Palomitas, ganchitos y refrescos. Así se prepararon los internautas para afrontar lo que decidieron llamar "un debate decisivo", con más ironía que convicción.

No faltaron alusiones a las corbatas, al tinte de Mariano Rajoy, a las dentaduras de los candidatos, con ese tono de sorna característico de las redes sociales, pero sin escatimar en críticas a lo que han considerado un verdadero circo mediático.

El saludo de Campo Vidal en varios idiomas solo consiguió abrir la brecha, los tuiteros se enfrentaron al debate como quien asiste al Festival de Eurovisión e incluso hubo quien reclamó la aparición en el escenario del espontáneo Jimmy Jump.

Seguir la conversación global a través de etiquetas como #eldebate o #caraacara se convirtió en un imposible. Volaron los tweets. A Rajoy se le recomendó utilizar un teleprompter y a Rubalcaba se le acusó de eclipsar a un Manuel Campo Vidal inexistente en plató, pero verdadero protagonista en las redes.

Pero fueron las confusiones de Rajoy con el nombre del candidato socialista las que inundaron el debate, y mientras las interrupciones de Alfredo Pérez Rubalcaba recordaron a aquella conocida intervención de la princesa Letizia, quien más y quien menos se preguntó si también aquí existiría el amor. Lo haya o no, habrá que valorar a Rajoy por meter Twitter con calzador en el debate, a pesar de que los candidatos prometieron pasarse cintas de vídeo y llenaron la mesa de papeles como si estuvieran en los 90.

Al final todo se resume en un único tweet: "Rubalcaba es el que miente sobre lo que se hizo. Rajoy sobre lo que hará". Fin del debate.