Neutralidad climática

La UE acuerda aumentar el ahorro energético para 2030

Los negociadores del Consejo y el Parlamento Europeo pactan reducir el consumo final de energía un 11,7% respecto a 2020

El vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, en una imagen de archivo.

El vicepresidente de la Comisión Europea, Frans Timmermans, en una imagen de archivo. / Reuters

Silvia Martinez

La reducción de la factura energética se ha convertido en una de las grandes prioridades de la Unión Europea para hacer frente a la dependencia de los combustibles fósiles de países terceros y avanzar hacia la neutralidad climática en 2050. Un objetivo hacia el que han dado este viernes un nuevo paso tras un “acuerdo político provisional” cerrado por los negociadores del Consejo y del Parlamento Europeo que establece una reducción del consumo final de energía del 11,7% para 2030. El pacto incluye una obligación específica para el sector público, que estará obligado a ahorrar un 1,9% anual. Además, los Estados miembros tendrán que renovar cada año al menos el 3% de la superficie total de los edificios propiedad de organismos públicos y promover planes locales de calefacción y refrigeración en los grandes municipios de más de 45.000 habitantes de forma que el suministro esté completamente descarbonizado en 2050.

Ahorrar energía es un paso clave para salvar el planeta. En los últimos meses, los europeos han demostrado que están preparados y son capaces de afrontar este reto y nuestra industria ha demostrado que puede optimizar su uso de la energía y sus procesos de producción. Ahora necesitamos que la eficiencia energética se convierta en una parte aún más sistémica de nuestra sociedad, y esta directiva revisada nos ayuda a conseguirlo”, ha celebrado el vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea, Frans Timmermans.

Reducción gradual

El elemento central del acuerdo es un compromiso de reducción de “al menos un 11,7% en 2030” respecto a las previsiones de consumo para esa fecha realizadas en 2020. Esto, según el análisis del Consejo, se traducirá en un límite máximo de consumo de energía final de la UE de 763 millones de toneladas equivalentes de petróleo y de 993 millones de toneladas equivalentes de petróleo para el consumo primario. Para llegar al porcentaje, cada Estado miembro tendrá que comprometerse a reducir su consumo de forma gradual en los próximos años: un 1,49% de media entre 2024 y 2030 (desde el 0,8% actual) hasta llegar a un ahorro del 1,9 % en 2030

Se trata de una meta indicativa ya que solo será vinculante el objetivo común previsto para los Veintisiete. “Estoy muy satisfecho de que hayamos conseguido impulsar a los Estados miembros hacia objetivos de eficiencia energética mucho más ambiciosos. Es de suma importancia que en el futuro no dependamos de la energía rusa, sin dejar de cumplir nuestros objetivos climáticos”, ha celebrado el ponente del informe de la Eurocámara, el socialista danés Niels Fuglsang que ha calificado el pacto de “gran victoria” porque no solo será bueno para “nuestro clima, sino malo para Putin. Precisamente, este jueves la comisaria de energía, Kadri Simson, anunció la intención de Bruselas de prolongar el compromiso a reducir un 15% el consumo de gas, aprobado en julio pasado para impulsar la independización del gas ruso y que expira a finales de marzo, un año más.

Contribuciones nacionales

El acuerdo cerrado de madrugada prevé que todos los Estados miembros contribuyan a alcanzar ese objetivo global mediante contribuciones y trayectorias nacionales indicativas, establecidas por los Estados miembros en sus planes nacionales integrados de energía y clima (PNEC) que deberán actualizar en 2023 y 2024. La fórmula para calcular dichas contribuciones será indicativa y los países podrán desviarse como máximo un 2,5%. Una vez que los gobiernos envíen sus planes el Ejecutivo comunitario calculará si suma el 11,7% acordado. Si no es el caso podrá emitir correcciones a las contribuciones nacionales que sean inferiores a lo que habrían sido si hubieran utilizado el mecanismo previsto que se basa en la intensidad energética, el PIB per cápita, el desarrollo de las energías renovables y el potencial de ahorro energético.

La nueva directiva, que ahora tendrá que ser aprobada formalmente por el Parlamento Europeo y los Veintisiete, anima a las empresas a que sean más eficientes desde el punto de vista energético. Para ello, todas las empresas, incluidas las pequeñas y medianas empresas, que superen los 85TJ de consumo anual de energía, tendrán que implantar un sistema de gestión energética. De no hacerlo, y si su consumo anual supera los 10TJ, serán objeto de auditorías energéticas. Además, introduce por primera vez un sistema de información sobre el rendimiento energético de los grandes centros de datos.

Por primera vez la nueva norma introduce también la definición de pobreza energética lo que, según la Comisión Europea, hará que los Estados miembros tengan que aplicar prioritariamente medidas de mejora de la eficiencia energética entre las personas afectadas por la pobreza energética, los clientes vulnerables, los hogares con bajos ingresos y las personas que vivan en viviendas sociales. Se trata de medidas para aliviar la pobreza energética y capacitar a los consumidores, incluyendo la creación de ventanillas únicas para la asistencia técnica y financiera y mecanismos extrajudiciales para la resolución de litigios.