Marilyn Monroe le cantaba a John Fitzgerald Kennedy, Shakira a Barack Obama y PP Benavente a Mariano Rajoy.

Eran las 17.55 horas en el Centro Insular de Deportes cuando de entrante al mitin llegaba El Polvorete, un temazo con una serie de informaciones de carácter rural: el gallo subeee, echas un polvorete, rakatapún chinchín, y se sacudeee. Ni Australia Navarro, que abrió el acontecimiento, ni José Manuel Soria, que hizo la cancela al candidato, ni el propio Mariano Rajoy aportaron más datos sobre este curioso proceder gallináceo.

Y PP Benavente (PP-B) a lo suyo: ya verás paloma que no hay gavilán, que a ti te coma, todo ello justo en el mismo momento en el que los teletipos echaban humo con la última y estremecedora novedad bursátil: "Bruselas se abrirá a más ajustes tras comprobar que España no va a cumplir con el déficit y la deuda".

El mundo caía, y el trovador aceleraba la debacle: eso, eso, dale al polvoreteeee...

El mensaje del juglar, con todo, fue de lejos lo más optimista de la tarde. El intérprete de míticos hit-parade como El Butanero, La almohada de una madre, Quiero ser como Pepe -es decir, como él-, o De guateque con Pepe remix logró que el algo menguado aforo del mitin de ayer se olvidara por momentos de que España, según el trinomio Australia-Soria-Rajoy, ha quedado hecha una birria tras el paso de la horda socialista.

Aunque también es cierto que el propio PP-B dio una pista previa, cantando a unos 150 decibelios el siguiente reporte: "Ay, ay, ay, esta crisis me está matando, esta crisis me tiene loco".

Por menos contaminación acústica han cerrado un aeropuerto. La pantalla gigante no soportó el choque hertziano y para cuando salió una panorámica de Australia aquello no era más que pixeles disueltos. Con ella llegó la dinámica mitinera que continuaría Rajoy. Una serie de desastres primero en si sostenido: "Quiebra, paro, ruina, hartos de nacionalistas, desastre socialista", para presentar después en un sosegado do bemol la maravilla de "esperanza e ilusión" que se regalará a la convaleciente España que vote popular. Y rianga el himno, que quizá por falta de relleno humano en el pabellón, o porque al técnico se le fue la mano, trepanaba los hipotálamos y movía banderas sin abanarlas.

Este rebumbio llegó a provocar episodios de pérdida de romeo, como a la señora que ya en la calle y con la luna encima preguntaba sin gepeese: "¿Y cómo se sale de aquí, mi niño?"