Elecciones 28M

Ángel Víctor Torres: La impronta de una «persona corriente»

El candidato socialista defiende su gestión como presidente tras cuatros años de emergencias y de reformas que quiere consolidar con otro mandato

Ángel Víctor Torres, presidente del Gobierno de Canarias.

Ángel Víctor Torres, presidente del Gobierno de Canarias. / Adae Santana

Joaquín Anastasio

Joaquín Anastasio

Después de cuatro años de encadenar desgracias de distintas magnitudes para Canarias –incendios, quiebras turísticas, crisis sanitarias y económicas, avalanchas migratorias o guerra ajenas– Torres se presenta a la renovación en la Presidencia de Canarias blandiendo el marchamo de la resiliencia o, según sus adversarios, del «victimismo». Defiende, pese a las vicisitudes, avances en los derechos sociales, transformación energética y en una cuestionada mejora de los servicios públicos. Partidario de reeditar el ‘pacto de las flores’, mira de reojo el avance por la derecha de los partidos en la oposición parlamentaria. 

Retales de un tiempo difuso. El profesor de Lengua y Literatura Españolas y modesto escritor que lleva dentro de sí ya casi vislumbraron hace años el título que se le podía dar a una de las etapas cumbres de su posterior carrera política. Cuando todavía ni imaginaba que 30 años después alcanzaría la más alta representación de la política regional, un joven Ángel Víctor Torres (Arucas, Gran Canaria, 1966) anticipó en el título de una de sus creaciones literarias conocidas el resumen de sus vivencias en sus primeros cuatro años como presidente de Canarias. Porque desde que accedió al cargo en julio de 2019, el líder socialista ha tenido que afrontar tal número de desgracias públicas como gobernante que ni en sus más visionarios y nostradámicos momentos podría haber imaginado una legislatura tan a golpe de desgarrados retales de un tiempo más que difuso, confuso.

Retales de un tiempo difuso es una obra de ficción literaria en la que Torres entremezcla diferentes relatos y con la que logró el accésit del Premio Ciudad de Santa Cruz en 1990, en sus años universitarios en La Laguna, recién cursada la carrera de Filología Hispánica y mientras preparaba su doctorado. Y si en algo se ha doctorado este profesor convertido en político ha sigo en gestionar dificultades y catástrofes que han surcado la vida de los canarios durante los últimos cuatro años y que han marcado el relato de la vida política, económica y social del Archipiélago, desde la pandemia sanitaria, hasta el volcán de La Palma, pasando por incendios devastadores, ‘ceros’ turísticos y eléctricos, crisis migratorias, o guerras extranjeras que a todos nos afectan.

Cuando es tiempo de hacer balance y repasar los aciertos y errores de la acción política para afrontar unas nuevas elecciones como las del domingo, Torres defiende una narrativa de resistencia, resiliencia, pundonor, temple, empatía con los ciudadanos, y gestión acorde a las necesidades, en todo caso meritoria, cree él, del apoyo de la ciudadanía para gobernar cuatro años más aunque sus críticos le acusen de «victimismo» y de esconderse tras las desgracias ajenas para ocultar la gestión propia. Y ciertamente que su examen ante las urnas parece tener un veredicto favorable, a juzgar por las encuestas, pero sin garantía de poder repetir en el cargo ante la incertidumbre de los números. La «estabilidad» del Gobierno de progreso que ha presidido junto a sus socios del pacto de las flores, NC, Podemos y ASG, no se proyecta con claridad sobre los resultados electorales y todo queda a expensas del reparto final de escaños, en todo caso con la ventaja para él de que tiene otras opciones de mantener la Presidencia que la que le ofrecen sus actuales socios.

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Ángel Víctor Torres aspira así a mantenerse como segundo presidente socialista de toda la historia autonómica, tras Jerónimo Saavedra, y primer candidato de su partido que repite desde 1995 después de siete consecutivas y fracasadas apuestas socialistas en otras tantas citas con las urnas al Parlamento regional. Llegó a la cima tras una carrera sostenida en el tiempo a través de diversos cargos y responsabilidades, en las instituciones y en el propio PSOE canario, primero como concejal y alcalde de su Arucas natal en dos etapas distintas (2003-2007 y 2011-2015), diputado en el Congreso (2009-2011), y vicepresidente primero del cabildo de Gran Canaria y consejero de Infraestructuras (2015-2019). Cargos que ha ido asumiendo mientras ascendía también en el partido desde la dirección local en su pueblo y la secretaría general en Gran Canaria, hasta lograr el liderazgo regional en 2017 al imponerse en primarias a Patricia Hernández y Juan Fernando López Aguilar.

