Manuel Domínguez | Candidato del PP a la Presidencia del Gobierno de Canarias

En busca del voto perdido

El debutante candidato popular trata de resituar a su partido en la política canaria tras años de pérdida de horizonte y de poder en las instituciones

En busca del voto perdido

En busca del voto perdido / Joaquín Anastasio

Joaquín Anastasio

Joaquín Anastasio

Manuel Domínguez llega a la contienda electoral con la etiqueta del ‘novato’ que se ve obligado a aprovechar la ola que aúpa al PP en todo el Estado y que, de ninguna forma, puede repetir los errores de su antecesor en junio de 2019. En horas el PP pasó entonces de rozar la Presidencia de Canarias a quedar opacado en la oposición. Para salvar esa realidad Domínguez vigila ahora de reojo todos los posibles pactos. Nacido en Caracas de padres canarios emigrantes, su escuela es el municipalismo, y esa impronta de política de proximidad es la que está convencido que hay que imprimir al Gobierno regional. 

Manuel Domínguez es la gran novedad y la gran incógnita de entre los principales candidatos a la Presidencia del Gobierno de Canarias en la elecciones autonómicas del domingo. El aspirante del PP no tiene nada que perder en un contexto en el que da por hecho que sus opciones de jugar un papel fundamental en la próxima legislatura pasa por que el actual pacto de progreso gobernante no logre revalidar la mayoría en el Parlamento de Canarias. En ese caso, su posición en la política regional también dependerá de si el PP supera en escaños a CC porque esa es la clave que determinará si tiene opciones de alcanzar la Presidencia o simplemente de estar como segundo de a bordo en el futuro gobierno regional de alianza con los nacionalistas.

Tiene la ventaja de que nadie le pedirá explicaciones en su primer asalto al Gobierno regional tras poco más de un año como líder de los populares canarios, pero también es consciente de que poco le servirá un honroso resultado que, pese a todo, deje al PP fuera de las principales instituciones, de las que llevan años alejado.

Domínguez (Caracas,1974), hijo de emigrantes canarios a Venezuela que llegó a Tenerife con siete años, parte en esta batalla como el único de los seis candidatos principales que nunca antes ha optado a la Presidencia y el único también para el que los resultados, salvo catástrofe inesperada, no serán determinantes a corto plazo como máximo dirigente de su partido. No ha desplegado hasta el momento en ninguno de los planos, el electoral de cara a los ciudadanos y el interno dentro de su partido, un especial carisma y parece estar jugando claramente a una consolidación más a largo plazo. Es consciente de que su carácter en lo político y en lo personal no es arrollador, pero confía en que su imagen de hombre tranquilo le permita dejar sembrada la semilla para cosechar frutos en su momento. Necesita, eso sí, que en el cómputo global del 28-M el PP esté en condiciones de negociar y lograr entrar en algunos de los gobiernos más importantes del Archipiélago porque los populares canarios han acumulado ciertas urgencias en este tiempo.

En su estrategia ha optado por una combinación de candidatos novedosos y desconocidos, con dirigentes del partido más experimentados y ya con mucha presencia pública, pero en su apuesta personal por la Presidencia su figura necesitará aprovecharse de lo que la marca del partido pueda sumar en el contexto de un crecimiento generalizado del PP en todo el Estado por la desaparición de Cs.

No es el primer candidato a presidir Canarias del PP que procede de la provincia occidental, ya lo fue el palmero Asier Antona en 2019, pero sí el primero que ha desarrollado toda su vida política en Tenerife, primero como concejal (2003-2011) y alcalde durante once años de Los Realejos (2011-2022) siempre con mayorías absolutas, y también como presidente del PP en Tenerife coincidiendo con su etapa como regidor.

Previamente a este puesto, Domínguez pasó dos años por el Congreso entre 2009 y 2011 y fue miembro de la Junta Directiva Nacional del partido.

Domínguez es el tercer candidato consecutivo del PP en otras tantas elecciones desde las de 2011 en que José Manuel Soria repetía antes de que también fracasaran en el objetivo de la Presidencia María Australia Navarro en 2015, y el propio Antona en 2019.

Mitin de Nuñez Feijóo en Las Canteras

C. E. P.

Desde los tiempos hegemónicos de los populares en Gran Canaria y de la etapa de Soria como líder carismático e incontestable, que ganó las elecciones de 2011 con nada menos que 21 escaños antes de las diversas crisis internas de los últimos años, el partido no se presentaba a un proceso electoral con mejores expectativas, y aunque buena parte de las mismas tienen que ver con la dinámica política estatal y el peso de la marca, también es cierto que la candidatura de Domínguez y su forma sosegada de hacer política parece haber resuelto las divisiones internas y conectado con ese electorado templado que a veces decide un buen número de escaños. Juega con el riesgo de no llegar al votante canario de derechas más ideologizado, pero confía en que la limitada proyección que parece tener Vox en las Islas no le acabe robando una parte significativa de ese voto dado que, contrariamente al resto de comunidades autónomas, Canarias es quizá la única donde el PP no puede contar con la ultraderecha como socio porque ni suma con ella, ni entra en el juego de los pactos por el cordón sanitario establecido por el resto de partidos, incluido CC.

