EL RETO DE LA CARESTÍA DE LA VIVIENDA | ELECCIONES

La vivienda en Canarias, o la madre de todas las políticas

Los esfuerzos del Gobierno, de este y del que viene, no evitarán que la falta de casas siga siendo un problema. El gran problema

El cartel de 'Se alquila' en el balcón de un piso.

El cartel de 'Se alquila' en el balcón de un piso. / Europa Press

El próximo Gobierno de Canarias, ese que saldrá de las urnas este domingo, debe saber desde incluso antes de formarse, desde antes de las negociaciones poselectorales, desde antes de que nadie sepa si será un Ejecutivo en minoría o a dos, tres o cuatro bandas, que hay una cuestión que por mucho que se esfuerce, no conseguirá resolver. Podrá paliarla, suavizarla, tal vez poner los cimientos para que alguno de los Gobiernos que le sigan pueda en algún momento proclamar que ha acabado con el problema. Pero hasta ahí. ¿De qué cuestión se trata? De la vivienda, claro. Quizá algún plan de choque y la necesaria inyección de dinero puedan cubrir todas las necesidades materiales y humanas de la sanidad pública; y tres cuartos de lo mismo es factible en los servicios de atención a las personas dependientes o en los colegios e institutos, donde alumnos y profesores padecen sus particulares carencias. Pero en la cuestión de la vivienda no basta con inyectar fondos públicos o con redactar uno, diez, cien o mil planes y programas. Y no basta porque de lo que se trata aquí es de levantar casas y edificios, y esto, por más que se quiera correr, no es algo que pueda hacerse de la noche a la mañana. Si es necesario un sinfín de trámites para reforzar las plantillas en Sanidad o Educación, simplemente para contratar nuevos empleados públicos, qué no cabe esperar cuando lo que hace falta es construir viviendas. Máxime cuando ha habido años en los que no se ha levantado ni un solo piso de titularidad pública –literalmente– y cuando las necesidades de la población son acuciantes. Porque en Canarias no faltan miles de casas, no; en Canarias faltan decenas de miles.

No faltan miles de casas, no; faltan decenas de miles de casas. El déficit llegará en 2031 a 140.000 viviendas

A mediados de 2018, la consultoría Corporación 5 publicaba un prolijo informe sobre las necesidades residenciales del Archipiélago. En ese momento, hace ya cerca de cinco años, los autores del análisis calculaban que el «déficit» de viviendas alcanzaba las 40.000, es decir, que hacían falta 40.000 casas y pisos más de los que había por entonces para cubrir las necesidades de una población que no dejaba de crecer, es más, que no deja de crecer. Y, además, advirtieron que si continuaba aquel bajo ritmo de construcción de viviendas, «en 2031 el déficit de vivienda principal llegaría a las 140.000». Han pasado, cabe insistir, cinco años; y, sin embargo, no es necesario un nuevo análisis para saber –más allá de que las cifras de aquel trabajo de Corporación 5 fueran más o menos exactas– que nada ha cambiado. Es más, la carestía de la vivienda sigue agudizándose. ¿Cómo no podría agudizarse cuando en los cinco años transcurridos desde la publicación de aquel informe la población de la Comunidad Autónoma se ha incrementado en 50.000 personas –en 50.016 para ser exactos– mientras la construcción de viviendas de promoción pública ha sido testimonial? Crece la demanda pero no la oferta, mucho menos la oferta pública, que es la que, por un lado, debe facilitar el acceso a un inmueble en condiciones a la población con más dificultades y, por otro, debe servir para tirar hacia abajo de los precios de la vivienda privada –el mercado público es más barato que el privado, de modo que cuanto más grande sea aquel, más tendrá que ajustar sus precios este último–.

Sobra voluntad, faltan pisos

Ese es el escenario que se encontró el actual Gobierno de Canarias, el mismo que se encontró el Ejecutivo que lo precedió y el mismo que se encontrará el que venga tras las elecciones. ¿Quiere esto decir que no hicieron nada? Ni muchísimo menos. Pero sí que nada de lo que se ha hecho ha servido siquiera para mitigar la carestía residencial que sufren los isleños. Y cabe insistir: no por falta de voluntad, sino porque el problema es de tal magnitud que cualquier esfuerzo palidece ante el mismo. Por eso y porque a estas alturas aún se habla más de planes y programas que de cuántas casas se están construyendo.

El anterior Gobierno regional dejó en herencia un plan de vivienda. Pero el plan no servía –al menos a juicio del actual Gobierno– y este tuvo que elaborar «casi desde cero», como ha explicado en infinidad de ocasiones el consejero del ramo, Sebastián Franquis, uno nuevo. Un nuevo plan que este Ejecutivo, claro, legará al que lleve las riendas de la Comunidad Autónoma tras los comicios, con lo que está por ver en qué medida el trabajo de la Consejería de Vivienda satisface o no a sus siguientes inquilinos. Más allá de esto, las cifras hablan.

De entrada, el plan prevé un total de 5.971 nuevas viviendas públicas de aquí a 2025. Incluso están ya en fase de construcción, adquisición o redacción de proyectos hasta 2.251 de esos pisos o casas. Es innegable que se trata de un empujón considerable, tan innegable como insuficiente, algo que no es achacable al actual equipo al frente de la consejería pero que sí es achacable a todos y cada uno de los Gobiernos, sin excepción, que han jalonado la etapa autonómica. A modo de aproximación, basta con apuntar que esas 5.971 casas que está previsto incorporar al parque público de aquí a 2025 –es necesario insistir en que esto es una previsión, con lo que está por ver en qué medida se cumple o se deja de cumplir–, apenas representan un 15% de las 40.000 que hacían falta en 2018, cuando había 50.000 residentes menos. Así que es evidente que la promoción pública no puede solucionar por sí sola un problema de tal magnitud –ni este, ni el anterior, ni el próximo Gobiernos–, sino que será necesaria la contribución del sector privado. El mismo sector privado donde la nueva ley de vivienda estatal ha levantado ampollas. ¿Es compatible una normativa que limita el libre mercado y el margen de maniobra de los propietarios con la imperiosa necesidad de que las empresas inviertan y levanten nuevas promociones? También esto está por ver.

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