Olas de calor y sequías amenazan a la industria turística de Canarias

El aumento de las temperaturas y la modificación de las costas atentan contra los atractivos que seducen a los millones de visitantes que visitan Canarias cada año

Dos turistas pasean por la zona turística de Playa del Inglés, en Gran Canaria.

Dos turistas pasean por la zona turística de Playa del Inglés, en Gran Canaria. / ANDRÉS CRUZ

Julio Gutiérrez

Julio Gutiérrez

Solo sentirse cómodo en realidades paralelas permite a estas alturas negar el calentamiento global. La persistencia del incremento de las temperaturas acaba por dar forma al cambio del clima, que es uno de los principales patrimonios de destinos turísticos como el canario. Este proceso no cristaliza en el corto plazo y esa que, en principio, parece una buena noticia termina por frenar la urgente adaptación al nuevo escenario.

El informe Estado del Clima Mundial 2022 publicado la pasada primavera por la Organización Meteorológica Mundial (OMM) señala que el año pasado la temperatura media de todo el planeta superó en 1,5 grados centígrados el promedio del periodo 1850-1900. Y añade que los últimos ocho años son los más cálidos desde que se mide esta variable.

Los procesos productivos alimentaron la emisión de gases nocivos a la atmósfera

¿Qué ha cambiado desde la segunda mitad del siglo XIX? El giro experimentado por los procesos productivos que propició la revolución industrial se tradujo en una acentuada pendiente de la curva que refleja las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero.

«Tenemos una atmósfera que filtra las radiaciones del sol, que es la principal fuente de energía de la tierra», explica el director del Centro Meteorológico de la provincia de Santa Cruz de Tenerife, Víctor Quintero. Es principal responsable, por tanto, de que el balance radiativo –grosso modo, calor recibido y emitido– del planeta esté en condiciones normales sobre los 15 grados centígrados.

1,5 grados más

Sin embargo, la acumulación de gases de efecto invernadero trastoca la eficacia del escudo que envuelve al planeta hasta elevar ese valor ideal hasta los actuales 16,5 grados centígrados. Con el agravante de que esos agentes gaseosos contaminantes han llegado para quedarse, son de larga duración. «Si mañana dejáramos de emitirlos, pasarían décadas, incluso siglos hasta que dejarán de estar presentes», sostiene Víctor Quintero.

Conocido el contexto científico, se entiende el aumento de las temperaturas. Ahora bien, el director del Centro Meteorológico de la provincia occidental invita a diferenciar entre lo que es «una situación meteorológica concreta» y un cambio en el clima.

Entre las primeras se encuentra la ola de calor que finalizó esta misma semana. «Fenómenos que duran un periodo corto de tiempo», explica Quintero. Es la acumulación de esas situaciones la que genera un cambio en el panorama. Desde 1975 ha habido 43 olas de calor en las Islas y el reparto heterogéneo en el tiempo revela la aceleración del calentamiento: en los primeros 24 años se produjeron 16 y en la segunda mitad, las restantes 27.

Las olas de calor son más habituales en el pasado más reciente

El aumento de la frecuencia con que se producen abre las puertas a considerarlas parte del clima, se genera, por tanto, un cambio climático. Algo que hace «20 años eran indicios» y hoy tienen forma de plena «evidencia», según Víctor Quintero.

«Es para inquietarse, y desde hace tiempo», subraya el director del Instituto Universitario de Turismo y Desarrollo Económico Sostenible (Tides), Sergio Moreno. El clima subtropical, suave y sin temperaturas extremas, es uno de los pilares principales que sostienen la actividad turística.

La reacción no llega

«Vamos tarde», insiste Moreno. Eso es aplicable también al debate sobre la conveniencia de abandonar las cifras de clientes como gran referente de la salud del negocio y fijar la atención en la renta disponible de quienes llegan. Sin embargo, la planta alojativa más joven –la que más años debe durar por tanto– se construyó alejada de ese objetivo.

Gigantescos hoteles con un elevado número de camas conforman la oferta en áreas como Meloneras, en Gran Canaria. ¿Hasta qué punto un empresario del sector está dispuesto a dejar habitaciones vacías motu proprio? La realidad vuelve a evidenciar que mientras haya demanda, nadie va a dejar en barbecho sus activos. En la primera mitad de este año se han batido todos los récords de llegadas de visitantes al Archipiélago, según la Encuesta de Movimientos Turísticos en Fronteras.

"Los efectos del cambio climático son más intensos en islas"

Sergio Moreno

— Director del Tides

El Tides lidera el proyecto europeo Soclimpact, precisamente creado para estudiar cómo hacer frente al cambio climático en zonas insulares. «Los efectos son más intensos en islas», sostiene Sergio Moreno sobre el aumento de las temperaturas, las sequías más frecuentes y prolongadas, la aparición de nuevas enfermedades por tener unas condiciones positivas para la vida de los insectos que las transmiten o la transformación de las costas.

Si el actual modelo depende en buena medida de las playas, la pérdida de atractivo del destino sería de grandes dimensiones si estas desaparecen. «Y lo mismo ocurre con la biodiversidad», continúa el director del Tides, que también asesora a la Comisión Europea en materia turística. 

Mientras esto sucede en Canarias, el sur de Europa también se calienta y amenaza con convertirse en unas décadas en una competencia seria para las Islas como destino de invierno. «Lo más preocupantes es que no tengamos ningún plan serio para abordar esto», añade Moreno.

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Subir la ladera de la Acrópolis de Atenas este verano podría llevar a muchos turistas a una monumental frustración: la de ver el acceso al templo cerrado. Las autoridades helenas han decidido clausurar las visitas durante cinco horas varios días para evitar la ola de calor extremo que ha llevado a la capital griega hasta los 42 grados. Este es solo un ejemplo de las consecuencias del cambio climático. El clima ha sido históricamente uno de los principales motivos para elegir un destino vacacional. El análisis sobre el impacto de las olas de calor del verano de 2022 fue que Francia, Grecia y España fueron los destinos más afectados por lo que denominan la «pérdida de satisfacción climática». Eso se traduce en «una alta posibilidad de que los visitantes no repitan». En el lado contrario, el mismo índice ha detectado que los turistas que visitaron Reino Unido mostraron una mejor percepción general del clima en comparación con 2021. La European Travel Commission publicó una encuesta a principios de junio que ha hecho saltar las alarmas. “Los destinos mediterráneos han visto una caída del 10% en los visitantes que desean viajar allí desde el año pasado» y «destinos como República Checa, Bulgaria, Irlanda y Dinamarca están experimentando un aumento de su popularidad». La agencia de calificación Moody’s también advierte en una nota de que las olas de calor pueden «reducir el atractivo del sur de Europa como destino turístico a largo plazo». S. L.

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