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Nueva vía para allanar la entrada de capital canario en el negocio marítimo que Baleària compró a Armas

La naviera de Adolfo Utor cerró la adquisición en agosto y estaría dispuesta a dejar el 30% de una sociedad 'ad hoc' en manos isleñas

Catamarán de Naviera Armas en plena operación de atraque.

Catamarán de Naviera Armas en plena operación de atraque. / LP / DLP

Julio Gutiérrez

Julio Gutiérrez

Las Palmas de Gran Canaria

A falta de cerrar los últimos flecos, un grupo de inversores canarios ultima su entrada en el negocio de Baleària en las Islas. La naviera de Adolfo Utor se hizo el pasado agosto con la concursada Armas Trasmediterranea, operación que en principio dejaba fuera del negocio al capital isleño. La insistencia del presidente de Canarias, Fernando Clavijo, ha sido determinante para abrir una nueva vía de entrada.

El Gobierno regional considera estratégico el servicio, que une por vía marítima las islas entre sí y el Archipiélago en su conjunto. Su aspiración por mantener el servicio, al menos en parte, en manos isleñas cuenta con respaldo económico suficiente.

Beneficios fiscales

El desembarco del capital canario llegaría a través de una sociedad radicada en la comunidad autónoma y, por tanto, habilitada para disfrutar las ventajas fiscales contempladas en el Régimen Económico y Fiscal (REF). En ella, Utor mantendría en su poder el 70% de los títulos.

El otro 30% quedaría repartido entre Javier Puga y los Hermanos Domínguez (10%), y Satocan (5%), mientras que el restante 15% se distribuiría entre Arehucas, Acosta Matos y una tercera empresa que por el momento no ha trascendido.

Sin inversores tinerfeños

Esa última incógnita responde a la búsqueda incesante de algún inversor tinerfeño que equilibre al menos en parte una negociación que hasta la fecha tiene tinte netamente grancanario. La otra fórmula para allanar el camino a esa potencial empresa, en el caso de que haya que optar por un perfil más bajo del inicialmente pretendido, es partir el 5% de Satocan, que no tendría problema en ello.

Ese es el escollo interno al que se enfrenta la cristalización de la idea. Hay prisa pero por el momento no urgencia, porque antes de la adquisición de títulos hay que terminar de perfilar la operación con Baleària, con dos puntos que son innegociables para los inversores canarios.

Escudo antiampliaciones

El primero es el reparto de dividendos, que ellos exigen y que Utor no tiene por costumbre distribuir. El segundo, la inclusión de una cláusula de salida que les garantice -siempre que el negocio no dé pérdidas- la recuperación del capital invertido; un escudo contra la posibilidad de que posteriores ampliaciones de capital diluyan su participación.

Por último, resta por conocer la opinión de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que hasta el momento no se ha pronunciado sobre la adquisición de Trasmediterranea por parte de Baleària el pasado agosto por 210 millones de euros.

La compra por parte de Baleària espera aún el visto bueno de la CNMC

Compartir el negocio con otros compañeros de viaje -los empresarios canarios- allanaría el camino para obtener el visto bueno por parte del organismo que vela por los intereses de los consumidores.

Dicha suma superó en más de 50 millones de euros la ofertada por Boluda, que era el vehículo escogido por Clavijo y el capital canario de cara a mantener la presencia isleña en la prestación de este servicio. En aquel caso, naviera y empresarios del Archipiélago también habían acordado la constitución de una mercantil en la que repartirían su presencia al 50%.

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