El cuarto debate de la democracia entre candidatos a presidir el Gobierno de España pasará a la historia por ser el primero en el que el pasado, todo lo ocurrido en estos tres últimos y eternos años, pesó más que las propuestas de futuro.

Mariano Rajoy se sabía ganador con sólo mirar hacia atrás, y salvo los lapsus con el apellido de su contendiente, supo ser cáustico, irónico y hasta simpático, haciendo gala de su carácter gallego. Desde esa perspectiva, el debate también nos regaló algunas que otras risas, algo que no viene nada mal para restar gravedad al momento.

Está claro que las cámaras no se hicieron para Rajoy; sus miradas se volvieron a perder en más de una ocasión, volvió a leer mucho, aunque esta vez sí entendió su propia escritura, pero aunque no sea un animal de la telegenia, esta vez ni siquiera Rubalcaba pudo dar la vuelta a las circunstancias.

Alfredo Pérez Rubalcaba, además de con Rajoy, siempre tuvo que debatir con la sombra de todo lo que fue hasta que se convirtió en candidato.

Al candidato socialista le traicionó ese sentimiento de inexorabilidad que impregna esta campaña: dio por hecho en numerosas ocasiones que Rajoy presidirá el próximo Gobierno de España. En definitiva, cometió el error de ir a pelear un debate con la conciencia de que lo que no va a poder ganar son las elecciones. Y eso definió su discurso y su táctica ofensiva, intentando desmontar unas propuestas populares, que según él mismo, eran propuestas para no asustar al electorado.

Desde el punto de vista técnico, sobriedad y corrección televisiva. Buena realización y moderación; justamente la que no se tiene que hacer notar. Anoche hubo sólo dos protagonistas: Rajoy y Rubalcaba. Nada de lo ocurrido en este debate cambiará lo que va a ocurrir el 20 noviembre.

Pero aunque así sea, las contiendas electorales no sólo se hacen para que discutan los candidatos: se hacen sobre todo para alimentar audiencias. Y esta, seguro, será millonaria. Los desayunos de este país tendrán hoy un argumento común. Esas sí que serán ricas tertulias.