Canarias quiere más pastores en el monte y pescados en las mesas

La estrategia para la soberanía alimentaria apuesta por promover el pastoreo y las capturas de peces minusvalorados para el consumo

Un rebaño de ovejas en los montes de Tejeda, en Gran Canaria, durante un encuentro entre pastores vascos y canarios. | | YAIZA SOCORRO

Un rebaño de ovejas en los montes de Tejeda, en Gran Canaria, durante un encuentro entre pastores vascos y canarios. | | YAIZA SOCORRO / M. Á. Montero

Hasta hace apenas un par de décadas nadie en Canarias se sorprendía al ver cómo un rebaño de cabras se apropiaba de una carretera o de un camino. Había que esperar mientras el ganadero y sus perros guiaban a los animales hasta el lugar de pasto. Incluso en el turístico Puerto de la Cruz, por ejemplo, los pastores no tenían más remedio que cruzar determinadas vías para llevar a las cabras hasta el barranco de San Felipe. Una escena cada vez menos habitual, proscrita ya en muchas localidades isleñas, que el Gobierno de Canarias quiere recuperar sin los quebraderos de cabeza de antaño. Hacen falta pastores y hay que promover el pastoreo, y este es uno de los objetivos de la nueva Estrategia de soberanía alimentaria elaborada por los técnicos de la Consejería de Agricultura, Ganadería y Pesca. Un ambicioso macroplan en el que también se plantea la necesidad de diversificar las capturas de peces, lo que necesariamente implica hacer un lavado de imagen de muchas especies minusvaloradas para el consumo.

La estrategia del departamento dirigido por Alicia Vanoostende abarca más de medio centenar de medidas –acciones– en pos de la soberanía alimentaria del Archipiélago, esto es, de cara a acercarse cada vez más a ese 30% en el que la FAO, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, fija el mínimo de producción propia con que debería contar un país o región. Para ello se marca una serie de objetivos para garantizar la «viabilidad económica, social y medioambiental» del sector primario; combatir el cambio climático; y, sobre todo, «edificar un sector agroalimentario más justo y equilibrado para todos los operadores que participan en el mismo», lo que en román paladino significa que todos los que trabajen en la cadena alimentaria, y en especial el agricultor, ganadero o pescador, cobren el dinero suficiente para no tener que abandonar la actividad.

Todo lo anterior debería de contribuir a elevar el peso del sector primario en el Producto Interior Bruto (PIB) de la Comunidad Autónoma, que ha ido reduciéndose cada vez más con el paso de los años conforme los servicios ganaban terreno en el tejido productivo del Archipiélago. De hecho, las actividades agraria y pesquera ya apenas representan un exiguo 1,7% del PIB regional.

Entre las acciones previstas en la estrategia, cuyo cumplimiento exige el compromiso del sector privado, se encuentra la promoción del pastoreo, una actividad para muchos olvidada. No se trata, claro, de volver a aquellos tiempos en los que las cabras invadían aceras y carreteras, ni mucho menos, pero sí de promover un pastoreo bajo vigilancia, por así decirlo. La intención en el Gobierno autonómico es habilitar zonas en los montes donde los animales puedan pacer; zonas para, en definitiva, un pastoreo «muy controlado». ¿Cuáles serían los beneficios de esta medida? Varios. En primer lugar está el dinero que se ahorrarían los ganaderos en la compra de los piensos para alimentar a los animales, que, además, se han encarecido hasta máximos históricos tras la invasión rusa de Ucrania, ya que este último país es uno de los grandes productores mundiales de grano. Esto sería positivo para el sector «sobre todo en las islas no capitalinas», se precisa en la estrategia, toda vez que los piensos se encarecen aún más por los costes del transporte desde Tenerife y Gran Canaria, es decir, por los costes de la doble insularidad. Pero, además, ese pastoreo reglado o «controlado» ayudaría a la prevención de incendios –los espacios donde pace el ganado se convierten en cortafuegos naturales–, a mantener a raya la población de roedores –que proliferan entre la vegetación descontrolada–, a la vigilancia del territorio donde se desarrolle la actividad, al mantenimiento de los caminos y vías pecuarias –en muchos casos abandonados y engullidos por la maleza tras la desaparición del pastoreo– e incluso a crear un nuevo atractivo turístico de carácter etnográfico.

Otro pilar de la estrategia alimentaria es la diversificación de la producción, pero no solo en tierra, sino también en el mar. Los técnicos de la consejería explican que la pesca se centra en unas cuantas especies concretas, «generando sobreexplotación y minoración de precios por saturación». Es decir, si todos venden lo mismo y en cantidad, la oferta se dispara, los precios bajan y los profesionales cobran menos por sus capturas. Así que una posibilidad es diversificar la pesca con capturas de especies hasta hoy residuales en las mesas de los canarios, algo que las más de las veces tiene que ver con el desconocimiento y no tanto con el valor nutricional del pez en cuestión. Incluso la alucinógena salema, la tan denostada cagona en gran parte de las Islas, tiene un buen perfil nutricional. Siempre, eso sí, que se la eviscere nada más quitarle el anzuelo. «Existen diferentes especies subexplotadas que podrían incorporarse a la dieta», se expone en la estrategia.

La formación, la digitalización y la lucha contra el fraude son otros de los pilares del plan.

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OBJETIVO 1

Reducir la dependencia exterior de insumos agrarios.

OBJETIVO 2

Facilitar el acceso físico y económico a los recursos esenciales (agua, tierra, semillas...).

OBJETIVO 3

Aumentar la profesionalización y disminuir la economía sumergida y la competencia desleal.

OBJETIVO 4

Equilibrar las relaciones comerciales asimétricas entre los distintos operadores.

OBJETIVO 5

Potenciar el consumo de productos locales de calidad.

OBJETIVO 6

Promover la competitividad, resiliencia y sostenibilidad.

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