El otro 30 de mayo

El otro 30 de mayo

El otro 30 de mayo / Lara de Armas Moreno

Lara de Armas Moreno

Lara de Armas Moreno

Plinio el Viejo fue el primero en situar Canarias cerca de la costa africana gracias a la descripción del rey Juba II de Mauritania, que viajó a las Islas en el 40 a.e.c. En el mismo siglo, el geógrafo Pomponio Mela volvió a hablar de las Afortunadas, pero desde ese momento las referencias al Archipiélago escasean hasta el siglo XIV, cuando dio comienzo el redescubrimiento de Canarias, acontecimiento que se le atribuye al genovés Lancelotto Malocello en torno al 1339. A partir de este momento los reinos europeos comienzan a interesarse por las Islas y genoveses, aragoneses, portugueses y castellanos, entre otros, pretendían su hegemonía. Los Reyes Católicos no quisieron quedarse atrás y mostraron pronto su interés expansionista acometiendo la conquista insular.

Es cierto que para Fernando e Isabel la prioridad era conquistar Granada, pero creyeron conveniente explotar los posibles recursos isleños para sanear las arcas de la Corona. Lo que no se esperaban fue la resistencia aborigen que prolongó la lucha durante años. Tuvieron que enviar a Pedro de Vera en 1480 para emprender la expedición definitiva que culminaría con la conquista de Gran Canaria.

Un colaborador necesario de los Reyes Católicos fue el guanarteme Tenesor Semidán, que terminó firmando, bajo el nombre de Fernando Guanarteme, la Carta de Calatayud, precisamente el 30 de mayo de 1482. Con este pacto se buscaba poner fin a la guerra y la adhesión paulatina de las demás Islas al reino.

Cabe mencionar que algunos expertos, como el catedrático en Historia Manuel Lobo Cabrera, tienen motivos para pensar que el pacto no se rubricó en Calatayud, sino en Córdoba. De hecho, se valora la posibilidad de que, en esa fecha, tuviera lugar en el municipio aragonés otro pacto de menores consecuencias para las Islas y que lo firmó un guayre, posiblemente de Telde.

Lo que sí es cierto es que la Carta fue una declaración de intenciones que marcó el devenir de la conquista y en la que se pactó la integración paulatina de los aborígenes, la conservación de sus costumbres, el reparto de tierras entre los canarios, la acuñación de una moneda propia hasta 1776 y el mantenimiento de normas civiles magas, pero no garantizó la sumisión de Gran Canaria ni del resto del Archipiélago. Lo que sí consiguió fue marcar una fecha clave en el calendario canario, aunque se ha borrado casi por completo de la memoria colectiva.

La efeméride que sí se recuerda y con la que se asocia oficialmente la conmemoración del Día de Canarias es con la de la primera sesión del Parlamento canario, órgano creado en el Estatuto de Autonomía de Canarias de 1982 al amparo de la Constitución de 1978. Fue en Santa Cruz de Tenerife en donde tuvo lugar la primera sesión parlamentaria y la presidió Pedro Guerra Cabrera, diputado por el grupo parlamentario socialista canario.

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