La asociación Jilorio promueve el consumo sin intermediarios de productos kilómetro cero

La organización impulsa la soberanía alimentaria de Canarias con la compra de frutas y hortalizas directamente al agricultor

Ada Prieto recogiendo su pedido semanal junto a otro integrante del grupo de consumo.

Ada Prieto recogiendo su pedido semanal junto a otro integrante del grupo de consumo. / Andrés Cruz

"Sensación de malestar en el estómago producida por ganas de comer", así define el Diccionario Básico de Canarismos la palabra Jilorio. Un vocablo de esta tierra que da nombre, desde hace más de diez años, a una asociación sin ánimo de lucro de la capital grancanaria. Jilorio es un grupo de consumo compuesto por una media de 20 personas que promueven la soberanía alimentaria de las Islas. ¿Cómo? Comprando productos locales sin intermediarios entre consumidor y agricultor. 

De esta forma, «el precio se ajusta a lo que pide el productor» y se fomenta el desarrollo del sector agrario. "No queremos que esos campos que un día cultivaron nuestros abuelos o bisabuelos estén hoy llenos de hierba", relata Fabián Alonso, uno de los coordinadores. Para conseguirlo, el grupo busca jóvenes agricultores que quieran colaborar con el proyecto o que estén interesados en iniciarse en el mundo de la huerta. 

Fuera de los supermercados y las grandes superficies, apuestan por alimentos sin pesticidas ni químicos. "Esas manzanas brillantes de las grandes cadenas están tratadas químicamente. Con la agricultura ecológica a lo mejor no tienen esa belleza, pero son mucho más sanas", asegura el coordinador. 

Regeneración de la tierra

La agricultura ecológica se basa en el sustrato, en regenerar la tierra. "Los químicos lo que hacen es cargarse la tierra, la contaminación de los acuífero ha sido horrible en esta isla", explica Daniel Ramírez, productor de San Mateo. Surte a Jilorio de numerosas hortalizas y frutas como manzanas, peras, ciruelas, brécoles o coliflores. Le renta porque no hay intermediarios. «Las tiendas siempre quieren una parte del beneficio, pero aquí el beneficio es completo para mí», declara. El 70% de sus ganancias mensuales provienen del grupo de consumo. Sin embargo, afirma que la subida del precio de los combustibles es "un problema gordo" para los productores más pequeños de Teror o Valleseco que quieren participar en el proyecto. En especial, porque no les compensa traer a la capital "dos o tres kilos". 

Jilorio funciona con bonos mensuales. Cada miembro recarga el suyo en función de lo que espera consumir. Por ejemplo, Ada Prieto, una de las integrantes del grupo, ha puesto para gastar en marzo 100 euros. Son tres en casa. Ella, su marido Yeray Rodríguez, y su hijo David. "Nos gusta que David coma bien y sepa de dónde vienen los alimentos", explica Prieto. En la misma línea, Laura Rodríguez invierte 120 euros de media. Se apuntó a Jilorio para consumir productos kilómetro cero y ayudar a la supervivencia del campo. "Me da tristeza ver los terrenos baldíos, sin labrar. Con la tierra tan buena que hay aquí. ¿Por qué tenemos que comprar alimentos de península?", lamenta Rodríguez. 

Semanalmente, los agricultores envían un listado de los productos que tienen disponibles y cada persona del grupo decide qué y cuánta cantidad encargar. El pasado jueves, en el Café D’ Espacio, lugar habitual de entrega, Prieto recogió guayabos, tomates, plátanos, naranjas y pan. No obstante, en otras ocasiones se lleva a casa papas, cebollas y calabacines. 

De la tierra a la mesa

Uno de los pilares de Jilorio es la relación de confianza que existe entre agricultores y consumidores. Por eso, la asociación organiza visitas a las fincas, para conocer de primera mano las plantaciones. «Ellos quieren ver de dónde salen los productos que comen, que no haya trampa ni cartón de por medio» explica Ramírez. Las frutas tienen nombre y apellidos. "Cuando compro ciruelas conozco el árbol del que vienen y lo que ha costado producirlas, así te aseguro que se come con más gusto”, recalca Rodríguez. 

Soberanía alimentaria

La soberanía alimentaria es la base de Jilorio. El grupo defiende el derecho a decidir sobre los productos que se consumen, a comer alimentos locales y de la temporada, en resumen, a depender en menor medida del exterior. Además, se muestran reacios a comprar "lo que nos venden y ofertan las grandes superficies". 

En este sentido, el Gobierno regional aprobó el pasado mes de febrero la Estrategia Canaria de Soberanía Alimentaria, que tiene como máxima reducir los alimentos importados y potenciar la viabilidad económica, social y medioambiental del sector primario. Un plan que a la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Canarias (Asaga Canarias Asaja) dejó un "sabor agridulce". Más contundente se mostró la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos de Canarias (COAG-Canarias), que tachó la iniciativa de "una mera propaganda electoral". Para Alonso, toda política que reduzca la dependencia alimentaria del Archipiélago es "bienvenida", al igual que le parece positivo que los políticos "se interesen un poco más" por el tema. "La pandemia ha sido una lección que nos ha enseñado a todos que esta tierra tiene que ser lo más autónoma posible", recalca.

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