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Los canarios comen 8,3 kilos menos de pescado que en Castilla y León

El Archipiélago es la segunda comunidad del país con más kilómetros de costa pero los isleños son los que consumen menos productos del mar

Una pareja compra en una pescadería.

Una pareja compra en una pescadería. / María Pisaca

Santa Cruz de Tenerife

Al menos 150 kilómetros separan a la comunidad de Castilla y León de la costa. 360 kilómetros tienen que recorrer los madrileños si quieren bañarse en la playa más cercana. Canarias está rodeada de mar y es difícil encontrar un punto del Archipiélago en el que no se pueda al menos divisar el océano si se alza la vista. Sin embargo, tanto los madrileños como los castellanoleoneses consumen más pescado que los canarios. Las Islas son la segunda comunidad autónoma con más kilómetros de costa: 1.501. Pero es la región del país en la que se come menos producto del mar. De hecho, el consumo por persona y año en Canarias se situó el año pasado en 13,3 kilos, ocho kilos y medio menos de lo que comen en Castilla y León y 3,3 kilos menos que los madrileños.

Y no es que el consumo sea menor en el Archipiélago por aquello de que la cercanía y la abundancia de algo al final acaba aborreciendo. Galicia -la autonomía con más kilómetros de costa de España- es el sitio donde el consumo per cápita de pescado es más alto y roza los 23 kilos por persona y año.

Lo cierto es que en un momento en el que el sushi y los ceviches se han convertido en los platos de moda de muchos restaurantes, el caldo de pescado, las viejas fritas o el sancocho cada vez se sirven menos en las mesas de las casas canarias. A pesar del auge de esas nuevas formas de degustar el producto del mar, los isleños comen mucho menos pescado que antes. Si hace diez años un canario se metía entre pecho y espalda 19 kilos de samas, caballas o atún al año, ahora el consumo se ha reducido hasta los 13,3 kilos por persona y año. Y la tendencia continúa. Puede parecer una paradoja tratándose de una región isleña donde el mar parece inundarlo todo, pero los datos no engañan y el consumo de este alimento, esencial para cualquier dieta equilibrada, está en caída libre en las Islas desde hace años.

Tendencia

Sin embargo, la tendencia no es exclusiva del Archipiélago. De los 26,4 kilos que cada persona comía anualmente en España en 2014, se ha pasado a apenas 18 kilos en 2024, lo que representa casi un 32% menos. Y esto ha supuesto, entre otras cosas, el cierre de unas 5.000 pescaderías en todo el país, un tercio de las que existían en 2007.

Los motivos que se achacan a esta caída son variados. Por un lado, el cambio de hábitos, sobre todo de las nuevas generaciones, que ya no dedican tanto tiempo a bregar entre fogones. Las nuevas dinámicas laborales, la introducción de la mujer en el mercado laboral y un cambio en las prioridades de las familias han provocado que, poco a poco, las sopas de pescado hayan sido desterradas por recetas más sencillas como los filetes a la plancha o productos ya preparados que tan solo tienen que pasar por la sartén.

Y con ello, los consumidores también han dejado de acudir a las pescaderías tradicionales. «Nosotros lo hemos notado mucho, en Canarias hay poco pescado y casi todo el que trabajamos viene de Marruecos o Senegal, es caro y la gente compra menos», explica Marta González, hija del propietario de la pescadería marisquería Nicomedes. Reconoce que los precios actuales están fuera de la capacidad adquisitiva de muchas familias y aquellas variedades más económicas «no son las más adecuadas para los niños porque tienen muchas espinas”. Lo que hace que se opte más por el producto ya fileteado o congelado.

Fileteado y congelado

Por eso, ha existido un trasvase desde la pescadería de toda la vida a los supermercados. Pero los mostradores también han ido desapareciendo de muchos establecimientos frente al auge de los productos ya limpios y empaquetados que tan solo hay que introducir en el carrito. Es precisamente en estos establecimientos donde se adquiere un 60% del pescado que se consume en Canarias, de acuerdo con un estudio de mercado de la Asociación Nacional de Armadores de Cefalopoderos (Anacef).

«Salida de producto de pescadería cada vez hay menos y existe un trasvase hacia productos ya elaborados o ultracongelados, ha habido un cambio en la conducta de los consumidores», explica Alfonso Alonso Fernández, secretario de la Asociación de Supermercados de las Islas Canarias (Asuican).

Otro de los factores que actúa como freno son los precios. En la última década, de media introducir pescado en la dieta es un 47,6% más caro y el coste por kilos ha pasado en Canarias de los 7,45 euros de 2014 a los 11 del año pasado. Y aunque ahora los canarios coman 5,7 kilos de pescado al año, gastan bastante más. Hace diez años, cada isleño invertía en degustar productos del mar 141 euros al año. En la actualidad esta cifra ha ascendido hasta los 148 euros, pero que dan para mucho pescado menos.

El auge de la acuicultura

En los últimos años la acuicultura, que se ha desarrollado con fuerza en España, ha permitido abaratar el precio de algunas especies que se están popularizando, como las doradas o las lubinas y dar más estabilidad a la presencia de este producto en los mostradores. Aunque su sabor y su textura no son como los del pescado salvaje –el que ha sido capturado en el mar–, la producción que sale de las piscifactorías cobra cada día más protagonismo como alternativa para poder llevar pescado fresco a la mesa.

Doradas, lubinas, rodaballos, corvinas, truchas, lenguados y hasta mejillones, almejas y ostras nacen y crecen en las aguas de viveros o piscifactorías, lo que sería el equivalente, en el caso del ganado, a las granjas. Canarias ocupa la quinta posición en cuanto a la producción acuícola del país, con 6.886 toneladas en 2024, un 20% que dos años antes, con el cultivo de la dorada y la lubina como principales estandartes.

Otra opción que permite abaratar el precio del producto y ofrece un mayor margen a la hora de consumirlo son los congelados. Su calidad ha ido avanzando con los años y permiten ahorrar bastante dinero en el bolsillo, sobre todo en épocas como la Navidad, donde el pescado sigue siendo, por suerte, el rey de muchas mesas.

Relevo generacional

Otro de los grandes retos que afronta el sector de la pescadería es el relevo generacional. Así lo atestigua el secretario general de Asuican, Alonso Fernández. «Conseguir personas que sepan limpiar un pescado y llevar de forma correcta la pescadería cada vez es más complicado», sostiene.

«Durante muchos años, hasta que en 2018 se corrigió, la formación profesional pública en España no ofrecía ciclos para quienes quisieran entrar a trabajar en comercios de alimentación», lamenta la directiva de Fedepesca. El problema, explica, no solo afectaba al sector de la pescadería, sino también a carniceros, charcuteros o panaderos.

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