Las empresas familiares generan ocho de cada diez empleos en las Islas

Canarias es la región donde estos negocios tienen un mayor peso y más contribuyen a la riqueza que se genera en el Archipiélago

Una trabajadora atiende a una clienta en un centro de estética.

Una trabajadora atiende a una clienta en un centro de estética. / José Carlos Guerra

Santa Cruz de Tenerife

El quiosco que vende periódicos y revistas en la esquina, la carnicería del barrio o la peluquería más cercana, pero también grandes empresas hoteleras, cadenas de supermercados o grupos textiles internacionales. Todos estos negocios pueden ser empresas familiares, una tipología de sociedades en las que las cuentas de resultados y los lazos sanguíneos se entremezclan generando retos y amenazas específicos. Pero estos desafíos no son solo cosa de unas pocas empresas. En Canarias representan un 95,3% del total del tejido empresarial, siendo la región española en la que tienen un mayor peso. Y no solo eso, las empresas familiares generan el 81% de todo el empleo del sector privado en el Archipiélago y aportan el 81,1% del valor añadido bruto (VAB). 

«Las empresas familiares no son una rara avis o una excepción, son la gran mayoría, algo que contrasta con el hecho de que serlo requiere de modelos de gestión y un marco fiscal distinto que no se enseña en ninguna facultad», explica Luis Delgado, Director Asociación de la Empresa Familiar de Canarias. Y su papel en el Archipiélago es, incluso, más importante que representan en otras partes del país. Aunque el porcentaje de negocios familiares varía entre unos territorios y otros, la realidad es que esa diferencia se mueve entre el 86,1% que representan en el País Vasco y el 95,3% de las Islas, quedándose la media en todo el país en el 92,4%, de acuerdo con los datos del estudio Relevancia y Supervivencia de la Empresa Familiar, publicado por el Instituto de la Empresa Familiar. 

Pero, ¿por qué es mayor en Canarias? No existe una sola variable, pero la mayor presencia de pequeñas y medianas empresas en la región, una tasa de creación de negocios más elevada y la ausencia de grandes corporaciones que tengan su domicilio fiscal en las Islas, a pesar de que sí operen aquí, puede estar detrás de que las empresas familiares representen un mayor volumen en las Islas. De esta manera, no extraña que el 53% de estos negocios canarios sean microempresas. «Otra variable es que en Canarias las empresas una vez se crean resisten un mayor tiempo en manos de quienes son sus fundadores», explica Delgado, mientras que en otras partes del país son más habituales las fusiones o absorciones. 

De acuerdo a los datos del estudio, este tipo de sociedades tienen una tasa de supervivencia mayor que la del resto de negocios y también son más rentables. De esta manera, el 77% de las empresas que fueron analizadas a nivel nacional en 2015 siguen activas, un porcentaje que supera en cuatro puntos a aquellas que no están en manos de familias. En Canarias la tasa de supervivencia es ligeramente menor a la nacional y se situó en el 76%. 

Sin duda uno de los momentos más delicados de cualquier empresa familiar es el de la sucesión. Tanto cuando nuevos miembros de la familia se incorporan a ella, como la sucesión definitiva una vezel fundador ya ha fallecido. «En estas empresas hay un ruido que no existe en otras», expone Delgado. Un ruido que se acrecienta a medida que se suceden las generaciones. Durante la primera casi puedes no enterarte de que es una empresa familiar, pero a partir de la segunda y la tercera las cosas pueden complicarse, sobre todo si no se tienen las herramientas adecuadas para hacerlo de la manera correcta. Tanto es así que es un momento crítico para su supervivencia. En la sucesión entre la primera y la segunda generación muere un 40% de ellas y una vez llega la tercera, la mitad de las que quedan también baja para siempre la persiana.

Por eso, uno de los retos es proporcionar a estos empresarios las herramientas necesarias para capear las desventajas asociadas a este tipo de negocios. Particularidades en el ámbito fiscal, órganos internos que pueden crearse para minimizar los riesgos de intoxicar la actividad empresarial con las cuestiones familiares o metodología para tomar decisiones anticipadas que pueden evitar problemas son algunos de los puntos que se deberían potenciar. El estudio también señala otros grandes desafíos como la expansión, ya que en todo el país solo un 1% de las empresas familiares son grandes corporaciones, y la innovación, ya que su presencia en sectores intensivos en tecnología y conocimiento es inferior a la que tiene en otros ámbitos. 

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