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Empresario francés

Bolloré, la dinastía editorial y logística con sed de España

El magnate francés Vincent Bolloré, accionista mayoritario de Vivendi, quiere controlar el 29% de Prisa. Es su última incursión en un mercado con el que pretende dominar el sur de Europa

Vincent Bolloré.

"¿Por qué he construido un imperio de medios de comunicación? Mi interés no es político ni ideológico, sino puramente financiero. El sector de los medios es el segundo más rentable del mundo, después del lujo". Así verbaliza el industrial y financiero Vincent Bolloré (Boulogne, Francia, 1952), propietario de la empresa que lleva su apellido y accionista mayoritario del grupo de comunicación Vivendi, la máxima que ha guiado su trayectoria profesional: ganar dinero. Solo así cree que puede dar continuidad a la fortuna de la familia, estimada en más de 7.600 millones de euros, según la revista 'Forbes'.

Las palabras del magnate bretón, pronunciadas hace cuatro días en el Senado francés en el marco de una comisión que investiga la concentración del sector, cobran especial relevancia en vísperas de que el grupo Bolloré celebre los 200 años de su fundación, el próximo 17 de febrero, y tres meses antes de que él mismo cumpla 70 años, coincidiendo con las elecciones presidenciales francesas.

Es el momento que el empresario, próximo al político ultraderechista francés Éric Zemmour, ha elegido para ceder el testigo a sus cuatro hijos, representantes de la séptima generación de la familia, que continuarán su ofensiva para convertirse en el mayor grupo editorial del sur de Europa, con especial presencia en Francia, Italia y España. En esta línea encaja la entrada de Vivendi en Prisa (editora de El País), de la que posee el 9% del capital desde enero de 2021. Ahora pretende ampliar esta participación y controlar el 29%, para lo que espera lograr la preceptiva autorización del Gobierno español antes de abril.

El empresario procede de una acaudalada familia católica francesa, que en 1822 puso los cimientos del grupo Bolloré con la compra de un negocio de fabricación de papel ubicado en Ergué-Gabéric, localidad del oeste de la bretaña francesa bañada por el rio Odet y con vistas al océano Atlántico. La antigua fábrica de Papeteries Bolloré sigue hoy en manos de la familia, convertida en una residencia veraniega, y Odet es el nombre de una de las financieras a través de la cual el magnate francés controla su participación en Vivendi (27%).

Inicialmente la empresa producía papel de fumar, siguiendo los conocimientos que uno de los primeros miembros de la saga, el explorador Jean-René Bolloré, había adquirido en sus viajes a China, y comercializaba la popular marca OCB (Odet-Cascadec-Bolloré). Después amplió su actividad al denominado papel biblia, utilizado en la impresión de libros de bolsillo.

La irrupción del film de plástico y del aluminio como productos sustitutivos del papel fino puso en dificultades al grupo, que en ese momento era administrado por tres hermanos, René, Gween Ael y Michel Bolloré (el padre de Vincent Bolloré). Todos ellos discrepaban sobre qué rumbo dar a una empresa que estaba ahogada por las tensiones financieras y endeudada con el banco Edmond de Rothschild. En esa entidad trabajaba el actual propietario del grupo, que era el menor de los cinco hijos de Michel, y que se había decantado por la banca. Sin ninguna experiencia industrial pero con conocimientos financieros, se hizo cargo del negocio de la familia en 1981. Tenía entonces 29 años. Lo hizo enfrentándose a su padre y a sus tíos y comprando la deuda que tenían con Rothschild por cuatro francos franceses.

Tres años después de que él tomara las riendas de la empresa, Papeteries Bolloré, rebautizada como Bolloré Technologies, volvió a beneficios, centrándose sobre todo en el mercado de las películas plásticas para condensadores. Un año después, en 1984, salió a bolsa.

