Los ciudadanos, somos los que decidimos, a través de su correcta separación y deposito, si un desecho se convierte en basura (residuo) o en un recurso que genera riqueza para Canarias.

¿Qué es Ewaste?

I.N./ D.G.: Ewaste Canarias es la única planta en Canarias que trata los aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE) desechados por los consumidores al final de su vida útil. En Ewaste realizamos su correcta gestión medioambiental evitando: que se corrompan los espacios naturales de las Islas; el vertido de gases perjudiciales a la atmósfera y la contaminación de nuestros acuíferos. Además, recuperamos las materias primas de las que están compuestos estos aparatos desechados (evitando la sobreexplotación de recursos naturales del planeta como el hierro, el cobre o la generación de plásticos de nueva producción, entre otros), para volver a reintroducirlas en los mercados como insumos para nuevos procesos productivos, cumplimentando un proceso de Economía Circular.

¿Es complicado cambiar el concepto de residuo a recurso?

D.G.: Este cambio de paradigma y de concepto es uno de nuestros principales caballos de batalla a lo largo de los años, no solamente como Ewaste, sino también desde AGERCAN, la Asociación de Gestores de Residuos de Canarias de Economía Circular.

I.N.: Para entendernos: el residuo es aquello que no puede volver a convertirse en parte de un proceso productivo. Esto sucede, básicamente, por dos motivos: o bien es más caro recuperarlo que extraer la materia prima original (Gap Económico) o bien porque no hay una tecnología que permita su recuperación para volver a ser usado (Gap Tecnológico). Nosotros, al igual que otras industrias recicladoras, lo que hacemos es recuperar las materias primas de las que están compuestos los productos desechados (mal llamados residuos) para volver a reintroducirlas, como insumo, en los procesos productivos.

Íñigo Núñez (arriba), CEO Ewaste y David González (abajo), Director General Ewaste. LA PROVINCIA

D.G.: Este cambio de concepto, recurso versus residuo, lo consideramos de vital importancia para el desarrollo de una industria de economía circular en el archipiélago canario. Tratar el mal llamado residuo como materia prima, además de generar valor añadido y puestos de trabajo; lleva consigo muchas otras derivadas positivas, entre la que destaca su protección para que no se produzca la fuga de los mismos de Canarias y, por ende, que genere la riqueza en nuestra sociedad.

I.N./D.G.: En cuanto a su complicación, la verdad es que hemos notado una sintonía entre todos los agentes involucrados en el sector, tanto públicos como privados, para que se produzca este cambio de tratamiento, pero, desde nuestro punto de vista, todavía faltaría el dotar de reglamentación y de herramientas normativas para que esta protección se haga efectiva sin colisionar con las leyes de unidad de mercado y otros derechos fundamentales en la libre competencia. Estamos convencidos de que todas las partes involucradas trabajan para que así sea.

¿El cuidado del medio ambiente es una responsabilidad compartida?

D.G.: Así es. El cuidado del medio ambiente es responsabilidad de todos. Da igual si eres estudiante, amo de casa, ingeniera, director general, juez, o presidenta del gobierno. En nuestro ámbito particular, como ciudadanos, somos los que decidimos si un desecho se convierte en basura (residuo) o en recurso. Si lo separamos y lo depositamos en el lugar destinado para ello estaremos generado recursos y protegiendo el entorno y la salud de las personas y resto de seres vivos. Si no lo hacemos correctamente estaremos generando residuos, que por definición es el fracaso del objetivo que persigue la Economía Circular.

I.N.: Dicho esto las Administraciones Públicas han de poner los medios a disposición del ciudadano y de las empresas. Pero la responsabilidad es de las personas. Si decidimos hacerlo mal, no existe tecnología que evite que generemos residuos (basura), lo que perjudica nuestro entorno (donde vivimos y crecemos) al desarrollo económico (lo que nos permite alimentarnos, progresar socialmente y esparcirnos) y a la salud (nuestra calidad de vida). En definitiva, generar basura nos empobrece económica, social y vitalmente.