El canario que rescató el ‘oro rojo’ del Archipiélago y logró que la cochinilla tuviera Denominación de Origen
En plena crisis, Lorenzo Pérez dejó la informática para devolver la vida a un cultivo histórico. Hoy exporta el único tinte natural del mundo con denominación de origen y colabora con museos como el Prado, la National Gallery de Londres o el Van Gogh

Lorenzo Pérez, agricultor profesional que gestiona la empresa familiar Canaturex. / La Provincia

¿Cómo empezó a dedicarse al sector de la cochinilla?
La cochinilla siempre ha estado presente en mi famila. Mi bisabuelo trabajaba con ella. Yo soy ingeniero técnico informático, pero nunca me dediqué a ello. En el año 2009 inicié un proyecto motivado por la desaparición de este cultivo en el Archipiélago. En plena crisis económica, decidí retomar una tradición familiar ligada a la crianza y exportación de la cochinilla, desarrollando un proyecto de rescate del producto. Al ver que apenas quedaban agricultores activos, enfoqué mis esfuerzos en dotar a la cochinilla de sellos de calidad. Logramos en 2011-2012 el sello RUP y posteriormente inicié, por mi cuenta, la tramitación de la Denominación de Origen Protegida. Esta iniciativa recibió un impulso decisivo cuando, tras escribir a la Casa Real explicando el valor histórico y cultural del cultivo, recibí una respuesta. A partir de ahí, elaboré durante casi dos años un expediente que finalmente consiguió que la cochinilla canaria se convirtiera en el primer y único tinte natural del mundo con denominación de origen.
¿Cuál es la situación actual del cultivo?
Es muy prometedora, especialmente en Canarias, donde se ha trabajado en su recuperación y puesta en valor. La cochinilla es un colorante natural de gran relevancia, ya que de ella se extrae el carmín, un pigmento rojo usado históricamente en alimentación, textiles y arte. Hoy en día colaboramos con instituciones como el Museo del Prado, la National Gallery de Londres o el Museo Van Gogh, con motivo del Bicentenario de la Cochinilla en Canarias, que celebramos este año. Además, hemos llevado exposiciones a espacios como la Real Fábrica de Tapices y próximamente al Archivo General de Indias, que conserva numerosos documentos sobre el comercio histórico de este producto.
"El producto ha llegado hasta congresos internacionales"
¿Y con respecto al ámbito comercial?
En lo comercial, ya exportamos cochinilla con Denominación de Origen Protegida, y somos la única región de Europa que cultiva este insecto. También hemos trabajado en obtener el sello ecológico, que convertiría a la cochinilla canaria en el primer colorante natural y ecológico del mundo. Este impulso ha llevado el producto a congresos internacionales en países como Francia, Finlandia y próximamente Japón. Además, estamos innovando con nuevos productos como una cerveza y un licor tradicional del siglo XVI, ambos elaborados con cochinilla. Incluso hemos tramitado su reconocimiento como el quinto insecto comestible en Europa, para su uso como ingrediente en infusiones y bebidas. Todo esto refuerza el valor histórico, cultural y económico de un colorante natural que, tras haber sido incluso más valioso que el oro, hoy vuelve a ocupar el lugar que merece.

Lorenzo Pérez, agricultor profesional que gestiona la empresa familiar Canaturex. / La Provincia
¿Cuáles son los retos del sector?
Uno de los retos es la falta de relevo generacional, en gran parte porque se trata de un cultivo enfocado a la exportación. Aquí en Canarias no existe un mercado local para la cochinilla, ya que el producto lo compran multinacionales para la fabricación de colorantes naturales en sectores como la alimentación, el textil o el arte, y todo eso ocurre fuera del Archipiélago. Además, competimos directamente con países como Perú, que lideran la producción mundial y pueden vender la cochinilla a precios mucho más bajos, lo que hace muy difícil mantener la competitividad sin apoyo económico.
"Vivir de este cultivo es un logro enorme"
¿Hay suficiente apoyo institucional?
A diferencia de otros productos de exportación como el plátano o el tomate, la cochinilla de Canarias nunca ha contado con ayudas o subvenciones que compensen esa diferencia de precios frente a terceros países. Por eso, durante décadas el cultivo fue desapareciendo poco a poco, y para cuando yo empecé en 2010, ya casi no quedaban agricultores en activo y las exportaciones eran prácticamente inexistentes. Otro reto importante es la plaga que actualmente está afectando a las tuneras en todo el archipiélago. Para proteger mi finca, he desarrollado una experiencia turística llamada La Ruta del Oro Rojo, en la que, a través de realidad virtual, los visitantes pueden conocer el cultivo de la cochinilla sin necesidad de acceder físicamente al terreno, evitando así el riesgo de contagio de la plaga. Esta iniciativa ha tenido gran acogida y se ha incorporado incluso a la oferta de cruceros internacionales.

Lorenzo Pérez, agricultor profesional que gestiona la empresa familiar Canaturex. / La Provincia
¿Se puede vivir únicamente de la cochinilla?
A pesar de los desafíos, hoy vivo del proyecto que creé alrededor de la cochinilla, gracias al apoyo de artesanos y clientes internacionales que valoran la calidad del producto. Y aunque durante mucho tiempo el respaldo institucional fue nulo, ahora empieza a haber reconocimiento tras años de trabajo, sobre todo desde fuera, con colaboraciones como las del Archivo General de Indias o la Real Fábrica de Tapices, y participaciones en congresos internacionales donde, aunque acuden científicos, me invitan como agricultor profesional por ser el responsable de la única finca activa con denominación de origen de cochinilla en Europa.
¿Cuáles son las expectativas de cara al futuro?
Hay esperanza. Vivir de esto ya es un logro enorme, porque no solo trabajo con algo que me apasiona, sino que puedo mantenerme gracias a ello. Es un trabajo duro, la recolección es muy laboriosa. Mientras yo pueda, la cochinilla seguirá viva en Canarias. Aun así, el valor de la cochinilla está en su historia y en lo que representa. Muchos de mis clientes —artesanos de todo el mundo— no solo compran el producto, compran la historia que hay detrás, la historia de mi familia y de un legado canario único. Proyectos como la Ruta del Oro Rojo, que ha despertado el interés de cruceros internacionales hasta 2028, demuestran que la cochinilla tiene un atractivo que va más allá del mercado.
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