A partir de ese momento y asesorado por otro banquero amigo de la familia (Antoine Bernheim, socio director de Lazard), decidió iniciar una política de diversificación para reducir su dependencia del papel, con la entrada en el negocio de la logística portuaria. Compró el 51% de SCAC (Sociedad Comercial de Fletamento y Combustibles) al grupo Suez, imponiéndose en la puja a otros grandes empresarios como François Pinault, Francis Bouygues y Tristan Vieljeux. El presdiente de Bolloré conocía bien la compañía, con una amplia implantación en África, ya que en el pasado había estado dirigida por el padre de su primera mujer y madre de sus cuatro hijos, Sophie Fossorier.

Poco tiempo después compró el principal armador privado francés Delmas-Vieljeux, primero tomando una participación minoritaria y luego aliándose con otros accionistas minoritarios hasta hacerse con el poder. El magnate, casado hoy en segundas nupcias con la escritora francesa Anaïs Jeanneret, repetirá después esta forma de entrar en las empresas en múltiples ocasiones hasta convertirse en su marca de fábrica.

En paralelo, el empresario fue vendiendo negocios que no consideraba estratégicos y participaciones empresariales minoritarias que había adquirido para después hacerse con el control. Al fracasar en el intento, se deshizo de ellas con suculentas plusvalías que le dieron la gasolina que necesitaba para sus acometidas empresariales futuras.

Así, vendió las acciones que había comprado para hacerse con el poder en Bouygyes, Pathe o parte del grupo Lazard con ganancias de unos 230 millones, 120 millones y 300 millones, respectivamente. También se deshizo del negocio fundacional del grupo, la fabricación de papel de tabaco, en 2000.

La liquidez fue utilizada para entrar en dos nuevos sectores industriales adicionales al del transporte y la logística: la energía (sistemas de almacenamiento) y los medios de comunicación, actividades en parte dependientes de las buenas relaciones que tenga con los gobiernos de los mercados en los que opera, como sucede con los puertos.

Entre las operaciones más relevantes del empresario destaca la compra del 20% grupo Havas en 2004 por 600 millones, presentándose al principio como un inversor amigo. Finalmente, en cambio, se hizo con el control, sacó de la cúpula a los gestores y orientó la estrategia de la empresa a su favor. A su vez, en 2012 entró en Vivendi, al venderle los canales de televisión Direct 8 y Direct Star’s , y progresivamente fue ampliando su participación, hasta que alcanzó la presidencia en 2014.

Bolloré es hoy un conglomerado de transporte y logística (Bolloré Logistics, Bolloré Africa Logistics y Bolloré Energy), energía (Brittany y Blue Services) y medios de comunicación (Vivendi y Cnews). A través de Vivendi el grupo francés es dueño de Canal+, el sello Universal Music, las editoras Editis y Prisma Media, la compañía de videojuegos GameLoft y la plataforma de distribución de contenidos Daily Motion, entre otros.

Bolloré también posee otros activos, como los cines Mac-Mahon Cinema , la empresa de videojuegos Bigben Interactive y participaciones financieras en sociedades cotizadas, directamente o a través de Vivendi, valorados en unos 5.900 millones a precio de mercado. Entre ellas destaca su presencia en Mediobanca, Telecom Italia, Mediaset y Lagardère. A su vez, posee acciones de Socfin, que explota plantaciones de caucho y aceite de palma en África y Asia y que ha supuesto las mayores críticas para Bolloré por supuestas malas prácticas, como la acaparación de tierras o la corrupción, y por atentar contra la biodiversidad, algo que el grupo niega. Bolloré cuenta, además, con tres granjas en Estados Unidos y viñedos en el sur de Francia, según consta en su memoria del ejercicio 2020, en el que logró unos ingress de 24.109 millones de euros, con un beneficio neto de 1.563 millones. El área de comunicación es la que mayor parte de las ventas aporta (66%), seguida de logística (32%) y energía. Bolloré suma más de 400 empresas y 79.000 trabajadores y su valor en bolsa supera los 14.000 millones.

En España el conglomerado francés está presente en el negocio logístico, a través de su filial Bolloré Logistics Spain, creada en 2014 y con operaciones en Valencia, (donde tiene la sede central, dirigida por Luis Martínez), Madrid, Barcelona, Bilbao y Sevilla. La compañía realiza operaciones de transporte marítimo y aéreo, transporte interior, así como servicios por carretera al norte de África, y logística de proyectos. En 2021 logró unos ingresos de 75 millones, con unas ganancias de 2,02 millones, según el registro mercantil.

En el negocio de medios, Bolloré está presente en el grupo editor de El País, en la productora Bambú y ahora acaba de entrar en Tinkle. Bolloré tiene el 9,9% de Prisa, después de que en enero del año pasado comprara la participación que tenía HSBC (7,6%) por unos 50 millones, ampliándola después en el mercado. El citado 9,9% le convierte en el segundo accionista, por detrás del fondo británico Amber Capital, dirigido por Joseph Oughourlian y propietario del 29,84%. Bolloré, que de momento va de la mano de Oughourlian (presidente de Prisa), supera en peso en el capital tanto a Telefónica (9,4%) como a Banco Santander (4,14%). Si el Gobierno le autoriza,  llegará al 29% de Prisa. Ésta quiere reestructurar su deuda, que asciende a 734 millones al cierre de los nueve primeros meses de 2021, periodo en el que la editora logró unos ingresos de 486 millones y unas pérdidas netas de 82 millones.

El grupo francés ha declinado explicar a este diario sus planes para Prisa, aunque fuentes conocedoras de sus intenciones reconocen que busca consolidar su posicionamiento como un grupo de medios de comunicación dominante en el sur de Europa y con acceso a mercados de habla hispana en Latinoamérica y Estados Unidos. Para conseguir este objetivo buscará explotar al máximo las sinergias con Prisa en educación digital, información y contenidos de entretenimiento. Está por ver si Bolloré mantendrá su alianza en Prisa con Amber Capital, a quien ha comprado su participación en la francesa Lagardère, dueña de emisoras como RFM y Europe 1, revistas como Paris Match y editoriales como Hachette Livre. De no ser así, puede que eleve su participación haciéndose con el control o que salga del capital con plusvalías si fracasa. .

De momento, liquidez para sus inversiones no le faltará. Bolloré recibió en diciembre una oferta de la naviera MSC para comprar Bolloré Africa Logistics, que agrupa la mayoría de los activos de transporte y logística del grupo en África. MSC ha planteado un precio de unos 5.700 millones. Bolloré le ha concedido un periodo de exclusividad para analizar las cuentas de la filial africana, que durará hasta el próximo 31 de marzo.

Todo vale por ese objetivo no ideológico sino financiero de ganar dinero y dar continuidad a una dinastía representada ya por los cuatro hijos: Sébastien, Yannick, Cyrille y Marie. El segundo, Yannick (44 años), es el consejero delegado de Havas y presidente de Vivendi, mientras que Cyrille preside la patrimonial Bolloré. 

De la amistad con Sarkozy a dar alas a Zemmour

Vincent Bolloré ha mantenido un bajo perfil público a lo largo de su trayectoria profesional, a pesar de que por su procedencia familiar mantiene relaciones con grandes industriales, financieros y políticos de Francia. Su popularidad se extendió algo más entre la opinión pública del país galo después de que trascendiera su amistad con Nicolas Sarkozy, presidente de Francia entre 2007 y 2012. Sarkozy celebró su victoria en las urnas en el yate de lujo Paloma, propiedad de Bolloré, lo que causó una gran polémica que no terminaría en ese momento.

Sarkozy fue acusado de favorecer en su mandato a sus allegados en el ámbito empresarial, con el magnate de la comunicación entre ellos. Ahora, Bolloré vuelve a estar en el epicentro de la política del país, que celebrará elecciones presidenciales el próximo abril, por su proximidad con el líder ultraderechista Éric Zemmour. Éste, antes de lanzarse a la arena política  participó en un programa vespertino en CNews, propiedad de Vincent Bolloré.

El miércoles pasado en el Senado el magnate francés se definió como un demócrata cristiano y se desmarcó de Zemmour, afirmando que el líder ultraderechista estaba en varios medios, no sólo en los suyos.

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