Comer y beber fuera de casa se encarece más que la cesta de la compra este año

Los clientes pagan 20 céntimos más por un café y 70 céntimos extra por el menú del día

Un grupo de personas consumen bebidas en una terraza.

Un grupo de personas consumen bebidas en una terraza. / Andrés Cruz

Disfrutar de una cena en pareja, refrescarse tomando una caña en una terraza o beber unas copas con los amigos son algunos de los pequeños lujos que pueden permitirse casi todos los bolsillos. Pero este año sentarse en la mesa de un restaurante, cafetería o bar del Archipiélago no es tan asequible como antes. De hecho, comer y beber fuera de casa ha desbancado este año a la cesta de la compra como el aspecto que más se encarece según el Índice de Precios de Consumo (IPC) y desde enero, la subida de precios llevada a cabo por la restauración está por encima que la que registra la alimentación. 

Solo en el mes de agosto, los restaurantes han subido sus precios un 4,6% en Canarias respecto al mismo mes del año pasado. Algo que se traduce en una cascada de pequeños encarecimientos que se nota nada más llegar la cuenta. De acuerdo con los datos de Expatistan –una plataforma online que compara el coste de vida en diferentes ciudades– en las capitales canarias un menú del día tiene un coste de unos 15 euros. Si a esto se le descuenta el incremento de los últimos doce meses se puede comprobar como ahora se paga 70 céntimos más de media por ellos. Unos 20 céntimos se han encarecido las cervezas y 50 céntimos los menús de comida rápida y los cócteles. Disfrutar de un capuchino caliente cuesta ahora 2,2 euros de media, mientras que hace un año la cuenta salía por once céntimos menos. Una cena para dos en un restaurante de algún barrio de las principales zonas urbanas cuesta casi un euro y medio más que doce meses atrás. 

El presidente de la Asociación de Bares, Restaurantes y Cafeterías de la Federación de Hostelería y Turismo de Las Palmas, Fermín Sánchez, asegura que las subidas que han realizado los negocios de la provincia han sido «contenidas», sobre todo si se tiene en cuenta el importante incremento de los costes que llevan experimentando desde hace dos años. La comida que sirven en sus locales les cuesta ahora un 30% más, una subida que se une a la de los salarios, la electricidad o los tipos de interés, que les hacen pagar más por los créditos y alquileres de sus locales. «Teniendo en cuenta lo que ha pasado, los incrementos de precios, al menos en la provincia de Las Palmas, han sido comedidos, en línea con el IPC o como mucho un punto y medio por encima», explica. 

En la provincia tinerfeña, el vicepresidente de la Asociación de Restauración y Ocio, Carlos Quintero, también reconoce que los restauradores han tenido que encarecer la carta, pero señala que «no les ha quedado otro remedio». «El coste de los salarios ha subido un 20% en los últimos años y nuestra cesta de la compra un 40% en los últimos dos», explica. Asegura que muchos empresarios han aguantado los precios a costa de ir arañando sus propios beneficio, hasta este año cuando se ha vuelto insostenible. «Después de cinco años de incrementos de costes ya se ha tenido que reflejar en los precios de los productos para no perder dinero y tratar de salvar sus negocios», indica. Pero destaca que a pesar de la escalada «el empresario no está ganando más», ya que estos incrementos tan solo compensan las subidas que ellos mismos han experimentado.  

Un par de céntimos aquí y otro par por allá, se perciben como pequeñas subidas que poco a poco van encareciendo una cuenta que los clientes locales tienen mayores dificultades para pagar. Por eso, los hosteleros aseguran que el consumo de los locales que no están situados en zonas turísticas se ha resentido mucho más que el de aquellos en los que la mayoría de la clientela son visitantes extranjeros. «Agosto no se ha comportado como esperábamos», reconoce Fermín Sánchez, quien asegura que el consumo en los restaurantes y cafeterías de los barrios y pueblos sí que nota la bajada de una clientela que sale menos a comer fuera y cuando lo hace mide lo que pide. «El turista como está de vacaciones lo tiene menos en cuenta y también tienen un poder adquisitivo más alto», puntualiza. 

Se muestra de acuerdo Carlos Quintero, quien expone que los hosteleros que se ubican en zonas turísticas tienen un mayor margen para subir precios porque los visitantes siempre están dispuestos a pagar un poco más. Igualmente, señala que aquellos restaurantes que tienen un ticket medio más alto también notan menos una bajada del consumo al subir los precios. «No es lo mismo subir cinco euros a una cuenta que de media sale 70 u 80 euros, que dos euros a un ticket de 12», explica. 

Pero lo cierto es que los españoles cada vez comen menos fuera de casa. Así lo atestigua el Informe Anual de Consumo Alimentario, que elabora el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Cada ciudadano consumió 4,3 kilos menos de comida en establecimientos de restauración en 2023, el primer descenso que se produce desde que estalló la pandemia.  

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents