¿Es el turismo un problema?

La ecotasa vuelve al centro de la discusión política ante unas nuevas elecciones | PSOE y NC defienden su implantación pero rechazan la ‘tasa verde’ europea

Un grupo de turistas.

Un grupo de turistas. / Europa Press

Ya casi es tradición. Los turrones llegan con la Navidad y la ecotasa regresa con las elecciones. Y la antesala de las elecciones autonómicas del 28M no es una excepción. Podemos quiere una ecotasa, Nueva Canarias (NC) quiere una ecotasa y hasta el PSOE quiere una ecotasa. Tres de los cuatro partidos del pacto de las flores llevan en sus programas la implantación de un tributo que pagarían los turistas y que, sobre el papel, serviría para paliar los efectos negativos de la industria: la sobrecarga de los servicios públicos, los daños medioambientales, el deterioro de las infraestructuras... El único partido del cuatripartito que no enarbola la bandera de la ecotasa es la Agrupación Socialista Gomera (ASG). Precisamente el que ha llevado las riendas del área de Turismo en los últimos cuatro años. Como en anteriores ocasiones, y como ocurre con casi todos los temas de índole económica que se ventilan en campaña, el debate sobre la ecotasa vuelve en trazo grueso. Partidarios y detractores. La ligereza con que se aborda el asunto contrasta, sin embargo, con la importancia de la cuestión de fondo: el negocio turístico. El mismo negocio al que suele señalarse como depredador de recursos mientras se olvida que es el que hizo posible el desarrollo de una Canarias pobre. Pobre no en comparación con otros territorios, sino pobre de solemnidad. ¿Puede entonces ser un problema aquello que te alimenta?

Más allá de las cifras exactas, conviene recordar que los millones de turistas que cada año disfrutan de sus vacaciones en el Archipiélago generan entre el 30 y el 35% del PIB de la Comunidad Autónoma. Eso de manera directa, ya que la actividad tira de otros sectores, en especial del comercio y de la construcción, hasta multiplicar su contribución al PIB regional en un porcentaje muy superior. La mayoría de las empresas depende del turismo; la mayoría de los puestos de trabajo depende del turismo. Esto es lo que en la jerga de los economistas se llama especialización. Las personas se especializan en una determinada ciencia, arte o profesión, por lo general en aquello en lo que son más hábiles, en eso otro en lo que son más útiles o en aquel otro campo en el que tienen una ventaja competitiva frente a otras personas. Y lo mismo pasa con el tejido productivo de las regiones, que también se especializa. «Todas las economías pequeñas se especializan, sobre todo las pequeñas economías insulares. En el mundo hay 86.742 islas con más de 0,1 kilómetros cuadrados, y todas las que alcanzan un grado de desarrollo como el de Canarias se especializan. Todas». Son palabras del catedrático de Economía Aplicada José Luis Rivero Ceballos. La especialización es necesaria para abrirse un huequito en una economía cada vez más global. Si se tienen en cuenta las bondades de las que disfrutan las Islas –suaves temperaturas durante todo el año, paisajes únicos, playa y montaña por igual, parques nacionales...–, salta a la vista por qué Canarias se ha especializado en el turismo: sencillamente porque es donde tiene una ventaja competitiva.

El único partido del pacto que no quiere la ecotasa es justo el que gestiona el área de Turismo: la ASG

Es de cajón que la especialización sectorial tiene sus perjuicios, sus externalidades negativas. Toda especialización, no solo la turística. En consecuencia, el reto es minimizar esas externalidades –el coste medioambiental, el mayor uso de los servicios públicos...– y potenciar los beneficios. ¿Contribuye a esto una ecotasa? Sí. No. Depende. La ecotasa sería un nuevo tributo, esto es, mayores ingresos para la Hacienda autonómica y mayores costes para los visitantes. ¿Ayuda esto a reducir los perjuicios? Es evidente que no. Por sí solo no. ¿Acaso está ayudando la disparatada recaudación de la Agencia Tributaria Canaria a la mejora de la sanidad o la educación públicas? Sí. No. Depende. Por cierto, una disparatada recaudación a la que contribuyen en gran medida los turistas, que pagan el mismo IGIC que usted cuando se toman un café, van al cine, visitan un parque temático o comen en un restaurante.

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Es de suponer que cuando los partidos hablan de una tasa, hablan de una tasa propiamente dicha, de modo que la recaudación tendría que destinarse sí o sí para la mejora del sector. Si así fuera habría entonces que calibrar si ese beneficio supera los costes. Y el coste aquí es evidente: la ventaja competitiva de Canarias en el negocio en el que se ha especializado se vería menoscabada por la vía de los impuestos. ¿Que hay destinos en los que funciona la ecotasa y siguen teniendo turistas? Por supuesto. ¿Que hay destinos donde no se aplica? Por supuesto. ¿Que Canarias tendrá muchos turistas con y sin ecotasa? También. Es más, Canarias seguirá teniendo muchos turistas aunque Europa imponga la tasa verde, un término con el que, a modo de cajón de sastre, se habla en las Islas tanto de la inclusión de los vuelos internacionales en el mercado de los derechos de emisión como del impuesto al queroseno. Bruselas quiere así reducir las externalidades negativas del transporte y por ende del turismo, lo mismo que PSOE y NC pretenden con la ecotasa. Pero los socialistas y los canaristas quieren ecotasa pero no tasa verde. Un contrasentido –al menos un aparente contrasentido– que bien pueden esgrimir las autoridades europeas cuando se toque a su puerta para alertarlas sobre los perjuicios de los tributos verdes comunitarios en la región.

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