Corrección a tiempo

El candidato del PP cuenta obviamente con todo el respaldo de la cúpula de la calle Génova, de la que asegura tener plena autonomía para establecer las estrategias del partido en las Islas y para negociar los pactos postelectorales. Ha sintonizado muy bien con el actual presidente nacional, Alberto Núñez Feijóo, pese a ser de los pocos dirigentes regionales del partido que no colaboró en el acoso y derribo de su antecesor, Pablo Casado, en aquellas crisis de hace dos años (2020) que se lo llevó por delante tras su enfrentamiento con la dirigente madrileña Isabel Díaz Ayuso. Aquel episodio, apenas dos meses después de que Domínguez ganara el congreso regional del partido en enero como candidato oficialista, le abrió los ojos sobre las dificultades de guardar los equilibrios en una organización como el PP, y sobre los problemas que acarrea el liderazgo territorial cuando en Madrid vuelan los puñales entre compañeros. Aunque fue de los pocos que se pronunció por la continuidad de Casado cuando ya éste estaba sentenciado por las manifestaciones en su contra de las bases ayusistas ante la sede nacional, y la mayoría de los barones habían reclamado a Feijóo que diera un paso al frente para salvar al partido, una rápida maniobra de corrección permitió a Manuel Domínguez resituarse y sumarse a la ola para enterrar al entonces presidente nacional y avalar la sucesión a favor del político gallego.

El ex alcalde la Los Realejos aspira el 28-M a superar a CC para tener opciones a la Presidencia si el pacto de progreso no suma para repetir

El dirigente tinerfeño tardó sin embargo un tiempo en tomar las riendas reales y efectivas tanto en el PP canario como en las relaciones con la nueva dirección nacional, y trabajó en distintas operaciones y movió de forma discreta algunas fichas para asentarse en todos los ámbitos, consolidar su liderazgo y construir una alternativa a sabiendas que en Canarias los pactos son los que en definitiva te pueden dar o quitar todo.

Con sus once años de dominio total en Los Realejos como única gestión práctica que presentar como aval, y muy ligado por tanto al universo municipalista, Domínguez ha trabajado este concepto como ejemplo de lo que pretende hacer si entra en el Gobierno de Canarias, es decir, desarrollar una política más pegada a los vida real de los ciudadanos. Una idea quizá excesivamente sofisticada para los mensajes dominantes en las grandes campañas electorales y en la confrontación directa con los pesos pesados de otros partidos, pero a la que él se ha aferrado con reiteración.

Sin bajar al barro

En sus años al frente del PP y de oposición desde el Parlamento al Gobierno del pacto de las flores, quizá no ha conseguido despuntar como ariete contra el Ejecutivo de Ángel Víctor Torres, y algunos en su partido creen que no ha sabido aprovechar el hecho de que el teórico líder de la oposición en Canarias, Fernando Clavijo como líder de la segunda fuerza política de la cámara, CC, estuviera exiliado en el Senado y sin capacidad por tanto de participar en los cara a cara con el presidente. No ha querido bajar al barro en algunas cuestiones que en el PP creen que podrían ser rentables, como el caso mascarillas, el caso Mediador, o los pactos del PSOE en Madrid, y está desarrollando una campaña algo más plana de lo que los contextos regional y estatal han ofrecido, en opinión de algunos sectores del partido.

En resumen, ha podido quedar como candidato más diluido de lo que cabría esperar entre sus principales contrincantes, el socialista y el nacionalista, con apenas confrontación programática ante este último, e incluso desdibujado frente a candidatos secundarios pero con más punch como Román Rodríguez (NC-Bc), e incluso los alternativos Noemí Santana (Unidas Podemos Canarias) y Alberto Rodríguez (Drago Verdes Canarias). En todo caso, y con la firme voluntad de no repetir las chusca experiencia de la negociación de pactos de 2019 que protagonizó su partido, que de verse con la Presidencia en sus manos pasó en un abrir y cerrar de ojos a quedarse sin nada, Domínguez cree que está en condiciones de entrar con mejores opciones que hace cuatro años en la batalla por el poder en la mayoría de las instituciones en juego. Como entonces hicieron sus compañeros, mira al gomero Casimiro Curbelo (ASG) como posible pieza que puede encajar el puzzle de sus aspiraciones, pero consciente de que son muchas las variables que tienen que cuadrar para lograr su objetivo y recuperar el tiempo perdido en el PP.

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