‘Sanchista’ declarado

Desde entonces ha sabido mantener las riendas del partido sin excesivos problemas ni fuertes oposiciones internas, logrando además domeñar las tensiones entre distintos sectores, especialmente entre los socialistas grancanarios, aunque fuera por la vía de entrometerse lo menos posibles o pergeñando pactos de alivio entre las partes. Buena parte de ese liderazgo en el partido la ha sustentado en su condición de principal dirigente canario afín al actual líder federal, Pedro Sánchez, a quien apoyó sin fisuras no sólo en sus inicios, sino también durante la crisis socialista de 2016 en la que el actual presidente del Gobierno central se enfrentó a toda el aparato de Ferraz y la mayoría de los barones por negarse a permitir con una abstención la investidura de Mariano Rajoy (PP) para evitar unas nuevas elecciones ese año. Su declarado sanchismo ha permitido a Torres mantener un gran predicamento en Ferraz desde que el propio Sánchez recuperó las riendas del partido en 2017 y, sobre todo, desde que accedió a La Moncloa en 2018, lo que ha permitido a los canarios presencia continuada en el Consejo de Ministros, primero en la figura de Carolina Darias y luego en la del tinerfeño Héctor Gómez.

Para el 28-M, Torres pasa por ser el único de los barones socialistas de todo el Estado de cuya victoria en su feudo nadie duda, frente a las dificultades de otros presidentes del resto de comunidades autónomas con elecciones. Y pese a ello sigue sin despuntar en el debate político estatal como otros muchos más mediáticos como los Ximo Puig (Comunidad Valenciana), Emiliano García Page (Castilla-La Mancha), Guillermo Fernández Vara (Extremadura), Javier Lambán (Aragón) o Francina Armengol (Baleares) pese a que en muchos casos son territorios con menor peso económico y poblacional que Canarias, y cuyas federaciones aportan al conjunto menos que la isleña.

Esa relación un tanto desdibujada con el poder en Madrid, en todo su amplio significado, también pesa a la hora de valorar la capacidad del líder canario para influir en las decisiones del Gobierno central y en la gestión de la llamada ‘agenda canaria’ con el Estado. Es uno de los frentes de los que Torres se ha tenido que ocupar en la campaña electoral por las críticas de la oposición, en especial por parte del candidato de CC, Fernando Clavijo, pero también incluso en ocasiones durante la legislatura por parte de algunos de sus socios de gobierno, en especial el líder de NC, vicepresidente del Gobierno y consejero de Hacienda, Román Rodríguez.

Él mismo ha llegado a lamentar sotto voce que la presencia canaria en el Consejo de Ministros no se llegó a traducir en una mayor capacidad de influencia, con críticas veladas incluso hacía la propia Darias como ministra de Sanidad, aunque en términos generales está convencido de que Sánchez y su Ejecutivo han respondido con creces y satisfactoriamente a las necesidades del Archipiélago en todas y cada una de las dificultades por las que ha pasado en estos cuatro años. Lo demostrarían, según él, los consecutivos récords de inversión para las Islas que han supuesto los cuatro últimos presupuestos estatales, o las medidas extraordinarias para paliar los efectos de la pandemia, del volcán de La Palma, o de la guerra en Ucrania.

El dirigente socialista, que se define a sí mismo como un «hombre normal» o en el sentido unidimensional del término como una «persona corriente», es de esas figuras políticas que se crece con las dificultades y con más capacidad de impronta o seducción en las distancias cortas, escasamente mediático y modesto comunicador, pero convincente argumentador, al modo profesoral por así decirlo, poco dado a polémicas y enfrentamientos estériles, pero sin rehusar el cuerpo a cuerpo con adversarios que le buscan las cosquillas.

En su gestión de gobierno, ha centrado la agenda, más allá de la respuesta que en cada caso ha ido dando a las emergencias que se han ido atropellando durante estos cuatro años, en la ampliación de derechos sociales y la lucha contra la pobreza, el empleo, la transformación energética del Archipiélago, la vivienda y el transporte, y en una mejora de los servicios públicos que no acaba de traducirse en datos reales en cuestiones básicas como la educación o la sanidad. Son las dos áreas de gestión socialista que más problemas le han dado y que a la postre le han obligado a realizar cambios en las respectivas consejerías.

De últimas, y cuando la campaña se aventuraba de lo más plácida para los socialistas canarios, él y su partido han tenido que despachar como han podido el llamado caso Mediador que afectaba a dos dirigentes, el ex director general de Ganadería, Taishet Fuentes, y el diputado nacional Juan Bernardo Fuentes Curbelotito Berni–, tío del anterior, que impactó en el Gobierno, si puso el foco en las dinámicas endogámicas internas del PSOE en el poder territorial en algunas islas. Expulsados de inmediato del partido y comprobada la limpieza de las cuentas públicas canarias respecto de las actividades de los Fuentes, Torres ha podido tramitar y acabar la campaña sin afectación política de este caso ni del derivado del mismo, el caso cuarteles que afecta sobre todo a la Guardia Civil.

Torres busca este domingo una victoria y la posterior reelección con la que explorar los verdaderos límites de su capacidad de gestión desde una mayor normalidad política que la de la anterior etapa, y sin perder ese perfil de persona corriente que se funde con el pueblo. Las urnas, y los pactos, dictarán.

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