La elaboración de vídeos de campaña lleva muchas décadas estudiándose en facultades y en manuales de márketing politico. Existen verdaderas joyas y algunos siguen dando de qué hablar. Sin embargo, el auge de las redes sociales y la facilidad con la que casi cualquier candidato de un pequeño pueblo o gran ciudad puede girar, reimpulsar, enriquecer o todo lo contrario su propia campaña con grabaciones cada vez más estrambóticas, sorprendentes o, al menos, llamativas han abierto el debate: ¿sirve esto para ganar votos?, ¿es contraproducente, banaliza la política, los mensajes y programas, o se trata una tendencia imparable en una sociedad cada vez más digital y audiovisual?

Hay muchos vídeos informativos, pero otros, por el contrario, buscan lo chirriante y, para algunos expertos, son perjudiciales porque refuerzan a algunos votantes propios, pero pueden ser repelentes para otros salvo que exista una imagen ya explotada en esa línea. Desde luego, si lo que se busca es llamar la atención, con independencia de si las opiniones son buenas o malas, gran parte de los vídeos que acaban dando la vuelta al país lo logran.

Con motivo del 26M, en las Islas se ha visto a la candidata de Juntos por Gran Canaria a la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria, Nardy Barrios, surcando la ciudad desde un parapente; al senador tinerfeño Antonio Alarcó (PP) en un columpio de niños hablando de infancia; a la alcaldesa de Güímar, Carmen Luisa Castro (PP) bailando sin ningún complejo, al PP majorero reivindicando la chaqueta azul o al aspirante en Valverde por AHI, Julio Reboso, lanzándose al océano tras medio minuto callado y mirando fijamente a la cámara. Resulta difícil saber si alguien les votará por ello o dejará de hacerlo, lo que sí ha quedado claro es que su éxito en las redes ha pasado a otras escalas. Sus vídeos se emiten estos días en los programas de las televisiones estatales más vistos. Mañana y noche.

Para José Adrián García Rojas, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de La Laguna, lo que se busca es precisamente eso: "Que se hable de ellos aunque sea mal.Se busca impactar. Es una práctica que surge en EEUU y ha llegado a Europa y lo que se quiere es que se hable del candidato, y ya no de programas o mensajes, una vez reducidos a 3 o 4 ideas fuerza". Para este docente, resulta complejo saber si esto activa a votantes. "En elecciones generales los hay muy elaborados, pero, en locales, no lo son, muchos suponen una banalización de la política, pero la clave radica en si consiguen que se hable del candidato lo suficiente, ya sea bien o mal".

Al presidente de la Asociación de la Prensa de Tenerife, Salvador García, le choca esta moda y la contrasta con los usos tradicionales para exponer los programas. Lo cierto es que estos recursos, arraigados también en Suramérica, parece que vienen para quedarse, otra cosa es el resultado.