España y Francia ya muestra drásticas diferencias en aspectos tan simples como el cambio en la oferta de productos a la venta en los supermercados. O las exigencias distintas para la compra de una vivienda, desde las condiciones de los préstamos bancarios o las exigencias y cambios en los trámites notariales. Y esos cambios se producen en cada uno de los países de la UE pese a existir libre circulación de capitales y de personas.

Mientras Ferrovial hace anuncio de querer sede en Holanda, en las páginas del 'Financial Times' se reconoce que "Francia se está convirtiendo en la nueva Gran Bretaña". Las crisis diplomáticas, como la actual guerra de Ucrania, tienen en Francia al interlocutor europeo de referencia frente a Estados Unidos. Mientras el Reino Unido sufre crisis de liderazgo, hasta el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, es un "parisino francófono", tilda la prensa británica.

No obstante, la industria mantiene a Alemania como referencia en Europa (sin olvidar al norte de Italia). Pero Holanda se consolida como centro del comercio europeo con Asia, con el puerto de Rotterdam como contrapunto a los asiáticos, y gana peso como sede europea de sedes con vocación internacional. La autoridad de los mercados holandesa, la AFM, es la más parecida a la FCA del Reino Unido en términos de competencia y defensa de mercados abiertos. Los accionistas de referencia de Ferrovial, como TCI, defienden que es más sencillo para una sociedad holandesa que para una española cotizar en la Bolsa de Nueva York. En Ferrovial aseguran que el ahorro fiscal, que indudablemente existe y se ha calculado en unos 40 millones, es la razón casi única del traslado. Incluso aseguran que puede tener un coste asociado de unos 20 millones que deberá compensarse en los próximos años por esas ventajas fiscales y de entrada en el mercado de valores estadounidense. La familia del Pino tiene alrededor del 30% del capital y cuenta con el apoyo de otros accionistas. La marcha se da por descontada.