El negocio de la muerte en Canarias está en la plenitud de la vida
Los seguros de decesos mueven Canarias un negocio de 116 millones de euros y con margen de crecimiento: casi la mitad de la población no está asegurada

Familiares colocan flores en un nicho en el cementerio de Santa Lastenia. / María Pisaca

Incluso morir cuesta dinero, y mucho. El total de canarios fallecidos, o sus familiares, que contrataron un seguro de deceso generaron un volumen de negocio de 116 millones de euros en 2024. Esta asistencia incluye desde un mínimo: entierro, traslado nacional o repatriación; hasta servicios más específicos que responden a una modernización del mercado. Esta transformación permite gestionar el fin de la vida digital del difunto, borrando los perfiles en las redes sociales de quienes ya no están o celebrar despedidas extravagantes que incluyen, incluso, convertir sus cenizas en voladores. Además, algo menos de la mitad de la población del Archipiélago no tiene contratada esta póliza, por lo que el sector presenta un potente margen de crecimiento.
En total, 17.830 canarios perdieron la vida en 2023, según el último dato que aporta el Instituto Nacional de Estadística (INE). Alrededor del 55,7% de ellos contaba con un seguro de no vida. Por lo que a raíz de unas 9.935 personas los seguros obtuvieron un volumen de negocio exacto de 116.237.567 euros. Para la otra casi mitad de los isleños –unos 7.974– sus familiares tuvieron que contratar servicios que engloban desde el certificado médico de defunción, el féretro, urna, coche fúnebre y de acompañamiento, tanatorio, flores, los gastos de incineración o inhumación, entre otros. Una suma de procedimientos y desembolsos por el fallecimiento que, según el informe más reciente de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), asciende a los 3.500 euros con la opción más económica. Por lo tanto, las contrataciones entorno a la muerte movieron, como mínimo, 27,6 millones de euros en las Islas.
El éxito de la póliza es general en el conjunto del país. La Asociación Empresarial del Seguro (Unespa) –que reúne a cerca del 98% del volumen de negocio asegurador en el mercado español– advierte en su último análisis que el seguro de decesos mantiene una sólida presencia en los hogares españoles con un total de 22,3 millones de personas con esta protección en 2024. Esta estabilidad en la contratación refleja, como subraya el análisis, "la confianza que genera este producto", que sigue siendo uno de los más extendidos entre la población junto con el seguro de automóvil y el de vida. El volumen de negocio mueve 41.281.126.251 euros, una cifra para nada despreciable si además se tiene en cuenta la posibilidad de crecimiento que deja al menos un 55,4% de los españoles que no tienen contratada una aseguradora de no vida. En concreto, en las Islas el crecimiento de la protección por defunción es del 7% al año, un volumen de negocio que suma una media de 7,5 millones de euros anuales.
Innovación
A diferencia de sus clientes, este negocio nunca muere. La I+D+i no es ajena al trabajo que realizan las funerarias ya que, adaptados a los nuevos tiempos, algunas pólizas incluyen opciones novedosas como la gestión final de la vida digital. Esto significa que en caso de fallecimiento –y con la previa solicitud de los familiares– el seguro se ocupa de localizar las cuentas y perfiles en páginas web, foros, chats, redes sociales o blogs, entre otros. También eliminan, traspasan o conservan en un soporte digital (DVD o memoria USB) los archivos que tenga el usuario fallecido en sistemas de almacenamiento en servidores, es decir, en la nube de internet.
Además, los clientes que contraten seguros de no vida avanzados no se tendrán que preocupar por cancelar su suscripción a plataformas como Netflix o Spotify. La aseguradora comunicará el fallecimiento a los responsables de los ficheros para que cancelen sus datos y eliminen sus perfiles y cuentas en redes sociales siempre que sea posible identificar a los responsables ante los que pedir esta cancelación. Así, lo que apenas era una realidad hace 20 años –como tener tantas cuentas y suscripciones asociadas en internet– aparece en la actualidad como una oportunidad para sacar más rentabilidad al servicio funerario.
Crece la incineración
La transformación y crecimiento de este mercado también se refleja en la manera de decir adiós de la población. El último informe de la Asociación Nacional de Servicios Funerarios (Panasef) confirma que la incineración supera por primera vez a la inhumación en España. Pues bien, la primera la adopta el 50,11% de los españoles frente al 49,89% que elige la segunda. El giro refleja nuevas formas de entender la despedida y un deseo reciente de controlar los detalles del adiós de un ser querido. Además, la tendencia de optar por esta modalidad se asocia, entre otros motivos personales, a una mayor previsibilidad en los gastos y sin obligaciones prolongadas.
El cambio es más evidente si se compara con las cifras de apenas unos años, cuando en 2017 las incineraciones eran el 38,4%, lo que confirma una transformación cultural sostenida. De hecho, España cuenta hoy con 537 hornos crematorios y más de 2.500 tanatorios y velatorios, con capacidad suficiente para responder a una demanda que se mantiene fuerte. Los datos de Panasef explican que el país contó 433.547 defunciones en 2024, 1.716 millones de euros de facturación (+2,19% interanual) y más de 13.000 empleos directos. La satisfacción de las familias atendidas roza un 78,6 en el índice NPS, lo que evidencia una profesionalización creciente.
Además, el 86% de las ceremonias siguen siendo religiosas, pero crece el número de despedidas laicas y personalizadas. Cada vez más familias buscan ceremonias con identidad propia: música elegida por el difunto, proyecciones de fotos o incluso temáticas únicas, como funerales de inspiración vikinga, mariachis cantando en directo o cenizas convertidas en fuegos artificiales. "No se trata de frivolizar, sino de celebrar la vida con autenticidad y respeto”, apunta el CEO de la empresa española Pazy, pionera en ofrecer planes funerarios personalizados y de precio cerrado, Alejandro Nieto.
Costes funerarios
Aun así, el modelo de aseguramiento empieza a revisarse. Cada vez son más las peticiones de clientes que combinan asesoría, gestión de trámites y acompañamiento psicológico en estos momentos tan duros para los familiares, ofreciendo una planificación más integral. De lo contrario, los familiares canarios deben afrontar por su cuenta un proceso complejo de contratación de distintos servicios y un desembolso económico considerable.
Mientras en Santa Cruz de Tenerife el coste asciende a 287 euros por cada entierro, en Las Palmas se eleva hasta los 614 euros. Normalmente, el coste del servicio incluye la propia inhumación y el de la unidad de enterramiento, aunque se pueden exigir el pago de tasas adicionales como la de mantenimiento. A esto hay que añadir todos los servicios asociados: la preparación del cuerpo cuesta unos 100 euros, el ataúd ronda los 800, el coche fúnebre 200 y el velatorio unos 500. Quienes no quieran realizarlo tampoco se librarán de pagar, ya que habrá que abonar alrededor de 300 euros por el depósito del cuerpo hasta el entierro. A todo esto hay que sumar las flores, con coronas que oscilan entre 60 y 400 euros, y las esquelas y recordatorios, que añaden unos 400 euros más. En definitiva, una serie de contrataciones que dejan un total mínimo de 3.500 euros.
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